Antes | Ella

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Drake

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Drake

Volví a cubrir el rostro de la víctima. Expresión de horror, cuello destrozado y marcas profundas de garras en su cuerpo. Si hubiera estado en medio del bosque, podía existir la teoría del ataque de un animal, sin embargo, estaba tendida en la sala de su casa, con una puerta forzada y todo lo demás cerrado. Alguien había ingresado y atacado como una bestia. Como un Maldito de Aithan.

—¿Qué opinas? —me preguntó el jefe de policía de la zona. Tenía a cargo demasiadas poblaciones con su escaso y poco preparado personal.

—Lo que atacaba en el pueblo vecino, ahora está aquí —respondí.

—¿Ustedes podrán hacerse cargo?

—Sí.

No era que tuviera mucho conocimiento sobre quiénes éramos y el resto de detalles de la realidad de la que formaba parte, sino que era descendiente de una de las familias originarias y sabía que habían límites de lo que podía ocuparse y donde debíamos intervenir nosotros. Eso era todo lo que le importaba, pues era consciente de que había criaturas "místicas" que estaban fuera de sus capacidades. Que fueran supersticiosos y prefirieran no hacer preguntas era ventajoso.

Revisé la hora en mi celular.

—Saldré a hacer una llamada. Ya pueden hacer el levantamiento del cuerpo. No dejen que nadie lo vea —indiqué.

Salí de la vivienda hacia la vereda. La casa estaba frente al parque principal del pueblo, pero detrás tenía el bosque. Era casi la medianoche y la luna llena brillaba en el cielo. Había poco movimiento de personas, mas en la distancia podía escucharse la música de una fiesta.

Marqué el número de Corinne y respondió casi al instante.

—Hola, amor —saludó.

—Hola.

—¿Estás bien? Suenas cansado.

—Ha sido un día pesado. Muchos cadáveres —repliqué.

—¿El Maldito de Aithan que están cazando?

—Sí —suspiré.

—Ten cuidado y trata de descansar. No tienes por qué estar al frente todo el tiempo —dijo—. ¿Ian está contigo?

—Sí. Está revisando la zona con Bryan.

—Promete que vas a descansar. Está bien si no quieres decirme qué es lo otro que te pasa, pero exponerte como lo estás haciendo no es la solución.

No le había contado sobre que descubrí hacía unos días que mi tío no estaba muerto y que me costaba estar en la misma habitación que mi abuelo. Estaba molesto porque me lo ocultó, por eso prefería estar lejos de casa. Estar sin Corinne lo hacía más difícil.

—Desearía que estuvieras aquí —admití.

—En un par de semanas estaré para llenarte de besos y mimarte.

Asentí, como si de verdad la tuviera en frente.

Del otro lado de la calle, noté a una joven que caminaba apresurada hacia el interior del parque. Por la hora, me pareció extraño que se expusiera de esa manera. Claro, la población era reducida y rara vez se cometía un crimen, pero por sentido común —y el mismo instinto— entrar a un parque con tanta vegetación, desolado y a altas horas de la noche, no era prudente.

—¿Drake? ¿Escuchaste lo que dije?

—Yo también te extraño —respondí, mas sin dejar de mirar hacia la dirección que tomó la chica.

Por el mismo camino por el que la desconocida había llegado, transitó un hombre sospechoso que cubría lo más posible su cuerpo.

—Te llamo en un rato, ¿te parece? Tengo que ocuparme de algo.

Le colgué a mi novia antes de que se despidiera. Atravesé la calle y fui a asegurarme de que el hombre no fuera un peligro para la joven.

Ingresé al parque. No veía a la joven, pero sí me encontré con el hombre acostado en una banca; apestando a alcohol. La brisa agitó los arbustos y árboles a mi alrededor y llegó a mí un dulce aroma que me hizo humedecer los labios, mas a la vez sentir mi garganta seca. Podía escuchar un llanto.

Había un hormigueo recorriendo mi cuerpo y, conforme avanzaba, el olor que me llamaba se fue intensificando. Era extraño, porque opacaba cualquier otro tipo de fragancia y nublaba mis sentidos. Y, como si fuera un niño sin control sobre su esencia lobuna, perdí el agarre de mi cáscara humana.

Por reflejo, lo primero que hice fue esconderme entre los arbustos. Exponerme y darle un susto a un humano a mitad de la noche no era algo que deseara. Sin embargo, al haberme ocupado de eso, el aroma seguía causando estragos. Más allá de buscar volver a mi forma humana, lo que necesité fue descubrir el origen.

Se fue haciendo más fuerte, así como el llanto más cercano. Miré a través de los arbustos y vi a la joven de antes sentaba en el borde de una fuente. Estaba hecha pedazos, con el rostro oculto en sus manos, y su frágil cuerpo estremeciéndose por la tristeza que la abarcaba.

¿Era ella la que olía así?

Pausó su llanto. Un gato había chillado; y fue acompañado después por un aullido que no fue mío. La chica alzó la vista. La tenía frente a mí y de manera inconsciente salí de las sombras. Confirmé que me había notado por el miedo que se reflejó en su rostro. Y empezó a correr, llevándose con ella la fragancia que no era capaz de dejar ir.

Sin darme cuenta, reaccioné persiguiéndola. Mi mente se inundó de preguntas sobre ella y de las ansías de impregnarme en ese exquisito aroma. El ruido de su corazón acelerado lo oí dentro de mi cabeza; retumbando y haciéndome entrar en contacto con algo primitivo que debía permanecer encadenado.

La derribé; estando fuera de mí y enloquecido por la urgencia de inhalar el aroma de su cuello. Se sacudía y lo que yo necesitaba era que se quedara quieta para poder descubrir cómo ser libre de esa atracción desmesurada. Su brazo se interpuso y mis dientes se hundieron en la extremidad.

Saboreé su sangre.

Y me perdí. 

 

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La Redentora | Trilogía Inmortal III [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora