XXXV Hombres problemáticos

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Siempre hay un límite.

Cercano, distante, realmente no importa. Pero, siempre hay un punto de quiebre en cualquier situación de la vida.

Dave fue ese límite, no lo había notado hasta que ya la mayoría se había ido, y nosotros seguíamos con nuestras charlas sin sentido. Los pocos que quedaban de nuestros amigos habían entrado por culpa del frío. Con risas dejamos de hablar sobre experiencias vergonzosas de la preparatoria, y miré a los lados para volverme consciente de nuestra soledad.

La tensión creció de inmediato.

— ¿Pensé que todos estarían hasta más tarde? —dije observando fijamente la piscina, sintiendo su pesada mirada sobre mí.

El sonido, nuestra química, su calor... suavemente sentía como se acercaba y mis latidos se aceleraban.

—Está haciendo frío, entiendo que se salieran de la piscina —comenté, no podía dejar de hablar como una tonta, sin pensar si quiera.

Su mano tomó un mechón de mi cabello, acariciándolo suavemente mientras una sonrisa llena de diversión por mi parloteo reinaba en sus hermosos labios. Estaba tan jodidamente nerviosa que creía a mi corazón capaz de estallar.

Húmedos, rosados... no supe en que momento empecé a verle, a sus labios, delatando mis ganas de besarle. Mi pecho subía y bajaba tan fuerte que debió haberlo notado.

— ¿No te gusta que se hayan ido?

Era una pregunta con trampa.

—Yo... —era tan vergonzoso que mi voz temblara —solo me resulta extraño.

—A mí me alegra que estemos solos.

No podía explicar lo sensible que era con él. allí estaba, mis piernas temblando mientras vacilaba entre mirar sus preciosos ojos.

—Pensé que te irías con tu hermano —solté.

No fue hasta que le vi unir sus cejas que me di cuenta que había arruinado el momento. Maldije ser tan imprudente, no tenía por qué haber mencionado a Matías cuando estábamos tan cerca, solos, juntos.

Mierda.

— ¿Querías que me fuera?

Negué con la cabeza muy rápido, recuperando su sonrisa. Se deslizo en su asiento, acercándose más a mí. Estábamos sentados uno frente al otro, tan cerca que mis piernas unidas estaban entre las suyas. La falta de distancia me estaba matando, especialmente cuando me miraba con tanta intensidad.

—No dije eso...

Mi voz era apenas era un susurro, nunca me había portado tan tímida en mi vida ni siquiera con Matías.

<< Era una mierda pensar en él en un momento como ese >>.

— ¿Te estoy poniendo incomoda? —preguntaba por educación, porque sabía perfectamente la respuesta.

Mis mejillas rojas, mis nervios, mi miedo, solo se debía a lo inclinado que estaba hacia mí. A lo fácil que le era jugar con ese mechón de mi cabello y acariciar sutilmente mi mejilla como si fuera accidental.

Volví a negar, a ese punto, mientras miraba fijamente mis labios, yo no podía hablar.

Lo deseaba, no podría negarlo. Quería que en ese instante eliminara el resto de nuestra distancia y me besara. No podía hacerlo yo, ya lo había besado una vez y no fue de la mejor manera, quería que fuera él. que rompiera el limite que marcamos sin darnos cuenta y dejar muy en claro que me gustaba.

Mierda, me gustaba mucho Dave Jhops.

—Estás temblando —dijo con suavidad, avergonzándome un poco antes de dejar su mano libre en mi muslo, acariciarlo con suavidad sin dejar de mirarme.

Mírame De Nuevo +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora