23 | ¿Yo quedé malherida?

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D A R C Y

Me encerré en el baño de Evan a eso de las dos de la mañana. Era imposible estar cerca de él.

Era endemoniadamente imposible.

Inhalé el aroma a limpio y a productos de limpieza de su baño, reemplazando al anterior: alcohol y menta. Una tan deliciosa menta que era solo de su cuerpo.

Un quejido se me salió. En cualquier momento haría una estupidez. Tomé mi teléfono. Estaba mareada, con acidez en la garganta y veía borroso. Me daba vergüenza salir, así que solo fui a su contacto, llamé y esperé a que me contestara.

Un tono. Dos tonos.

Cuatro tonos.

Seis...

─¿Hola? ─dijo ronco. Su voz estaba diferente, lo amerité a que era de madrugada.

─Pienso que te extraño un poco ─dije en voz alta─. Me gustaría... No sé, no sé qué digo... Podemos... ¿Podemos hablar?

Entonces Molvai suspiró cansado.

Extrañaba esos suspiros.

─¿Qué pasa, Darcy? Cuéntame.

─Sé que no eres malo, ¿por qué todos piensan que sí?

─Darcy, no deberías volver a hablarme, y menos justificando. Sacar el tema para defenderme no está bien. Yo no quiero eso para ti ─me reprochó.

─Pero no querías hacerme daño.

─Pero lo hice, te lastimé ─exclamó molesto─. Quedaste malherida porque en su momento era un adolescente estúpido y no entendía.

─¿Yo quedé malherida?

Escuché un lamento de su parte, casi un sollozo.

─Perdón por hacerte creer que no. Parece que ni siquiera te acuerdas, y me perdonas esto pero... ¿No recuerdas en serio cómo lloraste en mis brazos pidiendo perdón por algo que ni siquiera era tu culpa?

─¿Alguna vez me culpaste? ─cuestioné. Me temblaba la voz y me senté en la tapa del inodoro.

Una respiración. Un silencio.

─Por supuesto que lo hice. Teníamos dieciséis y yo nunca acabé de comprenderte ─admitió. Lo imaginé en su habitación, quizás sin camisa, con la luz de la noche dándole en el pecho y recostado con su teléfono─. No creí que llamaras. Y suenas ebria.

─Lo estoy, un poco.

─¿Ahora eres de esas que llaman al ex estando ebrias? ─bromeó haciéndome reír.

Pero todavía se sentía diferente, aún sentía un vacío que me hacía doler.

─Te extraño mucho ─una pausa─. Pero no quiero volver, porque sí recuerdo y todavía veo tus manos en mis pesadillas a veces. Es extraño.

─Podemos hablar cuando estés sobria, y si todavía me extrañas así, iré a verte, lejos, sin poder acercarme mucho a ti. ¿Te parece?

─¿No confías en mí? ─pregunté.

─No confío en mí aún.

─Pasaron dos años.

─Y aún recuerdo todo lo que te hice.

─¿Cómo es que para todos eres tan malo y yo no te recuerdo así?

Silencio otra vez.

─Uno siempre idealiza a su abusador, Darcy. Yo... Lamento ser el tuyo.

Cortó.

Me quedé mirando el celular. Molvai no era malo, no según yo, pero ¿y si tenía razón? ¿Y si no era importante el hecho de sus intenciones sino de sus actos?

¿Qué me diría Evan si estuviera despierto?

─Aunque no quisiera, lo hizo ─recordé burdamente sus palabras.

Molvai sabía que me había lastimado, y aunque pareciera arrepentido, él mismo no confiaba en él.

¿Eso debería asustarme?

«¿Cuándo dejará de doler?»

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Entre mis flores y tu atípica ira© | CARMESÍ #2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora