Capítulo 52

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«PARAÍSO INTERRUMPIDO»

No me importa que me esté mirando como si deseara ahorcarme con las sábanas perfumadas del aroma que creamos cuando hacemos el amor. Mike no me intimida. Él no me da miedo. Además, aunque lo diera, no pienso dar marchar atrás sobre la decisión que tomé ayer en sus brazos. Quiero cumplir mi meta; aprender a defenderme es la única solución que se me ocurre para enfrentar a quien se mantenga en anonimato.

Y bien. Pues hoy me vestí con una blusa negra de tirantes y leggins del mismo color. Aplasté mis rizos con gel en una bonita coleta de caballo. Y estiré los músculos desafinados de dos meses sin hacer ejercicio mientras bostezaba. Ha pasado tiempo desde que no me levantaba a las cinco de la mañana.

—Bien, mi vida, ¿estás lista? —me pregunta mi fiel rizado.

Me llevo las manos a las caderas, medio cansada y reanimada por el ejercicio de calentamiento. —Sí.

—Muy bien. —Se pone en guardia y me sonríe, ladino y socarrón, mientras juega a lanzar puñetazos—. Muéstrame lo que tienes.

Alzo una ceja en su dirección. —¿Seguro?

—Sí. Sin miedo, mi vida. Muéstrame lo que tienes.

—Bueno...

No tengo miedo de perder. Tampoco de lastimarme. Tengo miedo de lastimarlo pero a él. Mi entrenamiento militar fue muy estricto. Y si bien aprendí un par de técnicas de autodefensa en mis clases, siempre me transformo en una incompetente un poco torpe y miedosa cuando se trata de pelear cuerpo a cuerpo con otro. No sé por qué. Desde pequeña me ha pasado. Pero tengo que quitarme ese miedo. Y si no lo hago ahora no lo haré nunca.

¡A pelear!

—¿Quieres que me acerque a ti?

La voz de Jared es un combustible de motivación. Él fue el único que estuvo de acuerdo conmigo, cuando les dije que quería aprender a pelear. Donnie le dio la razón a Mike y ambos me lo prohibieron; dijo que no era necesario porque ellos me defenderían de todo y no le veían el caso enseñarme a manejar armas de fuego. Allen no dijo nada y sólo se retiró a su habitación. Mi castaño no ha salido desde entonces. Jared me apoyó y fue el único que me dijo que después del desayuno me ayudaría a reafirmar mi técnica y a utilizar armas de calibre especiales para mis muñecas. Cree que son demasiado delicadas y refinadas para cargar cualquier cosa. Yo estuve de acuerdo. Ya había accedido a entrenar conmigo, no quería estropearlo diciéndole que podía con todo si me lo proponía. Además, cuando llegara el momento de revelar la verdad, él se daría cuenta solito.

Sé que esos tres imberbes están enojadísimos conmigo. Pero con eso no puedo hacer nada. Yo quiero hacer esto. Quiero hacerlo por mí; por si acaso. Estoy harta de ser sólo su mujer y una damisela en apuros. Si ellos no están de acuerdo, lo lamento. No seré una inútil. No sólo quiero ser la chica que utilizan para coger y satisfacer. Quiero defenderlos, defender mi hogar y lo que este lugar representa. Quiero ser todo suyo. Todo por ellos.

—Sí —respondo.

—No te preocupes por los demás —dice, adivinando mi preocupación e intentando consolarme—. Mike sólo necesita relajarse. Cuando él ceda, Donnie y Allen también lo harán. No te mortifiques. Él es quien debería estar comiéndose la cabeza, no tú.

—No me pidas que no me mortifique, rizado. Ahí afuera hay una persona que me quiere muerta. Y por lo que me contó Mike ya sé por qué.

Sus cejas se levantan. —¿En serio? —Eso lo sorprende—. ¿Mike te contó todo? ¿Todo, todo?

—Sí. Así: sin filtros. Me lo dijo todo.

—¿Y... aun sabiendo eso... estás aquí? No nos has exigido volver a casa.

Dos están bien, pero... ¿cuatro? [Poliamor #2] (BORRADOR) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora