Capítulo 12 | El llamado del bosque

147 28 14
                                    

Por una corta ventana de tiempo, todas las miradas se mantuvieron fijas en las cabezas de Clovis y Daria, y sus cuerpos inertes sobre el escenario

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Por una corta ventana de tiempo, todas las miradas se mantuvieron fijas en las cabezas de Clovis y Daria, y sus cuerpos inertes sobre el escenario. Lo que evitaba que fuéramos solo una bolsa de tejido y sangre, había roto su conexión y ellos ya no estaban.

La imagen cruda de la pareja alfa ejecutada de manera tan inescrupulosa era la muestra de que los cazadores podía hacer con nosotros lo que quisieran. Y ese pensamiento debía estar rondando en la mente de cada Hijo de Diana presente. Nos habían domesticado.

Luego, dándole un giro al discurso dado por Josh, el caos se desató.

Las cabezas no habían terminado de quedar inertes, cuando unos silbidos perforaron el aire y los cazadores verdugos cayeron muertos con un disparo en la frente.

—¡No son nuestros amos! —fue el rugido de subversión que provino de diferentes fuentes a mi alrededor.

Viendo todo desde mi asiento con las manos esposadas, fue completamente inesperado que Hijos de Diana empezaran a adquirir su forma lobuna para desafiar a los cazadores.

Dejé de sentir la mano de mi custodio en mi hombro. Los Hijos de Diana rebeldes iniciaron su ataque y los cazadores desenfundaron sus armas para defenderse.

Disparos.

Rugidos.

Órdenes.

Sonidos de lucha.

Olor a sangre.

Todo eso ocurría a mi alrededor entre desconocidos y otros más familiares. Yo estaba en medio del caos, pero no tenía un motivo por el cual abandonar mi silla. Ser aplastada, o ser el destino de una bala perdida no me preocupaba. Mi vida acabaría de igual manera. Como había dicho Josh, yo también era responsable de lo que sucedía. Por no verlo antes. Por no perder la esperanza antes. Por no haberlo matado cuando podía acercarme lo suficiente.

Una fracción de los Hijos de Diana presentes, los que escogían la comodidad de la correa alrededor de su cuello, se enfrentaban a sus hermanos. Otros buscaban cómo alejarse de la pelea. Era difícil distinguir quiénes eran Cephei, Arcturus, o miembros de las manadas menores.

Josh ya no estaba en el escenario; solo los cuatro cuerpos y salpicaduras de orígenes distintos. Los asientos que me rodeaban estaban igual de vacíos ya; algunos hechos trizas. La única que compartía mi estado de disociación era Laila, quien no me preocupé en notar hasta que se puso de pie para recoger la cabeza de su madre, la cual acababan de empujar al suelo.

La vi aproximarse arrastrando sus pisadas y siendo indiferente a su entorno. No le dio importancia al cazador que le estaba ganando la batalla al lobo que lo atacaba. Tampoco en cómo ese cazador se fijó en ella mientras se llenaba las manos de sangre.

El impulso de apartarla del peligro fue lo que animó mis extremidades. Por supuesto, el cazador me vio también y no fue difícil decidir cuál era un mejor premio. Aunque Laila fuera hija de los conspiradores que acababan de ejecutar y uno de los pilares que le quedaban a los Pólux, yo no dejaba de ser asociada con Drake y sus crímenes.

La Redentora | Trilogía Inmortal III [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora