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«VISITA INESPERADA»
A la mañana siguiente, el sol volvió a salir... Creí que la penumbra permanecería como la luna llena y bonita que se ha mantenido en su punto más alto desde que llegué aquí. Pero no. Todo tiene un final. Las fuertes lluvias, luces en el cielo y espectáculos de truenos en las noches anteriores hicieron soportable mi insomnio. Pero no aminoraron las pesadillas o despertares suicidas que a veces me asaltan como ideas estúpidas que son necesarias para tomar.
No quiero y no puedo seguir así.
Me niego a aceptar que ésta sea mi nueva vida, sería patético rendirme ahora. Pero lo es aún más intentar buscar una salida, cuando ya he comprobado en varias ocasiones, que jamás tendré una. Nadie aparecerá para rescatarme. Nadie me salvará como los escuadrones harían en una situación de rehenes. No existen los milagros en la vida real. Y yo, lo admito, conformarme o resignarme a aceptar la realidad... Al final, ¿cuál sería la diferencia? ¿Quién me garantiza que no terminaré cediendo a sus caprichos?
Ese puto Mike tiene razón: estoy condenada.
No me levantaré de la cama hoy... Otra vez. No lo he hecho en días. Mi pelo revuelto en la sábanas está sucio y apesta. Mi cuerpo huele feo (como a viejo). La silueta de mi cuerpo ha dejado huella en el colchón. Estoy mugrienta. Me siento cansada y desconectada de todo lo que me rodea. Es como si me hubieran dejado al sol por horas, olvidada en el exilio, sin municiones o un mapa para enfrentarme a los villanos o encontrar el camino de regreso a casa.
Cierro los ojos, derramando una lágrima solitaria, aferrándome a las sábanas y edredón, intentando seguir respirando este aire de paz que sólo consigo cuando estoy totalmente quieta y en silencio. No me apetece continuar despierta.
Un sonido abrupto y ensordecedor provoca que mis ojos se abran en un susto mortal, como si hubiera sufrido un infarto, en lugar de haber experimentado la costumbre habitual en la que se ha transformado mi vida en estos días. ¡¿Otra vez?! La perilla de mi puerta amenaza con ser arrancada, y la puerta brutalmente masacrada. Lo que significa que su paciencia está llegando a su límite.
—¿Ret?
Sé quién es.
Jared... Toca la puerta. No respondo. Suspira del otro lado de la puerta con cansino y medio molesto por mi rechazo. Han pasado cuatro días, y no he visto o hablado con ninguno de ellos. Han dejado bandejas de plata en la entrada de mi habitación, con las porciones adecuadas de comida a ciertas horas del día. Pero es rara la vez que me levanto y pruebo bocado para saciar el rugido de mis tripas. Creo que bajé una talla.
—Ret, mi vida, por favor, abre. Sólo quiero hablar —dice, mediando la paz entre ambos.
No respondo; no se lo merece. Vuelve a llamarme y a intentar entrar, pero el seguro y la barricada que hice con el tocador y buró le prohiben ejecutar sus acciones. Me cubro con las sábanas hasta la coronilla, poniendo los ojos en blanco.
—Ret, lamento lo que sucedió, no queríamos engañarte. Mike dijo que lo más probable era que no regresarías a nosotros si te liberábamos al menos por un día —repite la misma disculpa de hace cuatro días—. Perdón, mi vida. Te amo. Sabes que es cierto. También que tienes sentimientos por nosotros que no quieres enfrentar. Y está bien. Somos pacientes, bueno, al menos yo, pero a mis hermanos ya se les está agotando la paciencia.
Suelto un suspiro contenido de agresión pura.
—¡Vete de aquí! —le grito—. ¿No entiendes que no quiero volver a ver a ninguno o a hablarles? ¿Es mucho pedir que me dejen en paz?
Un silencio, que no puedo describir como un buen augurio, me deja expectante ante los próximos golpes que vendrán a continuación. No son puñetazos o aporreamientos los que escucho detrás de la puerta, después de haber mandando al diablo —por enésima vez— a Jared, sino pasos apresurados que me avisan sobre la llegada de las últimas personas del día que me hacían falta por saludar.
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Dos están bien, pero... ¿cuatro? [Poliamor #2] (BORRADOR) ✔️
Teen FictionSucedió durante la noche de graduación, la noche en la que me creí invencible, la noche en la que creí que cambiaría mi vida para bien, no para mal, la noche en donde conocí a aquellos cuatro misteriosos con caras de lobos que me arrebataron mi vida...