XLI Planes improvisados

221 11 1
                                    

La experiencia de trabajar en una cafetería podría convertirse en el mejor trabajo que había tenido en la vida. Era mi primer día, había muchas cosas que vivir y aprender, pero me había encantado. Los padres de Gray eran las personas más pacientes y cariñosas que había conocido jamás. Se aseguraban de explicarme todo a detalle y enseñarme hasta lo más mínimo con mucha dulzura. Gray no se quedaba atrás, era como si hubiera miles de él a la vez, haciendo cosas diferentes, dominando la cafetería como nadie podía. La inauguración había sido un éxito, el día estuvo lleno de clientes que nos reconocían por ser estudiantes de la misma universidad, y a penas habíamos tenido tiempo para sentarnos un par de veces.

No me sorprendió que nuestros amigos llegaran a la cafetería para comer y ver en que podían ayudar. Me agradó mucho verlos, y aunque los padres de Gray insistieron en dejar su cuenta por la casa, ellos se negaron.

—El lugar es hermoso —dijo Nicol mirándonos del otro lado de la barra. Gray estaba junto a mí, preparando unas merengadas para una mesa llena de chicas que lo miraban como si él fuera el único postre que quisieran comer —era imposible que no fuera un éxito.

Sonrió sin verla, como si no pudiera o prefiriera no hacerlo.

—Eva, terminas allí y cierras —me pidió, por lo que miré a Nicol.

Estaba extrañada, pude notar un poco de tristeza al sentirse ignorada y por un segundo no pude creer que fuera así con ella. Lo entendía, muy bien de hecho, pero era simplemente difícil de creer.

—Claro —contesté terminando de servir un batido para ella.

— ¿Quieres que te esperemos para irnos a casa juntos?

—De hecho, Dave vendrá por mí —confesé.

Jacob llegó, rodeando con sus brazos la cintura de Nicol desde su espalda, ella se sobresaltó un poco, no esperaba el repentino contacto y pude notar como la mirada de Gray terminó de ponerla incomoda.

— ¿Otra cita tan rápido? Las cosas van mejor de lo que pensé —me dijo sonriente antes de mirar al rubio — ¿quieres ayuda con algo?

—No, ustedes solo continúen con lo suyo.

Gray tomó los batidos, salió del mostrador y fue a entregarlos a las ruidosas chicas que no disimulaban su fascinación. No me sorprendía lo fácil que se le hacía ser dulce y sonriente con ellas, casi de manera genuina.

—Muchas gracias por venir —dijo su madre saliendo de la cocina bastante emocionada, su mano reposo en mi hombro y nos brindó su más calurosa sonrisa a todos —me alegra saber que mi niño está rodeado de buenos amigos.

—Es un verdadero gusto para nosotros —respondió Nicol.

Su madre se acercó a la barra para tomarle la mano a Nicol y mirarla como si fuera un ángel.

—Tu novio tiene mucha suerte, realmente eres preciosa.

Sonrojada Nicol no sabía que decir, logrando que todos los demás quisiéramos reír. Entonces nuevamente llegó Gray, quien asomó su cara para verla desde muy cerca sin importarle los demás. Pude sentir los latidos alterados de Nicol como si fueran míos.

La tensión era abrumadora, no sabía que había pasado entre ellos, pero algo estalló y hacía que cada mínima mirada viniera cargada de sensaciones obvias.

—Bonitas pecas —le comentó y se quitó.

Fue un gesto rápido, pero podría apostar que para ella fue eterno.

La señora golpeó ligeramente el hombro de su hijo.

—Respeta a la novia de tu amigo —le dijo que si fuera una broma.

Mírame De Nuevo +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora