Capítulo 26 | El pilar que nos sostiene

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Todavía tenía fresco el rostro de Kevin en mi mente

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Todavía tenía fresco el rostro de Kevin en mi mente. Esa expresión de paz. Esa sonrisa de alivio. ¿Por qué había tenido que ser así?

Todavía podía oler la sangre. Su sangre, por encima del resto. Y, por primera vez en mucho tiempo, no quise probarla. No la de mi amigo que acababa de sacrificarse por mí. No la del Hijo de Diana atormentado que transportó granadas en su cuerpo por si ese escenario se presentaba. No la del Kevin que parecía haber estado esperando la oportunidad precisa para irse.

No pude responder a sus palabras de afecto. De agradecerle por haberme protegido en tantas ocasiones. ¿Llegó a entender lo que significó para mí?, era la pregunta que con más ruido circulaba en mi mente.

Alan se movió detrás de mí, robándose mi atención. Su agarre cobró fuerza y apretó mi mano antes de depositar un beso en la parte de atrás de mi cabeza. Se había quedado dormido abrazándome. Sé que yo pude hacer lo mismo por un par de horas, pero luego las imágenes de lo ocurrido me sacudieron el sueño. Sin embargo, pese a ello, permanecí junto a él.

En esos dos asientos alargados de restaurante que Alan había juntado para poder dormir, lloré y fui consolada por él.

—Parece que ya amaneció —murmuró.

Al mencionarlo fue que me percaté de que los rayos de luz entraban a través de la amplia ventana frontal del restaurante, empezando a iluminar cada vez más nuestro alrededor. Pronto comenzarían los preparativos para reabrir el local. Pronto habría que levantarnos y afrontar ese nuevo día.

—Así parece —repliqué.

—¿Pudiste descansar un poco?

—No tanto.

No iba a mentirle. Aunque todavía no fuera mi reacción inicial, ahora más que antes podía apoyarme en él. Quise poder ser consolada por Alan. Ya no era como las tragedias que tuve que enfrentar sola.

Me di la vuelta para poder besarlo. Luego lo abracé, necesitando unos minutos adicionales de solo nosotros. Sin embargo, era consciente de que cualquier lapso de tiempo sería insuficiente.

Se oyó el rechinar de una puerta. Ambos ojeamos hacia la que daba acceso al almacén del local. Josh se acercaba a nosotros.

—Se acabó la noche romántica —dijo Josh—. Ya Samuel está aquí, Alan.

Con la muerte de Kevin y la adquisición del arma de los cazadores, Alejandro se había encargado de contactar a Los Arcturus y Samuel fue quien involucró a Josh, su futuro cuñado. El compromiso con Astrid Harcos continuaba vigente.

Alan hizo a un lado la porción del mantel que lo cubría y se levantó. Se había dormido con la misma ropa del día anterior.

—Deja que Vanessa descanse otro rato —pidió.

A pesar del amor detrás de su gesto, no era algo que haría. Quedarme lamentándome no era la manera de lidiar con mi pena. Actuar y maquinar cómo detener a Drake, sí. Evitar perder a más seres queridos lo era.

La Redentora | Trilogía Inmortal III [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora