Una masa negra se manifestó, naciendo en el punto donde ella se encontraba. Fue esparciéndose y tragándose a los entes hacia una oscuridad absoluta. La sensación de peligro en mi interior hizo que me alejara de la escena.
Cuando llegué al borde del bosque, con la masa rozándome la punta de la cola, detuvo su crecimiento. La materia se evaporó, llevándose consigo cualquier rastro de los fantasmas. Al detallar mejor el suelo, distinguí una mancha oscura en el terreno, el mismo que había sido tocado por la masa.
Después de percatarme de que era seguro pisar la tierra, fui por Jullie. Su cuerpo continuaba tendido, pero en silencio. Cualquier indicio de césped o arbustos había dejado de existir. Era como si en lugar de esa masa, un gran incendio hubiera arrasado con la vida en este tramo.
Jullie respiraba. Su costado sangraba.
Volví a mi cáscara humana y me arrodillé junto a ella para tomar su mano.
—Ya los fantasmas no están. Puedes abrir los ojos —dije—. No sé qué hiciste, pero fue... asombroso.
Para no decir aterrador. El miedo debía mantenerlo muy presionado en mi interior para que no saliera a la luz. Y Jullie no debía notarlo. Temerle a su poder no la ayudaría a controlarlo. Eso lo tenía claro.
Jullie abrió los ojos. Limpié la humedad que quedaron en ellos por las lágrimas que derramó.
—Ya no siento a ese brujo cerca —susurró.
—Yo tampoco.
Lo que sentía era la presencia de Jullie que empezaba a parecerse a lo que Zigor manifestaba en la boca de mi estómago, pero leve: materia orgánica en descomposición.
—Estás sangrando —agregué cuando buscó levantarse.
—Me lo merezco. Fui imprudente.
—Habrá que posponer la visita al bosque. No estás en condiciones y no podemos quedarnos aquí.
—No, tengo que ir. Llévame —insistió.
Viéndome reflejada en ella, en cada episodio de entre terquedad y toque de locura, cambié de forma y la ayudé a subirse de nuevo sobre mí. Yo conocía muy bien esta voz interior que debía continuar empujándola hacia el bosque. Intuición, la diosa, o cualquier otra fuerza que pudiera guiara los pasos de los seres vivos. Eso era lo de menos. Conmigo, o sin mí, ella tenía que encontrar su destino en ese bosque. En algún lado ya estaba escrito así.
A diferencia de otras fuentes, su sangre no me provocaba. Incluso me causaba una especie de repulsión sentirla contra mi pelaje.
Atravesamos la primera hilera de árboles. El mismo ambiente pesado se percibía en el bosque; sin sonidos de vida y como si al aire que circulaba entre los troncos careciera de suficiente oxígeno. Fue inevitable no evocar la vez que estuve allí con Drake, donde quizá comencé a dudar de en qué lado estaba mi lealtad luego de sus mentiras y de ese beso.
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La Redentora | Trilogía Inmortal III [COMPLETA]
WerewolfLa traición de Vanessa destruyó la última esperanza de salvación para Drake. Ya no tendrá freno para su sed de poder y el brujo que lo acompaña se esforzará por poner el mundo a sus pies. Alejados del mundo, armarán su plan para obtener lo faltante...