Epílogo

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JARED

Su olor me resulta repulsivo.

Su apariencia me parece aburrida.

Sus ojos son demasiado llamativos.

Y sus dientes de una inglesa recién divorciada y hambrienta de pasión juvenil es palpable en su postura y tacones de aguja.

Pero... es la maestra particular de idiomas de mi hija Hannah. Y no puedo darme el lujo de ser grosero con ella. Además, sé que Ret la contrató para ponerme a prueba. No estamos pasando por la etapa maravillosa del matrimonio, ni conmigo ni con ninguno de mis hermanos.

Últimamente su malhumor está por los cielos. Su estado de ánimo es como el de una veleta; se enoja por todo, se enamora fácilmente de nosotros, está de sensiblera casi la mitad del día, y se exaspera con un chasquido cuando nos encuentra sentados o viendo una película.

¿Qué le ocurre a mi esposa?

Mientras me pregunto lo que puede o no sucederle a Ret, y la maestra (leona) de Hannah me coquetea, mi hija guarda sus útiles y se cuelga la mochila a la espalda.

¡Al fin!

Una sonrisa de padre orgulloso y feliz se dibuja en mis labios, cuando mi bonita hija de quince años, pelirroja y pecosa se acerca a nosotros.

—¿Lista, preciosa? —le pregunto.

—Sí. Todo normal —mira a su maestra y le dice—: Gracias, maestra. Pasé una bonita tarde con usted.

—Me alegro, cariño. Estudia las páginas veintidós y veintitrés para la semana próxima —le recuerda.

—Claro que sí. Tenga un lindo día.

Nos damos la vuelta y caminamos a la salida de esta institución. —Igual. ¡Y feliz cumpleaños! —le desea.

—¡Muchas gracias!

Llegamos al auto familiar y nos adentramos en éste. —¿Cómo estás, hija? ¿Pasaste una linda tarde?

—Sí... Estuvo divertido. Aprendí mucho hoy. Ya casi domino Español y Francés.

—Me alegra, rojita.

Esconde una sonrisa penosa mientras me mira, y sus mejillas se tornan levemente rosadas.

—Papá, no me llames así.

—¿Por qué? ¿Te da pena?

—Mucha —admite, sonrojándose aún más, transformando de color rosita sus pecas—. Además, ya cumplí quince años. No soy una niña.

Pongo el auto en marcha. —Para mí siempre serás mi pequeña.

🍷 ALLEN 🍷

—¡Electra, no lo voy a volver a repetir, bájate de ese árbol ahora!

—¡No!

—¡Que te bajes, carajo!

—¡No! ¡Me caeré!

—¡Ese es el punto, princesa! ¡Bájate de ahí ahora!

—¡No! ¡Te odio! ¡Déjame! ¡No te quiero!

—¡Oh, por Dios!

Miro a mi alrededor. Qué bueno que no tenemos público en el parque. Estamos solos. Reviso la hora en mi reloj de pulsera; todavía estamos a tiempo. Ret nos quiere a todos a la seis en casa para recibir con una enorme sonrisa, un pastel de cumpleaños, y un cartel que diga «Felicidades, Hannah» cuando Jared la lleve a casa.

—¡Hija, baja!

—¡No!

—¡Electra...! —le advierto.

Dos están bien, pero... ¿cuatro? [Poliamor #2] (BORRADOR) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora