El que puede cambiar sus pensamientos puede cambiar su destino.
—Stephen Crane.
Me había quedado paralizada, asustada. Bajé la mirada e incluso la cabeza, pero no podía hablar, mi garganta se negaba a soltar cualquier tipo de saludo que se me pudiera ocurrir en ese momento. Si te encontrabas de frente con un león, quizás por unos segundos te parecería lo más hermoso que has visto, pero en algún momento te darías cuenta que, es una bestia y puede destrozarte.
—Eres nueva —habló, su voz era fría, autoritaria aunque fresca, no se esforzaba en aterrorizarme —no te había visto acá, pero me pareces conocida, ¿nos hemos visto alguna vez?
—No, señor —negué de inmediato, sin ni siquiera intentar mirarle a la cara.
— ¿Segura? Quizás es el cabello, estás diferente, pero estoy seguro, yo te he visto.
—Nunca he cambiado mi cabello —susurré nerviosa —puede ser que me confunda...
Suspiró.
—Sí, también puede ser.
Su voz no había cambiado ni un poco, pero algo me decía que estaba jugando conmigo. Quise mirarle y así confirmar al notar que sonreía un poco, escasamente como su hijo mayor.
— ¿Cómo te llamas?
—Cristian —lo llamó Abigail, entrando a la sala con pasos firmes, mirándome fijamente con enojo, reduciéndome a migajas en su cabeza —¿Por qué hablas con la servidumbre?
Él la observo sobre su hombro sonriendo con satisfacción al ver sus celos. No le molestaba porque yo fuera una simple empleada, le molestaba ver a su ex esposo darle atención a otra mujer.
—Me encontré con esta preciosa chica que has contratado y fue inevitable no buscar tener una conversación —dijo completamente intencional.
El rostro de mi jefa se contorsionó en furia con cada palabra, reclamándole en silencio para luego mirarme con tanto asco que me obligó a bajar la mirada de nuevo.
—Lo siento, lo mejor es que me retire.
—No te vayas —pidió como un favor, fingiendo dulzura —me entretienes.
—Cristian —lo reprendió, a punto de estallar, su rostro completamente rojo.
Él realmente lo estaba disfrutando, pero a mí me parecía una barbaridad que me usara sin permiso cuando podía causarme muchos problemas.
— ¿Dónde está mi hijo, Abigail? —preguntó enojado, como si todo lo demás hubiera sido solo una broma para no perder la paciencia y evitar hacer esa pregunta.
— ¿De cuál de los dos hablas?
—Del único útil —sonó irritado —no finjas ser más estúpida de lo que ya eres y responde lo que pregunté.
—No sé donde esta, pensé que le tenías la correa corta a tu mascota, ya veo que no.
Cristian apretó la dentadura, su mandíbula tensándose por ello.
—Aquí estoy —escuché detrás de mí, era Mat, sus pasos se oyeron hasta que supe que había muy poco espacio entre ambos — ¿Por qué tienen a la sirvienta de espectadora?
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Mírame De Nuevo +21
RomanceEva Decker no conoce la verdadera historia de su pasado. Toda su vida creyó ciegamente en su abuela, y por falta de dinero termina trabajando en la casa de la única persona capaz de responder cada una de las incógnitas que sus sueños le presentan...