Capítulo 2

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«VEHÍCULO EN MOVIMIENTO»

Sábado 2:36

Es una pesadilla, la de toda mujer cuando camina sola por las calles de un inestable mundo. Estos escenarios fueron inimaginables para mí, nunca los había visto como un motor de motivaciones a futuro cuando decidí tomar esas clases de defensa personal. Tampoco soy feminista —bueno, no tanto—, y siento una simpatía normal hacia la violencia con respecto al término dónde y cuándo se supone que debe ocuparse en casos de extremo cuidado. Lo único que buscaba con esas horas de aprendizaje, fue en mantener mi mente ocupada, nada de esto fue discutido en ningún entrenamiento practicado.

Y ahora está pasando.

Ha ocurrido lo impensable.

Mi mundo se ha acabado.

Sea lo que fuera que planearan hacerme sería traumático e insuperable. Si conseguía escapar, burlarme de ellos o lograr herirlos lo suficiente como para que no se levantaran en unas buenas horas, sabía que después de lo vivido en el infierno que me dieran, mientras pidieran mi rescate y yo permaneciera como su prisionera, no conseguiría vivir plenamente como antes de mi secuestro. Además, yo sólo era una persona contra cuatro, si los planes de mi huida fallaban las consecuencias de mis actos me destrozarían.

Esos cuatro lunáticos van a romper mi piel, quebrantar mi espíritu y trastornar mi mente si no conseguía mi vida de vuelta, y si sí conseguía vivir de nuevo, ¿quién me aseguraría mi estabilidad y seguridad para siempre?

En pocas palabras: arruinarán mi vida.

No hace falta decir que estoy jodida, porque ya me voy dando una idea de lo que me espera apenas cruce las puertas del infierno. Si es que no lo he hecho ya.

¿Por qué existen los secuestros? ¿No saben que existen otras maneras de conseguir dinero? ¿Cuáles son sus intenciones conmigo? ¿Por qué hacerme esto? ¿Querrán los lingotes de oro de papá?, ¿sus cuentas bancarias?, ¿millones en efectivo?

«¿Qué me van a hacer?».

No sé si me aterra más el hecho de no saber si esto es personal, o pura mala suerte.

Intento abrir los ojos, pero algo encima de ellos —como una venda— me lo impide, volviéndome una con la oscuridad que de seguro me rodea. Hay movimiento a mi alrededor, demasiado para fingir una táctica de mantenerse quieto. Hacerme la idiota tampoco es una opción. Si tuvieron las agallas de secuestrarme, apuesto a que antes me investigaron para lograr su cometido.

«Saben lo de mi entrenamiento militar».

Un imprevisto golpeteo de cabeza contra una superficie tambaleante termina de despabilarme. «Ouch, eso dolió».

Con todos los sentidos en estado alerta, analizo la situación.

Okey...

¿En dónde estoy? En un vehículo en movimiento, ¿pero cuál? ¿Será una camioneta? ¿Es el auto de alguno de ellos? ¿Qué marca es? Por el aroma que desprende esta parte del vehículo deduzco que es la cajuela. «Estoy metida en la cajuela de este auto», deduzco.

Bien...

¿A dónde me llevan? ¿Qué tan lejos estamos de alguna estación? No me llega ningún hedor a gasolina. ¿Cuánto camino hemos recorrido? ¿Estaremos cerca de la ciudad? ¿Me estarán llevando a alguna casa en particular?, ¿a un búnker?, ¿a un túnel subterráneo?

Dios... No importa a dónde me lleven, apuesto a que el lugar es espantoso; todo sucio, claustrofóbico y lleno de ratas. Jesús... ¿Y si me piden que grabe un video en donde explique qué harán conmigo, si no les dan lo que ellos quieren? No podría soportarlo, las arcadas me vencerían, y terminaría vomitando en el polvo, la estancada agua, o el desagüe que esté a mis pies, mientras me apuntan con un arma para obligarme a leer sus instrucciones.

Dos están bien, pero... ¿cuatro? [Poliamor #2] (BORRADOR) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora