III Feminismo

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Eras tentadoramente hermoso, pero pinchabas cuando me acercaba.

—Rupi Kaur

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Dejar de sobrepensar todo debería ser considerado un súper poder.

¿Qué es más fuerte que una persona que es capaz de controlar su propia mente?

A mí me gustaría haber tenido ese súper poder, porque mientras me dirigía a mi trabajo no podía parar de divagar sobre mi situación. Estaba metiéndome literalmente a la boca del lobo y lo peor es que algo en mí lo sabía. Era como una alarma, quizás mi intuición. Todo podía salir muy mal, o quizás solo era mi ansiedad hablando por mí, pero de lo único que estaba segura es de que mis inseguridades no podían ser más fuertes que yo, debía seguir adelante, y ser sorprendente en mi trabajo.

Necesitaba el dinero, esa era mi motivación.

Y sinceramente era la única razón que necesitaba para intentarlo.

Cuando llegué a la casa fui recibida por Verónica como la primera vez y la advertencia de Nicol se mantuvo presente en todo momento. La chica parecía agradable, me hablaba con educación, incluso logró hacerme sonreír un par de veces, pero Nicol no era del tipo que hablaba solo por hablar, si me había advertido debía de tener muy buenas razones para ello.

—La señora Jhops ha querido que te presente formalmente al resto de los empleados —me avisó guiándome por el jardín. Pude notar al grupo de personas reunidas en una fila perfecta justo al frente de la entrada. —ella es Eva Decker, empezara a trabajar con ustedes para la señora desde el día de hoy.

Todos llevaban uniformes, odiaba los uniformes.

<<Excepto los de deporte, esos eran mi adoración>>.

—Olinda —llamó y una señora bastante mayor rompió la fila, dando un paso adelante para hacer notar su atención y presencia —encárgate de enseñarle todo el lugar, darle su uniforme, mostrarle cuáles serán sus obligaciones y que empiece a limpiar lo más pronto posible.

—Sí —acepto de inmediato, bajando un poco la cabeza ante ella.

—El resto simplemente vaya a trabajar.

Tan rápido como lo dijo desaparecieron.

—Eso es todo Eva, te deseo suerte —se despidió de mí para entrar a la mansión y dejarme sola con la señora que inmediatamente me sonrió de forma dulce.

—Bienvenida cariño, es un placer conocerte —se acercó —te ves bastante joven, ¿Cómo es que una chica como tú termino en un trabajo como este?

—El placer es mía señora Olinda, espero poder serle de ayuda. —Le sonreí también —no conseguía otro trabajo que pudiera funcionar con mi horario, ya que sigo estudiando en la universidad.

—Entiendo, entiendo. Bueno, sígueme —pidió empezando a caminar por un pequeño camino que rodeaba la casa y llevaba a una puerta de la cocina —los empleados no podemos usar la puerta principal, es una regla muy importante.

—A excepción de Verónica —susurré porque la vi a ella usarla.

La señora si me escuchó, incluso soltó una cortita risa.

—Yo solo me encargo de las habitaciones y despacho, así que termino bastante rápido. Si me necitas lo más probable es que este aquí, en la cocina —continuó caminando, saliendo de allí y empezando a guiarme por toda la mansión.

Mírame De Nuevo +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora