04 | No tendrías muchas fanáticas

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D A R C Y

Era mi momento, finalmente era mi momento.

─No es tu momento ─mencionó mi papá algo decepcionado.

Él volvió su mirada a los libros que estaba ordenando en su biblioteca personal. Abrí la boca, ofendida.

─¿Por? ¡Puedo ir sola! Ya no tengo ocho años, ¡préstame tu auto y haré yo las compras esta semana!

─Cycy, sabes que te amo, ¿cierto? Y que jamás te mentiría.

─Suelta la sopa, anciano.

─Eres un asco conduciendo, ve con Ariela y que ella esté al volante. Tú no.

Ni se inmutó, aleluya, quien dijera que tenía la conciencia limpia no sabía qué tanto.

─Pero...

─Sin peros.

─¿Al menos puedo llevar la lista yo?

─Pregúntale a Ariela, ella está al mando hasta que vuelvan ─soltó una risita ronca y me miró─. Boom.

Un flechazo en el recto dolía menos.

E V A N

Zac me pegó un codazo en el pezón desde el sillón de la sala, todo por pelear con Rowan por el billete de un dólar que tenían entre las manos, obsoleto en nuestro distrito pero igual lo querían.

Nunca más intentaría separarlos mientras pelean. Un flechazo dolía menos.

Bael cooperó junto a mí y a Percy, y entre los tres separamos a los gemelos, seguramente todos pensando cómo haríamos cuando fueran adolescentes, porque de ocho años no tenían nada.

─Debimos darles uno para cada uno ─mencioné entredientes.

─¿Vos crees? ─contestó sarcástico Bael. Cuando ellos dejaron de forcejear, nos relajamos─ Ey, Evs.

─Lo sé, las compras ─asentí cansado─, ¿me acompañas tú? Necesito unos brazos fuertes.

─Percy, ni lo intentes ─bromeó Gamora, palmeando el hombro a Perseo antes de pasar. Él giró los ojos.

─¿Sabes? Que seas mi hermana no te da el derecho a hacerme bodyshaming.

─¿Entonces vendrás? ─preguntó Bael contento, Percy se escandalizó.

─Ni de chiste, pero suerte, llévense mi auto y lo quiero sin un rasguño. ─pidió arrojando las llaves a las manos con guantes sin dedos de Bael. Él me observó sonriente hasta que Percy dijo:─ Y Bael no conduce.

Su sonrisa se borró y me eché a reír. Esto iba para largo.

─Pero ya estoy en edad.

─Tienes trece, cállate ─reí tomando las llaves de las manos de Percy.

Para cuando llegamos nos disipamos, cada quien por su lado, Bael iría por los placeres de ocio, tales como algún juguete para los gemelos, algo de marca y cosas que necesitáramos pero que no fueran esenciales. Tenía un presupuesto límite.

Yo me fui directo a los comestibles, primero pasé por las carnes, luego por los lácteos, y finalmente estaba en las verduras.

Mi carrito ya estaba lleno, el aire acondicionado del lugar hacía que todo se conservara en el frío, agradecía internamente que Bael hubiera llevado uno propio.

Entre mis flores y tu atípica ira© | CARMESÍ #2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora