Capítulo 29 | La fatídica dinámica del destino

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Yo ya llevaba rato despierta cuando Drake regresó

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Yo ya llevaba rato despierta cuando Drake regresó. Me encontraba acariciando el cabello de Ethan, quien se había vuelto a quedar dormido en mi regazo. Seguramente no había podido descansar bien desde que llegó allí.

—No te lo llevarás —dije.

—¿Todavía piensas desafiarme? —cuestionó—. ¿Quieres hacerlo frente a él?

Sacudí ligeramente a Ethan para que se despertara.

—Escóndete bajo la cama y cierra los ojos —le susurré.

Ethan miró a Drake y no necesitó de más para obedecer.

—No te lo llevarás —repetí levantándome.

En mi camino hacia él, cambié de forma. Drake también lo hizo, adoptando una musculatura y rasgos más exagerados que las de un Maldito de Aithan. Pretendió agarrarme, pero reboté contra la pared y pude clavar mis dientes en su muslo. Me retiré con rapidez, antes de que pudiera atraparme con sus garras. El sabor fue desagradable.

—Ahora eres como una mosca fastidiosa —dijo en su voz grave.

Esa percepción no estaba mal. Si fastidiar era entorpecer sus planes, eso era justo lo que quería.

Avancé con movimientos en zigzag, evitando de nuevo con éxito sus garras. Pude depositar mordiscos en su otro muslo, cadera e incluso uno de sus brazos antes de ir por su cola. Necesitaba desestabilizarlo y derribarlo.

Sin embargo, antes de que pudiera tirar de ella, la sacó de mi alcance. Con una velocidad que no había mostrado antes, giró y logró agarrar un puñado de mi pelaje. Fue suficiente para demorarme y poner sus garras sobre mí.

Me empujó con fuerza contra el suelo. Busqué reincorporarme, pero el impacto que recibió mi cabeza me dejó aturdida por unos instantes. Casi enseguida, tuve sus manos alrededor de mi cuello y su rodilla haciendo presión en mi estómago. Volví a ser humana, al igual que él; su peso siendo abrumador.

—Tú sola no puedes contra mí —dijo antes de apartarse.

Fue hasta la cama y haló a Ethan para sacarlo de su escondite. Frustrada, no pude hacer más que verlo llevárselo. Se había estado conteniendo hasta el último instante; jugando conmigo.

Me recosté sobre mi costado y llevé las rodillas al pecho para abrazarme. Me quedé un rato allí, pensando en cuánto odiaba a Drake.

En cierto momento, me levanté. No podía quedarme abatida, pero tampoco había una manera de salir de allí por mi cuenta. Era una celda de los Cephei. Comencé a caminar de un lado a otro.

Hasta que, el visor de la puerta deslizándose hizo que me detuviera. No se trató de Drake, ni de Zigor.

—Vanessa. —Era Jullie—. No te acerques a la puerta.

Sin moverme de mi lugar, vi atónita cómo Jullie, de alguna forma, arrancó la puerta de sus bisagras. La aleación perfeccionada no evitó que la puerta fuera succionada hacia el pasillo. Y todo sin ningún tipo de ruido estruendoso.

La Redentora | Trilogía Inmortal III [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora