Capítulo 40

1.2K 87 0
                                    

€ RET €

«SEMANA DEL INFIERNO:

(4.º) DÍA CON MIKE»

Me besa...

«Es rudo.

»Dominante.

»Excesivo.

»Crudo.

»Siniestro.»

Sus manos acaparan mis mejillas, cuello, nuca; me estruja contra su anatomía dura y salvaje, que exige entrar en la húmeda piel de mi interior, y marcarme como ha querido hacer desde que desperté en el sofá de esta casa.

Es violento, y eso me gusta.

Pero..., no lo suficiente. Así que no, no gracias.

Detengo el beso. Y sí, sé que probablemente gano el premio a la más perra... por provocar y después olvidar los últimos veinte segundos de excitaciones entre él y yo. Pero..., ¿qué puedo hacer? Cuando se trata de Mike, siempre termino con una sensación rara en la boca del estómago; por un lado tengo el gozo de experimentar unos minutos a su lado; por el otro me quedo con la angustia de sufrir culpas y remordimientos, por haberle permitido indignarme durante esos mismos minutos de placer... ¡que yo dejo que sucedan, en primer lugar!

¿Y si Carlos no me perdona, cuando esta pesadilla termine en unos días?

Utilizar como excusa el Síndrome de Estocolmo sería banal. Y..., aunque mi novio tiene un corazón noble y es de juicio imparcial..., también sé que es pusilánime y, en algunas ocasiones, sus sentimientos lo dominan por encima de la razón.

¡Un minuto!

¿No es ese el efecto que Mike provoca en mí?

Me toco los labios, la piel que chocó con la suya por segundos que me parecieron horas, mientras me abstengo de cualquier mirada suya que indique su respuesta inmediata por mi rechazo.

Está enojado.

O..., ¿eso creo...?

¡No lo sé! No me he atrevido a verlo a los ojos y comprobar que está sucediendo dentro de esa maldita cabeza.

Sin embargo, cuando su brazo rodea mi cintura en un movimiento rápido, romántico y pasional, para atraerme a su pecho y convertir la situación en un gesto posesivo, sé que la definición de la palabra molesto, no es el término adecuado.

Su nariz y la mía se tocan, casi pelean; su cercanía impregna mi ropa, cuerpo y piel de su aroma; la manera en cómo me agarra no me duele, pero sí me impide moverme. Y eso me excita, ¿por qué seré tan morbosa?, —¿En qué piensas?

—En lo diferente que eres de mi novio —digo, rozando sus labios con los míos, tentando su autocontrol.

Su expresión se endurece por microsegundos, —No menciones a ese alfeñique dentro de mi casa.

—Tú eres el alfeñique. Con esas rosas marchitas y heridas sólo lo reafirmas. Ratificas lo obvio.

—¿Y qué ratifico, Belladona?

Abro los ojos, y separo mi rostro del suyo para mirarlo, —Lo vulnerable que eres cuando tu pasado se atreve a interrumpir tu paz.

Me sonríe con cinismo, casi herido, —Yo no conozco la paz.

Golpe bajo.

No es que me importe; pero desgraciadamente... sí lo hace.

—¿Entonces qué significo yo en tu vida? Si nunca seré tu paz mental..., ¿qué estoy haciendo aquí en primer lugar? —le pregunto en un maremoto de emociones encontradas—. ¿Qué soy?, ¿tu marioneta? ¿Soy una puta a la cual te puedes coger a la fuerza o qué? Dime, Mike: ¿qué soy para ti? —Sueno tan patética y lastimada, exigiendo explicaciones que jamás cobrarían sentido en una mente saludable. ¡¿Qué putas madres está pasándome?!

Dos están bien, pero... ¿cuatro? [Poliamor #2] (BORRADOR) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora