II Renunciar

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Cuando llegué a casa me sentí tan agotada que me metí a mi habitación a dormir y no preste realmente atención a nada ni nadie. Al día siguiente me encontré con la sorpresa de que nuevamente me había olvidado de poner el despertador. No importaba cuanto me apresurara, llegué a la universidad tan tarde que lo más probable es que me negaran la entrada a la primera clase.

Me había puesto la camisa al revés, mi cabello era un nido de dinosaurios y sin dudas aunque logré entrar al salón, era demasiado tarde para conservar mi paz mental. Estaban presentando el primer examen, era más como una prueba de preparación, pero aun así me afectaba demasiado perderla.

—Al fin apareces —saludó mi mejor amigo al verme.

Tomé asiento a un lado de él y aunque solo quedaban unos diez minutos para que sonara el timbre, la profesora tuvo la crueldad de poner la hoja del examen frente a mí. Saque mi lápiz y sin tiempo que perder respondía lo que podía.

La ansiedad me mataba, escribía tan rápido que me dolían los dedos y me temblaba el pulso.

—Todo el mundo habla de ti... —me susurró, congelándome.

— ¿De mí?

—Sí —respondió con calma, él ni siquiera estaba haciendo el examen y dudaba que ya lo hubiera terminado —hablan de que terminaste con Joss, e inventan rumores alrededor de ello. Ya sabes, siempre haciendo parecer más grande la tormenta de lo que en realidad es.

Joss había sido mi novio por solo dos meses, ¿Por qué terminamos? Bueno, resumámoslo en que no paraba de desear formalizarnos cuando realmente yo no estaba nada lista. A tan poco tiempo ya me decía que me amaba cuando realmente lo nuestro para mí solo era sexo. Así que en la primera noche de fiesta en la universidad Rivers, no pude resistirme más, me sentía tan ahogada que termine estallando y dejándolo frente a todos.

No estaba orgullosa, pero tampoco me arrepentía.

—Me sorprendería más que no hablaran —susurré.

—No podemos pedir milagros... —se inclinó un poco hacia mí, sonriendo —tengo algo que contarte.

— ¿Puede ser en otro momento? —susurré.

—Me acosté con Jesús.

Casi me ahogo con la nada.

Lo miré atónica y él solo sonreía con orgullo, se cruzó de brazos y miró a los lados, asegurándose de que nadie más que yo le hubiera oído.

—Dijiste que era hetero.

—Eso pensaba, pero ya ves, la vida nos da sorpresas.

Sonaba como mi abuela.

Me reí, pero antes de poder volver la vista a mi examen la profesora me lo quito sin remordimiento alguno. Había pasado el tiempo demasiado rápido, los demás le entregaban sus hojas sin quejas mientras yo solo pude suspirar y dejarme caer dramáticamente sobre el escritorio.

—Allí va mi intento de tener un promedio perfecto.

—Nada que no puedas recuperar —aseguró Jacob entregando su examen seguramente vacío —ahora vámonos de aquí, tengo demasiada hambre.

Tomó mi mano y mi mochila del suelo empezando a halarme para llevarme con él así fuera a arrastras. El timbre sonó, la profesora simplemente terminó de recoger y fuimos de los primeros en salir al pasillo. No habían tantas personas sin embargo aun así podía sentir la mirada de ellos. Podía deberse a los rumores o simplemente a Jacob. Él era un hombre que mantenía su sexualidad en secreto, no por vergüenza, simplemente no le interesaba que nadie más que sus amigos lo supiera. Para el mundo él parecía extremadamente heterosexual, nada en su forma de vestir, físico o actitud podría delatarlo.

Mírame De Nuevo +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora