Antes | Vínculo

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Drake

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Drake

El hecho de no haberla matado esa noche, no me consolaba. No era necesario asesinar para arrebatarle la vida por completo a una persona. Sentía desprecio por mí mismo y me costaba comprender, incluso habiendo transcurro ya varios días, cómo pude perder el control de esa manera. Yo, quien había sido formado para ser la cara de los Cephei y en un futuro el alfa de la manada. ¿Con qué moral podía ser un buen líder luego de lo que hice?

—Lo mejor es que te vayas por un tiempo.

Alcé la vista de la alfombra y miré a mi abuelo, quien estaba en su escritorio al otro lado de su estudio. Todavía no le perdonaba que mantuviera oculto que mi tío continuara con vida, sin embargo, era el único al que pude acudir cuando recobré la razón. Ni siquiera se lo había dicho a Corinne aún.

—No creo que sea necesario. No sé qué me pasó esa noche, pero no dejaré que ocurra otra vez —contesté.

—Drake...

Oí el sonido de las rejas del estacionamiento frontal abriéndose. Ambos sabíamos qué significaba: la joven que mordí y convertí en Hija de Diana acababa de llegar. Mis manos picaron por mover ligeramente la cortina junto a mí y ojear hacia el exterior.

—Todos sabrán lo que pasó. Irme es como tratar de esquivar mi vergüenza. Tengo que dar la cara —repliqué, intentando esconder lo atento que estaba a los ruidos del otro lado de esa ventana en la planta inferior.

—Puedes acompañar a Corinne en la visita a sus padres y convivir con ellos. Ella no tiene por qué enterarse todavía de esto, ni tú descuidar tus deberes por un error.

Apreté los dientes, volviendo a recordar esa noche. Pensando de nuevo en la imagen de la joven huyendo de mí. Visualizándola de nuevo debajo de mí. Saboreando de nuevo su sangre.

Mis dedos se deslizaron por el borde la cortina. Me dije que solo ojearía un instante con la excusa de confirmar que era la chica correcta. Y lo hice justo a tiempo, porque ella precisamente era halada por el estacionamiento. Con la cabeza descubierta y su cabello revoleteando por el viento, como si sintiera mi atención sobre ella, alzó el rostro y su mirada se cruzó con la mía.

Se asomó en mí ese extraño impulso de ansiar sumergirme en ella, en su olor, en su piel, en su sangre. Una cantidad excesiva de saliva se empezó a acumular en mi boca y mi corazón se aceleró. Quise poder atravesar esa ventana y convertirla en mi presa.

—¿No me estás escuchando, cierto?

Tuve que hacer un gran esfuerzo para romper mi conexión visual con la chica y apartarme de la ventana. Encaré a Arthur y arrastré mis pisadas hacia el sillón frente a él. Me aferré del espaldar para obligarme a permanecer allí.

—Todavía quieres beber de ella —añadió mi abuelo. Y no había sido una interrogante.

—¿Por qué me siento así? No soy un Maldito de Aithan y jamás había sentido la tentación de la sangre. Yo solo la vi y su olor...

—El problema no solo es el vínculo de conversión, Drake. Hay algo más. Por eso es mejor que te vayas un tiempo —explicó.

—¿Algo más? ¿Qué quieres decir con eso?

Rodeó el escritorio y colocó su mano en mi hombro. No era común verlo preocupado y eso me puso más nervioso.

—Tienen una deuda del pasado y la diosa quiere que la salden.

—¿Deuda del pasado? —cuestioné confundido—. Ni siquiera sabía cómo se llamaba hasta esta mañana.

Su mirada se suavizó, como solía hacerlo cuando pretendía darme una lección.

—No me refiero a esta vida. Tienes que irte y alejarte, porque temo lo que ella pueda hacerte a ti. 

 

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La Redentora | Trilogía Inmortal III [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora