D A R C Y
Estaba demasiado ocupada mirando los autos irse mientras esperaba el mío. Hacía frío, pero no había llevado algo para ponerme. No esperaba esa frescura. Tampoco esperaba cuando un saco me cubrió.
─¿Podemos hablar? ─dijo Evan detrás mío, dejándome ver la camisa blanca y el chaleco, haciéndolo parecer un pingüino─ Solo te fuiste y yo...
─Felicidades por el trabajo.
─Yo... No me digas eso.
─¿Por qué? No es algo malo.
─Lo es para mí ─sin previo aviso me tomó del brazo llevándome hacia él, abrazándome con fuerza─. Lo lamento.
─Está bien, Evan, no necesito el trabajo ─murmuré desde su pecho. Chasqueó la lengua. Quise separarme a verlo, pero con la poca luz de las calles y la entrada del restaurante veía poco probable distinguir su cara de las sombras.
─Es que sé eso. Querías el reconocimiento de lograr algo ante mí y ante toda esa gente estúpida que te dijo que no podías, y...
Me separé antes de que siguiera hablando, pero solo la cabeza. Mis manos estaban en su espalda, por debajo de sus brazos, y las suyas estaban en mi cintura, dándoles calor. Lo miré a los ojos y le sonreí.
─Y estoy feliz porque tú lo obtengas, porque tú lo necesitas, y yo sé que puedo, pero no es lo que quiero ya ─en la oscuridad todavía veía el brillo de sus ojos al verme, sentía su respiración en el aire, su aroma, sus músculos tensarse.
Aún sin poder ver, apenas oír y costando sentir, él era algo extraordinario que no se adaptaba a esos obstáculos. Fue por eso que mi corazón fue más de prisa cuando nuestras miradas se cruzaron y nos acercamos sin pensar. Su aliento suave me pegó en el rostro, y supe que mi olor también.
Sus ojos en mis labios. Los míos en sus ojos, pero luchando contra el impulso.
─¿Y qué es lo que quieres ahora? ─preguntó, se me escaparía un chillido en cualquier momento de la emoción.
─Yo... No lo sé... Es decir, sí lo sé pero...
─¿Pero...?
Había ilusión en sus ojos. Me alborotaba el corazón. El cielo nublado hizo sonido.
─Pero no quiero arruinarlo.
Entonces vi sus ojos prenderse, como con fuego.
Entrabrió la boca, dejándome ver sus exhalaciones fuertes en el aire frío. Su pecho subió y bajó.
Me sentí tan bien.
─Entonces, te mostraré lo que yo quiero, y lamento si lo arruino, pero no quiero verte más en ropa divina, perfectamente arreglada y tan inalcanzable para mí, estoy harto de que seas tan bonita, graciosa, inteligente y asombrosa.
Tomó mi nuca con su mano izquierda, decidido. Y antes de hacerlo, aclaró:
─Ni te atrevas a fingir que no lo viste venir.
Casi no vi venir el beso, debía admitirlo. Esperaba que algo interrumpiera el momento o alguien captara como mi corazón hacía una voltereta en mi pecho rodeado de fuegos artificiales, pero estaba de lo más tranquilo en mi tórax. Y Evan...
Oh, el corazón de Evan sí estaba por explotar. Apoyé mis manos en su pecho cuando me besó, sentía que latía a mil por minuto. Era como si estuviera cayendo sin paracaídas por una pendiente, y aún así decidía seguir.
Sonreí en el beso. Me acerqué más. Mi pie se levantó como en las películas, y comenzó a llover sobre nosotros, pero eso no me distrajo.
Su sabor era fresco, su aroma era mentolado con fresas, su agarre me estaba poniendo nerviosa. Era suave, pero apretaba, ajustaba, parecía desesperado por más cercanía.
Su respiración se agitó y me atrajo aún más. Ambos, casi al mismo tiempo, nos separamos abruptamente, mirándonos mientras nos mojábamos por el cielo. Evan me volvió a besar, ahora rápido y corto, como una despedida.
─Me tengo que ir, no quiero que respondas aún ─excusó, poco a poco se separaba. El auto de Ariela llegó por mí.
─No, no, ey ─llamé, pero era demasiado tarde, Evan estaba entrando.
─No respondas, hay algo que debo hacer antes. ¡Te veo el lunes!
Y sin gritar nada más, entró al restaurante. Ari me hizo subir a su coche, y entonces viéndome toda empapada y con el labial algo corrido por el beso, exclamó sin arrancar:
─¿ME VAS A CONTAR?
Y cuando arrancó, solo pude tocar mis labios.
E V A N
Me encerré en el baño con la respiración agitada, recordando todo, repasando paso a paso. Entonces, me detuve a pensar.
─¿Acabo de...?
─Sí, amigo ─dijo Molvai desde los lavavos─. Acabas de besar a mi ex.
Cerré los ojos con pena. Aún así, él sonrió.
» Ni se te ocurra fingir que lo sientes.
❀❀❀
ESTÁS LEYENDO
Entre mis flores y tu atípica ira© | CARMESÍ #2 ✔
RomanceEvan Rojas es un hombre con una sola idea en su cabeza: Conseguir trabajar en la tienda de plantas del señor Guille y heredarla cuando él se jubile. ¿Por qué? Es sencillo: Evan tiene 7 hermanos que alimentar, un padre con el que no se lleva bien y u...