XXXVI Dallas

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Déjenme muchos votos y comentarios y haré mi mayor esfuerzo por publicar de nuevo mañana.

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¿has deseado ser alguien más?

Ves su belleza, lo que tiene, los problemas de los que definitivamente no debe preocuparse, y una parte de ti no muy profunda, piensa; ¿Por qué mi vida no puede ser así?

Es una cuestión de suerte, de azar. Hay personas que nacen con todas las puertas abiertas, y es cierto, de nada sirven si dedicas tu vida a cerrarlas. Pero sin duda es una gran ventaja, hay otros, y me incluyo, que nacen con las puertas trancadas. Estaba orgullosa de mí misma, me consideraba lo suficientemente fuerte para que, si ninguna puerta se abría, pudiera destrozarlas para hacerme paso. Sin embargo, la envidia no es un sentimiento tan fácil de eliminar, mucho menos cuando vives rodeada de niños ricos.

Amaba a mis amigos, no le deseaba el más mínimo mal a ninguno y admiraba como no les era suficiente lo que tenían, esforzándose para cumplir sus objetivos propios. Más veía como otros idiotas desperdiciaban las oportunidades, aferrándose al dinero de sus papis y me imaginaba todo lo que yo podría hacer en sus lugares.

Era complicado, y no había parado de pensar en ello por toda la semana mientras buscaba empleo porque, aunque mis amigos me estaban ayudando, seguía reusándome a depender por completo de ellos. No era una tarea sencilla, conseguir un empleo de medio tiempo que me diera suficiente se volvía complicado en esas fechas. la universidad tampoco estaba siendo un trabajo sencillo, las tareas sobraban, saber que mi abuela seguía molesta me estresaba y más cuando a penas me había hablado en mi ultima visita. Sabía cuál era mi posición, era había sido cruel e injusta, no pretendía disculparme, pero me dolía estar así.

Había llegado el sábado, estuve nerviosa todo el día desde el momento en que me levanté. Era el día de mi verdadera primera cita con Dave. No lo había visto en una semana y a penas hablamos por mensajes ya que ambos estuvimos bastante ocupados, pero seguía asegurándose que recordara que no podía faltar y que moría por verme. Estuve toda la mañana luchando con Duda por encontrar el vestido perfecto y me arrepentí demasiado de no haber apartado cita en la peluquería. Mi cabello no estaba en su mejor momento con las raíces naturales tan largas y claras, pero una parte de mí se sentiría avergonzada de haberse esforzado tanto si lo hubiera hecho.

El día se había hecho largo, hasta que salí junto a Nicol que había convencido de ser mi modelo en una sesión fotográfica para una tarea. Estuve completamente agradecida con su esfuerzo y entusiasmo. Se puso un hermoso vestido blanco perlado de ceda que, a pesar de ser ceñido, se soltaba desde su cintura haciéndola lucir como una princesa. Su maquillaje era perfecto, su actitud era perfecta y juntas nos reímos mucho mientras sacaba maravillosas fotos en el parque y junto al pequeño lago.

Me encantaba como no le avergonzara en lo absoluto a pesar de estar tan cerca de la universidad que debieron vernos muchos de sus estudiantes en las horas que estuvimos allí. Nunca se quejó, todo lo contrario, y de esa manera reconfirme que Nicol era una de mis mejores amigos.

—Quiero helado —dijo de la nada, con una mueca muy tierna que tuve la suerte de capturar.

Estiro los brazos al cielo e hizo la cadera a un lado, ya estaba cansada, lo sabía, aunque fuera incapaz de decírmelo. Aparte la cámara y asentí, haciendo que su sonrisa se agrandara.

—Creo que ya es más que suficiente, gracias.

— ¿Estás segura? —negó —todavía podemos estar un rato, no he sacado las poses secretas después de todo.

Con esas palabras decidió posar de maneras graciosas robándome unas buenas carcajadas.

—Sí, estoy segura —me acerqué a ella para recoger las pocas cosas que habíamos llevado —yo pago los helados, es lo menos que puedo hacer.

Mírame De Nuevo +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora