Capítulo 43

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🍷 ALLEN 🍷

«LO ARRUINAMOS»

«¿Por qué bebo alcohol?

Porque ninguna buena historia comienza con un: "estaba yo comiéndome una ensalada".»

Charles Bukowski.

Me llevo la botella de vino tinto a los labios, succionando su contenido sin mueca alguna de asco o dentera que produzca un escenario desagradable, para el que intente probar de este modo el vino añejado de mi secreta colección en el sótano.

No debería estar haciendo esto... Hice un juramento.

Pero, a veces, no puedo evitarlo. Beber es la única constante que no me permite olvidar mi infancia, la tortura, el miedo. Y es primordial recordar lo que te marcó como ser humano, lo que te hizo quien eres ahora. Yo sobreviví, pero Mike..., de alguna extraña manera, murió junto a la señora W cuando inició ese incendio, cuando ese té la destruyó por dentro y dejó como un vegetal pálido y seco con algunos tonos morados y azules en sus labios y cuello... La asfixió. Los efectos secundarios que ese té hubiera contenido, la señora W los experimentó y manifestó todos y cada uno de ellos.

Sí... esa perra se merecía morir.

A pesar de mi naturaleza humana no soy como mis hermanos. Jared incluso podría matar si alguno de nuestros hermanos mayores se lo ordenara, y con motivos de sobra si se tratara de un asunto relacionado con Ret. Pero yo no. Jamás pude sacrificarme como Donnie o Mike lo hicieron en el orfanato. Y por eso automedicarme es lo único que puedo hacer para castigarme por ser tan débil. Me ayuda a estar concentrando, calmado, pasivo, ser yo mismo sin titubear como a los quince años, o, sufrir constantes ataques de ansiedad como en mi hogar adoptivo después de esa sucinta representación del infierno.

»No es sano.

»No es correcto.

»No me enorgullece.»

Pero podría ser peor... Pudieron no haber descubierto los limitados escapes de realidad cuando llegas al fondo de la botella en primer lugar.

Todo en mí adormece y escuece. Mis párpados pesan y queman como si una braza estuviera calcinando mis pestañas. Siento mis ojos a punto de explotar. Mis extremidades no me pertenecen, son partes de mi cuerpo que están unidas a mí, pero no las siento parte de este tronco que sólo sirve para depositar litros y litros de distintas clases de vino.

Éste no soy yo.

Los pasos apresurados y frenéticos de mi hermano menor Jared, subiendo y bajando la escalera en donde me encuentro sentado, provocaron que mi resaca se adelantara y diera un pinchazo horrible en partes de mi craneo que no sabía que podían doler. Empiezo a creer que éste no es un dolor físico, sino emocional. Nunca me he sentido así. Las lágrimas y desesperación en el rostro de Ret tocaron puntos sensibles en mí, momentos de los que me encargo de adormecer porque... si no estuviera ebrio la mayor parte del tiempo, no sabría cómo dominar las circunstancias que me rodean habitualmente.

Mi hermano es un caso distinto al mío. Él no sabe qué hacer con sus emociones una vez que tocan a su puerta mental. Lo que explicaría porqué está a punto de perder la razón.

—Jared, por favor... tranquilízate, me duele la cabeza —pronuncio, medio convaleciente, presionando mis sienes.

Hizo caso omiso a mi petición disfrazada en una orden.

—No, no puedo... No sé qué hacer, Allen. Mi vida está allá arriba con el corazón destrozado. No ha dejado de llorar, y no sé cómo remediarlo —consigue decir, sudado y estrujándose los dedos en un apuro, mientras continúa subiendo y bajando escalón tras escalón cerca de mí.

Dos están bien, pero... ¿cuatro? [Poliamor #2] (BORRADOR) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora