XX Un ex

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—No creo que debamos hacer esto —insistió por decima vez Duda, colocándose los guantes mientras se acercaba.

—No es la primera vez que me tiñes tú el cabello, ¿Cuál es el problema?

— ¿No te gustaría ser rubia? Deberías aprovechar que ha aclarado —a pesar de lo que decía me estaba dividiendo el cabello, quizás estaba segura de no poder convencerme —tu color natural es muy lindo, si vas a un buen estilista podrían arreglarlo.

—No lo sé, desde que recuerdo me lo he teñido, sería muy difícil acostumbrarme.

—Es raro que tu abuela te pintara el cabello desde niña, ¿no crees?

No recordaba mi infancia, así que solo podía creerle. Ella me decía que antes me ofendían en la escuela, me decían rubia tonta y otras cosas, pero de la mayoría el protagonista era mi cabello. Muy hermoso, sin embargo yo lo odiaba, y un día decidí teñírmelo sin permiso. Desde entonces mi abuela solo estuvo ayudándome a mantenerlo, bonito y oscuro.

—Solo me apoyaba.

Suspiró cuando le extendí el tazón con el tinte, lo sostuvo, pero lo miraba inconforme.

— ¿Nunca te has imaginado con otro color de cabello?

—Para nada, ni siquiera cuando era niña y me llamaban zanahoria como si fuera el apodo más original del mundo —rodó la mirada —siempre estuve muy consciente de que intentar ofenderme era lo único que podían hacer, ante la enorme envidia que les daba no tener un cabello tan fabuloso como el mío.

Me reí.

Era cierto que Duda siempre había tenido una confianza tremenda, desde el día que la conocí había sido audaz, decidida, trabajadora e infinitamente fuerte, como un torbellino. Muchas veces me encontré mirándola y deseando tener aunque sea una mitad de su confianza en sí misma, era una lástima que cosas como esas no fueran contagiosas.

—No creo que pueda llegar a ser rubia —hice una mueca —pero quizás si podría usarlo un poco más claro.

Sus ojos se iluminaron por completo, dejando de inmediato a un lado el tazón.

— ¿Bromeas? ¿Entonces no te lo tiño?

Me miré en el espejo indecisa, ya había preparado el tinte, iba a perderse. Siempre había querido intentarlo, especialmente porque retocarme las raíces era algo que tenía que hacer muy seguido y me agotaba. Ya era una persona adulta, no dejaría que nadie intentara intimidarme, encasillándome en el disparatado rol de chica tonta solo por un color de cabello.

—No lo hagamos —acepté y ella celebró de inmediato con un brinco y un gritito de emoción.

—Aleluya.

—Cuéntame de tu cita con Pierce —pedí recordando que no la dejé hablar en la cafetería.

Su expresión cambio, paso de estar tan emocionada a nada. Tomó asiento en el borde de mi cama mientras se quitaba los guantes.

—No estoy muy segura de que fue lo que paso... Pierce me confunde demasiado. Llegué al lugar y estaba completamente reservado, Eva. Éramos los únicos allí —aún estaba sorprendida por ello —fue amable, preguntó por mi día, por el equipo, por mi carrera, por el trabajo con mamá, por el estúpido periódico escolar, pero casi no hablamos de él, de hecho muy sutilmente lograba cambiar de tema para volver a hablar de mí.

—Tal vez no lo hacía apropósito, quizás realmente solo está interesado en conocerte.

Ella apretó sus labios en una línea y negó.

Mírame De Nuevo +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora