Capítulo 37

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«SEMANA DEL INFIERNO:

(3.º) DÍA CON DONNIE»

Fabula:

El Escorpión y la Rana, por (Origen desconocido). Aunque es obvio que es de Esopo...

El escorpión le pidió a la rana que lo cargara para cruzar el río.

La rana le dijo:

—¿Cómo sé que no me picarás?

El escorpión respondió:

—¿Porqué haría que ambos nos ahogáramos?

La rana aceptó; y a la mitad del río el escorpión picó a la rana.

Cuando la rana le preguntó:

—¿Por qué? Ahora los dos vamos a morir.

El escorpión respondió:

—Es mi naturaleza.

No le creo. No le creo a pesar de que recuerdo a la perfección la moraleja de esa historia: «Hay personas que sacarán su maldad sin importarles las consecuencias de sus actos, ni dañarse incluso a sí mismos».

Lo miro a los ojos y pienso: "Nadie puede ser tan cruel". Él no sería capaz de matar a su propio hermano, para tener por seguro que no huiré de su lado esta noche. Porque eso significaría que ni el mismísimo Mike, o, Mickey como sé que le gusta llamarlo él, es su punto débil.

Además, ¿por qué amenazarme con asesinarlo a él..., y no a Jared o a Allen, por ejemplo?

¿Por qué eligió a Mike? Como si me interesara lo suficiente el rubiecito, para garantizar su seguridad, sin zozobrar mis chances de salir viva de esta casa de los locos.

Quiero escapar de aquí, y si para eso tienen que caer algunos peones, pues que así sea.

Las manos de gorila de Donnie acunan mis mejillas, en una combinación extraña entre la posesión y la paz, como si el tono frío de su juramento no viniera al caso con su lenguaje corporal.

¿Me dio miedito? Obvio.

¿Lo demostraría? ¡Jamás!

Ni aunque me estuviera retorciendo cual babosa con sal, le diría lo mucho que me duele, cuando se comporta como un lunático demandante.

—¿Entiendes el mensaje, amor? —me pregunta, como maestro a un niño de primaria, mientras me taladra con la mirada en un gesto paciente por escuchar mi respuesta.

Pero aún no le doy ese gusto.

No sé por qué, pero me gusta molestarlo a propósito. Jugar con él de este modo es..., sencillamente, inalcanzable a cualquier tipo de placer que pueda beneficiarme.

Ni mil orgasmos se comparan con la dicha que siente mi corazón, cuando veo que, su ceño fruncido y gestos malintencionados, sólo puedo ocasionarlos yo. Saca lo peor de sí mismo cuando está a mi lado, y eso me excita... algo. Se descontrola, arremete contra la buena voluntad de sus planes. Y ese placer no consigue dinero que lo iguale, o, momentos con mis amigos que se comparen con su desmedida.

Me gusta el peligro, siempre ha sido así hasta donde yo recuerde. Me ayuda a excitarme, a llegar al clímax. Me enciende. Creo que el morbo también me gusta. ¡Me hace sentir viva todo lo que él despierta en mí!

—Di sí o no —me reta, muy en el fondo, siguiéndome el juego—. ¿Me entendiste, Ret?

Suspiro y aguardo con una sonrisa burlona en los labios, mientras respondo un simple pero eficaz:

Dos están bien, pero... ¿cuatro? [Poliamor #2] (BORRADOR) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora