Capítulo 41

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«SEMANA DEL INFIERNO:

(4.º) DÍA CON MIKE»

El olor a manzana dulce y horneada, provocó que mi estómago gruñera por instinto. Fue inevitable no pedirle una rebana de ese sabroso pie (pay) al metódico de Mike. El rubio desordenado que dijo no a una oferta tentadora en su cama, el mismo que me desnudó y vio mi intimidad antes que los otros, el mismo chico que ha visto los peores lados de mi cuerpo, que me ha humillado y hecho cosas que algunos considerarían enfermizas de sobrellevar... Ese rubio de ojos azules me ha escudriñado y descubierto a una Ret que jamás creí que viviera oculta en mí.

No sé si quiera ser esa mujer que acepta el morbo en su vida, a cuatro penes diferentes dentro de ella en menos de cinco minutos con cada uno, y disfruta de algo más... con esos idiotas de los que jamás creyó enamorarse.

Pero no estoy enamorada.

No, señor. No lo estoy.

Sufro Síndrome de Estocolmo.

Es imposible enamorarse de alguien que te ha robado la libertad.

Irónicamente, a eso también le llamamos enamoramiento.

Mike se pone los guantes de cocina de gallina, y saca el pay del horno. Huele a gloria. Se ve delicioso, espero que sepa igual. Por la cara que pone cuando observo los detalles de la presentación, sé que así será. Es un presumido que encabeza la lista de los más buscados; pero no es un mal tipo. Podrá ser arrogante, cruel, manipulador, posesivo y... puede que esté un poco loco, pero... no creo que sea todo lo que aparente dentro de su personalidad. Quizás haya algo más... Quizás exista un factor clave que involucre esa fotografía en su mesita de noche.

Si se lo pregunto, lo más probable es que enloquezca; lo sé, lo intuyo. Pero... no tengo opciones, se me están agotando. Y después de él vendrá la liberación por un día con mis seres queridos. No puedo irme sin tener todas las respuestas de este rompecabezas. Algo aquí no me cuadra, y no sé con exactitud qué es. Siento que me están engañando de una manera inimaginable, y algo en mí no quiere pensar correctamente para averiguar qué ocurre.

¿Qué será?

—¿No tienes hambre? —me pregunta, y levanto los ojos del pay. No me había dado cuenta de lo absorta que estaba hasta que su voz hizo acto de presencia en nuestro cómodo silencio—. Lo hice especialmente para ti —dice, y me tiende un tenedor de metal.

Eso me da mala espina.

¿Qué pasó con mis cubiertos habituales de plástico? ¿Por qué ha decidido darme uno... que bien podría usar como arma? Además, ¿a qué se refiere cuando dice que lo hizo especialmente para mí?

—¿Por qué?, ¿qué contiene? ¿Alguna droga para hacerme dormir y poder aprovecharte de mí?

—No necesito ningún truco para que quiebres tu voluntad —me sonríe con superioridad, mirándome a los ojos. Apoya su codo en la isleta de desayunos, y su mentón en la palma de su mano, evaluándome—. Creo que lo he hecho bastante bien sin drogas.

—Jódete.

—¿No vas a comer? —Me ofrece otra vez el tenedor de metal—. Se te va a enfriar, Belladona.

Lo miro, expectante, mientras hace girar el tenedor en sus dedos.

—Espero que sepa rico —le advierto, y pico una buena porción de pay.

Lo meto a mi boca sin mucho criterio mental, y los exquisitos sabores explotan en mi boca como una buena bofetada de karma. Maldita sea, está riquísimo. El maldito podría concursar con este pay, y ganar con facilidad.

Dos están bien, pero... ¿cuatro? [Poliamor #2] (BORRADOR) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora