Antes | Encrucijada

73 16 5
                                    

Drake

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Drake

Me di la vuelta y me encontré con la espalda desnuda de Vanessa. Compartíamos la misma sábana y en algún punto de la siesta se había retirado hacia el otro borde de la cama. Sus respiraciones eran estables y profundas. Su cabello estaba esparcido sobre la almohada. Allí estaba ella, entregada a mí y demostrando cuánto —al igual que yo— había necesitado ese escape de la realidad en la manada.

Como si hubiera sentido mi mirada sobre ella, o sentido de alguna manera mi deseo de ser de nuevo el centro de su atención, Vanessa miró sobre su hombro. Al verme despierto y atento, acomodó su porción de sábana y giró hacia mí.

—¿Llevas rato despierto? —preguntó todavía somnolienta.

Me acerqué más a ella. Mi movimiento hizo que su nivel de alerta aumentara y alimentó mi ego al —a pesar de lo que acabábamos de hacer un par de horas antes— mostrar su expectativa y disposición a mi siguiente acción. Sin embargo, en vez de besarla, retiré un mechón de su rostro.

—Acabo de despertar —susurré—. ¿Qué opinarías de que viviéramos en una cabaña como esta?

—¿En una cabaña? ¿Lejos de los Cephei?

Mi intención no había sido que su mente se fuera tan lejos. No obstante, sabía que seguramente Vanessa le daba vueltas a nuestra situación más que yo. Analizaba cada ángulo. Fantaseaba con la llegada de una solución que terminara con la crítica y culpa que giraba en torno a nuestra relación. Esperaba pronto poder darle eso.

—Solo piensa en la cabaña —pedí para mantenerlo simple y prolongar esa burbuja de tranquilidad—. ¿Te gustaría?

Vanessa comprendió mi deseo silencioso y sonrió antes de volver a tenderse sobre su espalda—. Sería lindo. Pero de dos pisos y con jardín.

—¿Ah, sí?

—Sí. Espaciosa y con buena vista.

Fue mi turno de sonreír a imaginármelo. Lejos del escrutinio, del pasado, de las responsabilidades heredadas y del conflicto. Solamente nosotros. Horas y horas de estar como estábamos en ese momento; sin ser conscientes de que había una realidad a la cual regresar.

Fui más allá y deposité un beso en sus labios.

—Me gusta la idea —declaré.

Acaricié su rostro. Sujetó mi muñeca y besó la palma de mi mano, donde seguía visible y sensible la cortada con la que liberé a Zigor de su prisión. Por haberme salvado la vida, mi sangre rompió el sello. Ya había transcurrido casi una semana de ello, en la que la sugerencia de Wallace sobre recuperar mi puesto en la línea de sucesión continuaba circulando por mi cabeza, pero sin convencerme aún por las implicaciones que tendría. Zigor desapareció y no se había vuelto a manifestar, lo que me daba espacio para pensar.

¿Cómo decirle a Vanessa que me retractaría de esa prueba de fe que di con lo nuestro?

—Todavía no termina de sanar —murmuró Vanessa.

—Le falta poco. Por eso enfrentar a un Kaan es peligroso —repliqué.

Me refería a una de las clases de vampiros más peligrosas. Era una mentira inofensiva que le dije para mantenerla ajena de mi alianza con el brujo. No había necesidad de involucrarla y poner más preocupaciones sobre ella. Cuando fuera el momento indicado lo haría, con los planes más claros y bases sólidas para construir lo que quería poder ofrecerle.

—¿Enviarte a esas misiones no es un castigo por ya no querer ser alfa? —cuestionó—. Me preocupa que pongas tu vida en peligro así.

—No es un castigo, caramelo. Simplemente ya no tengo por qué ser tan cuidado. —Besé su frente—. Nada malo pasará. Gracias a ti soy más fuerte que antes. 

La Redentora | Trilogía Inmortal III [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora