You make me feel like...

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New York, 1984.

(...)

Realmente no podría explicar el sentimiento, la sensación, o lo que se que le obligara a salir de casa, tomar su auto y manejar hacia las zonas. Fue como, en ese momento, se encontraba estacionado al otro lado de la calle. Sus manos, firmemente cerradas sobre el volante, su corazón bombeando fuerte. Ni siquiera podia ver directamente los cuerpos de las prostitutas al otro lado, esperando por clientes. Sus ojos siempre al frente, donde otros hombres en autos llamaban la atención de las sexo servidoras.
Paso saliva con dificultad por lo seco de su propia boca. Humedecio sus labios y se preparo para mirar. Algo inneserario, cuando alguien se inclinó sobre la ventana de su lado y esa sonrisa tan conocida lo saludo.

—Buenas noches, señor Malik.

Su apellido, saliendo de esos hermosos labios pintados de rojo oscuro, provocó una sensación tan peculiar. Una sensación que lo acompañaba desde el día en que conocio a la hermosa mujer que se inclinaba para verlo y sonreirle calidamente. Como si él fuera lo más perfecto que ella vio en su vida.

En ese momento, se armo de valor y la miro. Pero, incluso con poca luz, Zayn Malik estaba tan asombrado por los rasgos tan delicados y hermosos en la prostituta. Su carita blanca con una pequeña nariz, no había imperfección alguna, estaba completamente limpia. A excepción de una ligera capa de polvo y rubor. Era dueña de unos ojos enormes y llenos de sensualidad, enmarcados por pestañas bañadas en rimel. Y sus labios, bonitos labios carnosos y llenos de labial.
Su cuerpo, cubierto apenas por una bandana color vino que cubría sus pequeños pechos, y una falda de piel negra que se amoldaba a las ligeras curvas formadas.

Tenía un cuerpo hermoso. Nada exagerado. Y por un momento, no pudo evitar comparar ese delicado cuerpo, con el cuerpo curvilineo de su esposa. Pero realmente, no se parecen, ni se parecerán. No había ni remota posibilidad.

Su esposa. Pensar en ella, y en como estaría ahora mismo arropando a sus hijos no envió para nada sensación de remordimiento. Y no lo había por una clara verdad.

—Suele pasar por aquí tres veces a la semana, siempre de largo—habla ella nuevamente. Su tono, tan delicado y coqueto—¿Qué lo hizo detenerse hoy?

—Esta mañana no te vi en la tienda de discos—responde, como si intentara reclamar la ausencia de esa tarde.

La escucho y miró reír, mostrando sus dientes blancos y parejos. Nada escandalosa. Solo delicadeza en ella.

—Tuve mucho trabajo en el bar la noche pasada. Aunque quisiera ir, no podía levantarme por el agotamiento, querido.

Malik había conocido a Lisa una mañana como cualquiera. Cuando decidió entrar en una tienda de discos para buscar uno de Elvis Presley, después de que uno de sus hijos rompiera su favorito.
Y encontró a la joven al final del segundo pasillo, curioseando entre tomos. Ambos se miraron al otro lado, sin nada que decir. Solo compartiendo una bonita sonrisa que fue la que inicio el descontrol en la mente del hombre.

Y así fueron las cosas por semanas, Zayn se encontró yendo todos los días para ver a la joven. Sin evitar la sensación obsesiva por mirarla. Así que, no peleo contra ella.
Después de memorizar los días que podría encontrarla. Casi al terminar el mes, ella fue la primera en acercarse y entablar una conversación ligera.

Fue así como obtuvo su nombre; Lisa Payne, ella no fue vergonzosa para hablarle un poco de ella y los pequeños trabajitos extras que hacía por la noche para ganar más dinero.

Ambos iniciaron formando una amistad, solían sentarse siempre en ese lugar, cerca del ventanal para escuchar la música y opinar sobre cada canción. A Zayn le gustaba Elvis, mientras que Lisa era más de Prince. Él le mencionó que trabajaba como abogado en la firma de su padre, pero no menciono a su familia, ni ella preguntó.

TALLER DE OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora