X Malas ideas

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No dije nada más, solo me di la vuelta y atándome el cabello en una coleta fui hasta la escalera. Me quedé a un lado, lo más cerca posible de la entrada a la cocina, así cualquiera que fuera por bebidas podría verme. Corregí un poco el aspecto de mi ropa. La sudadera combinaba perfectamente con mi color de cabello y piel. Estaba bonita, lo sabía, y solo la confianza era capaz de atraer como un imán a los sujetos con los que podría ganar la apuesta. Desde allí miraba a Matías, el reto grabado en los ojos de ambos y me sorprendió que ni siquiera hubiera pasado un minuto para que una chica se acercara a él.

Morena, hermosa, de curvas marcadas y un rostro de ángel con rasgos pequeños. Lo más curioso era que llevaba la misma sudadera que yo, por lo tanto era una de las nuevas integrantes de nuestra fraternidad.

Miré a los lados, no podía creer que sin ningún esfuerzo fueran a derrotarme, entonces un chico alto, de hombros anchos, cabello rubio y ojos azules venía acercándose con dos vasos vacios de cerveza. Matías estaba demasiado ocupado con la chica que reía coquetamente ante él, como para darse cuenta que me moví de mi lugar un poco, lo suficiente para que el rubio me notara y encontrara mirándole. Aparte la mirada como si me hubiera avergonzado ser descubierta y peiné un mechón de cabello a detrás de mi oreja. El chico se detuvo, al parecer se debatió por un momento en si seguir adelante o acercarse, pero al final caminó despacio hacia mí hasta que pude mirarle sin que pareciera demasiado obvio.

—Hola —me saludo sonriente, así que le devolví el gesto.

Realmente no estaba nada mal, era bastante apuesto. Un cuerpo aparentemente trabajado y un rostro que derrochaba carisma e inocencia. Era mi tipo, aquellos con rostro de yo no fui, que siempre terminaban siendo.

—Hola.

Él bajo la mirada a sus vasos antes de volverla a mí.

— ¿Te puedo traer algo de tomar?

Hice una mueca.

—La verdad es que no deseo tomar hoy, pero muchas gracias —no dejaba de sonreírle y él era lo suficientemente lindo para sonrojarse por ello —no te había visto nunca por acá y no pareces de primer año.

—No, no lo soy —se apresuró en negar —en realidad soy de Dawson.

Eso me hizo levantar las cejas sorprendida. Dawson era la universidad vecina y realmente siempre teníamos conflictos con sus integrantes al ser nuestra principal competencia en todos los eventos deportivos y programas. Él chico se rió un poco al ver mi expresión, avanzando un par de pasos más cerca.

—Soy Alex McNeil, quizás mi nombre te suena —me ofreció su mano y cuando la estreché negué.

—La verdad no.

Eso al menos le saco una sonrisa llena de plena diversión.

—Capitán del equipo de fútbol.

No me parecía buena idea decirle al chico que intentaba ligarme que no me gustaba el fútbol cuando él claramente era fanático del mismo.

— ¿Cómo hiciste para entrar a esta fiesta?

Eso me daba bastante curiosidad, Nicol era la fan número uno de nuestro equipo universitario. La había visto hacer hasta lo imposible para apoyar a los chicos, insultar a otros sin piedad alguna y odiar con el alma a Dawson, e incluso me atrevería a apostar a que más de una vez a intentado sabotearlos. Entonces, que el mismísimo capitán de este equipo estuviera en nuestra fraternidad disfrutando la fiesta de bienvenida, no tenía mucha lógica para mí.

—Me hice amigo de Bárbara —contestó y todo tomó sentido.

Bárbara era la mejor amiga de Nicol, quisiera lo que quisiera, si estaba en sus manos ella haría lo que fuera para complacerla.

Mírame De Nuevo +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora