XIV El villano

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Sus brazos eran lo suficientemente grandes para protegerme de todo, pero de lo único que debía querer protegerme era de él y aun así tenía la sensación de estar en el lugar correcto. La imagen de su rostro, la sangre y el ruido de los golpes me obligaba a apretar su camisa en mis puños, pero antes de que me empezara a agobiar se separó lentamente, sin soltarme por completo.

—Señor... —alguien lo llamó a su espalda.

Miró sobre su hombre, pero cuando notó que le estaban midiendo el pulso se interpuso para evitar a toda costa que fuera capaz de ver algo.

—Encárgate —ordenó a Pierce quien asintió de inmediato y luego de darle una pesada mirada a Dave sujeto mi muñeca con una suavidad desconocida —ven conmigo.

La forma en que lo pidió, sus ojos que nunca me habían visto así y la falta de respuesta a miles de preguntas me hicieron asentir. Probablemente estaba loca, no, definitivamente había perdido la cordura, no había forma que alguien con coherencia siguiera a un criminal como él. Pero yo lo hice, lo seguí entre la gente que no dejaba de celebrar, hasta aquel salón de cortinas donde Matías soltó mi mano.

Fue a la mesa, aquella que solo tenía encima un cenicero con varios cigarrillos gastados, y un control el cual tomó para desplegar cortinas mucho más oscuras, que impedirían que pudieran vernos desde afuera. Aunque la luz era escasa era suficiente para vernos, y en esa situación, su cuerpo de espaldas era lo suficientemente perfecto para hacerme tragar el nudo que había creado el miedo.

<< ¿Acaso verlo golpear a alguien hasta su posible muerte no era suficiente para eliminar la tensión sexual? >>.

— ¿Está... muerto?

Temí a la respuesta.

Miró ligeramente sobre su hombro antes de girar, despacio, sin dar ni un mínimo paso hacia mí, dejándome todo ese espacio para sentirme segura.

—Quizás aun no —respondió a mi anterior pregunta, subiendo su mirada lentamente, desde mis pies hasta encontrar mis ojos, sin bajar su mano —pero lo estará.

— ¿Por qué? ¿Por qué peleaban? ¿Por qué no paraste? —empezaba a desesperarme de nuevo, entonces el suspiró.

—Respira un poco entre cada pregunta, Eva, voy a responderlas.

Ambos nos mantuvimos en silencio un rato, él asegurándose de que me calmara un poco, para continuar. Me costaba, aún quería salir corriendo, llamar a la policía o algo como eso, era lo correcto, pero no podía y quizás eso, saber exactamente qué debería hacer y no querer ni poder hacerlo, era lo que me preocupaba tanto.

—Los hombres que están aquí son criminales, de todo tipo, ninguno esta absuelto de ser un asco. Mi padre es el líder. Para el mundo es un hombre exitoso que compra empresas pequeñas o en bancarrota y las transforma en un éxito, pero la realidad es que todo es una máscara. No puedo dar más detalles, solo decirte que ese tipo aceptó esa pelea, si ganaba sus deudas con mi padre serían perdonadas –explicaba mientras se quitaba las vendas llenas de sangre de sus manos y las tiraba a la mesa.

— ¿Así que golpearías hasta matarlo?

—Sí —dijo sin más —Eva, a los que le deben dinero a mi padre y no pueden pagar, no les espera otro destino.

— ¿Por qué tú?

Matías se llevó una mano a la cara como si hubiera resignado a estar allí, en esa situación, más encontró la sangre que manchaba su rostro y la bajó de inmediato para verla, su expresión vacía.

—Soy el hijo mayor de la familia Jhops.

— ¿Estás de acuerdo con todo esto? —Di un par de pasos hacia él — ¿eres como ellos?

Mírame De Nuevo +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora