32 | Ya no estás, pero tampoco te vas

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D A R C Y

Era una locura, ¿era una locura? Estaba en la puerta de Evan a las nueve y diez de la mañana, en pijama, con sólo mi corazón y una hoja de papel con una declaración escrita para no olvidar nada.

Toqué la puerta entonces, esperando. Oí un “¡Ya va!” proviniente de una mujer. Supuse que la madre de Evan, ¿o no? Aunque ella no vivía allí.

Fruncí el entrecejo y la puerta se abrió, volvió a lloviznar.

Era él, también en pijama y aparentemente sin dormir, alarmado. Cuando me vio, suspiró con lo que parecía ser alivio.

─Gracias al cielo, eres tú.

─No, no, escúchame ─comencé a gritar─, no puedo creer que fuiste tan cobarde...

─Darcy...

─Y además besarme, tú, descarado...

─Darcy, por el amor de...

─Y luego irte y renunciar y agh.

─Ginnylle, escúchame, joder ─me interrumpió y así mismo una voz a la distancia lo interrumpió a él. Era una voz que reconocía de la secundaria.

¡Evan! ¿Vienes?

Abrí los ojos y la boca con fuerza y asombro. De repente me sentí la chica más tonta del distrito.

─Está Mon, Dios mío, qué estúpida soy, está tu ex en tu ca...

─Darcy, me gustas, Ginnylle, ¿lo entiendes? Yo no la invité, pero está hablando ahora mismo con mi mamá en mi sala mientras Bael está encerrado en su cuarto, posiblemente llorando, y Javier discute con los trillizos al mismo tiempo. ¿Puedes, por favor, entrar?

Dijo todo eso tan bajito y rápido que me sentí regañada, pero luego, asentí. Sin llegar a siquiera darme cuenta Evan cerró la puerta rápido y me hizo correr hasta una pared junto a la escalera. Mon, la madre de Evan y el padre de Evan estaban charlando incómodamente en el comedor principal, y Evan estaba acorralándome contra la escalera del otro lado de la pared de ese mismo sitio.

─¿Evan, quién era? ─preguntó el padre en una voz tensa. Parecía que las visitas lo alteraban. Evan me miró a los ojos, se llevó un dedo a los labios y dijo “Sh”.

─¡Solo un cartero con la dirección equivocada, ahí voy! ─mintió y volvió a mí─ Quiero que sepas que esa no era la manera en la que quería declararme, pero no parabas de hablar y me pones muy nervioso cuando no dejas que te explique las cosas.

─También me gustas, y mucho ─le contesté sonriendo suavemente, viéndome gentil sin tratar─. ¿Por qué están ellas aquí?

Evan suspiró y se acomodó el cabello.

─Bueno, antes que nada, debemos salir de aquí, pero sintetizando... Javier hizo un desastre con mamá y ahora ella vino en la madrugada a hablar sobre la tenencia de Bael ─explicó. Por sus ojeras parecía que no había dormido en toda la noche, y su voz, aunque hablara rápido y poco audible por el volumen, era rasposa, como ronca, como cansada y arrastrada─. Y Mon... Ella...

─¿Es malo?

Los ojos de Evan fueron al piso, apagados. Entonces habló lento, y fue la primera vez que lo oí tan confundido.

Entre mis flores y tu atípica ira© | CARMESÍ #2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora