Capítulo 21

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«PURAS MENTIRAS»

Hace calor...

Sus fuertes brazos me atraen hacia su pecho, dejándome sin oxígeno, volviéndome una muñeca de trapo sin voz o voto, que se deja manejar sólo cuando él quiere verme en acción.

Ese cerdo de pelos rubios me había corrompido, marcado, hecho suya y dejado manipular para que me gustaran sus atrocidades cometidas a mi cuerpo, cuando muy en el fondo, los dos sabíamos que estaba haciendo algo malo.

Pero mentiría si dijera que no me gustó ser tratada así: como una fácil. Estaría engañándote si te dijera que todos sus actos no me excitaron, mojaron y pusieron como una locomotora sin boleto de regreso.

En eso me ha convertido ese asqueroso hombre en menos de cuatro horas: en una loca adicta al sexo. En una puta, una cochina, una prostituta...

Lo que le hizo a mi virgen culito fue la cereza del pastel. Me subió la temperatura del cuerpo y calentó mis partes prohibidas. No creí que... eso, podría gustarme tanto. Aunque no para repetir. Pasé una hora fingiendo estar dormida, alerta y atenta, siempre a las manos pecaminosas de Michael.

Estoy cansada...

Y no porque haya pasado la noche en vela, vigilando mis partes íntimas de no ser atacadas nuevamente por la boca sucia de Mike, yo me refiero a todo en general.

Estoy cansada de fingir odio cuando no lo siento, de gritar cuando lo que quiero es llorar, de repeler su contacto cuando busco un abrazo.

Me harté de tantas cosas a la vez, que no puedo seguir con este plan de mierda.

Esto no está funcionando.

Me muevo, inquieta entre sus suaves y cálidos brazos, que me aprietan y retienen, como a un regalo de cumpleaños sin abrir.

Hace calor...

No es Mike. Mike no es posesivo mientras duermo, sólo me vigila como a un búho. Además, no huele a él. Apesta a colonia para hombres, de esas que ponen: «Atractivo para las mujeres». Argh, ¡cómo odio el olor de esas cosas! Dizque para atraer a las muchachitas, cuando estas en celo. Puras mentiras venden, de eso es lo que están hechos esos perfumes.

Hasta ganas de vomitar me dieron.

—Qué puto asco me da tu aroma —mascullo en un aguante de respiración.

—¿No te gusta? La compré pensando en ti.

—Pues bonita tu forma de decirme que te gusto: comprando una vil fragancia que me revuelve el estómago.

—¿No será... porque estás embarazada? —pregunta cauteloso.

—No —hasta risa me da—. Una no puede quedar embarazada por tener sexo anal, menos si fue hace dos horas.

No dice nada. Un amargo pesar irrumpe en el aire, presiento que mis palabras lo han herido de alguna manera, así que cambio de tema. No me sirve tenerlo en mi contra.

—No te vuelvas a poner esa colonia si vas a venir a verme, eh —le advierto en broma.

Creí que eso mitigaría la tensión en el ambiente, pero creo que sólo lo empeoró.

—¿Te forzó a tener relaciones? —pregunta en un sutil tono de frialdad, que me pone los pelos ligeramente de puntas.

Recordé mi diálogo con Mike en la ducha, sin querer.

—¿Te matarían si les cuento lo que me hiciste?

Y el cómo su palabra contra la mía fue su mejor promesa:

Dos están bien, pero... ¿cuatro? [Poliamor #2] (BORRADOR) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora