Un lazo divino

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Tercer parte de "Un regalo del Sol para la Luna".

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El tiempo ese día no era favorable, los vientos del oeste habían acarreado un sin número de nubes oscuras. En cualquier momento lloverá, él lo sabia.

Tomando la canasta con la fruta y verdura recién cortada, se disponía a volver al pueblo. Cuando un ruido a pocos metros lo detuvo. Acercándose un poco más vio lo que ocacionaba aquel lastimero ruido.

Un majestuoso cuervo yacia herido entre un charco de sangre, una de sus alas permanecía inmóvil mientras la otra cubría su cuerpo. Aquellos ojos negros como el vacío vieron a través del guerrero.

Pero Liam sintió su débil corazón quebrarse al presenciar aquello. Había nacido con un amor especial hacia los seres vivos. Se arrodilló dejando la canasta de lado y trato de tomar al cuervo, pero este reprodujo una advertencia salvaje en su dirección.

Liam sonrio triste y susurró sólo para él.

-Tranquilo, no deseo lastimarte más-intentando nuevamente hacer contacto con el animal-Quiero ayudarte, permíteme hacer eso por ti.

Por momentos, Liam creyó que aquel cuervo simplemente seguiría su salvaje naturaleza y le pícaria si intentaba nuevamente tocarlo. Pero para sus sorpresa, aquella ave uso su poca fuerza para levantarse y dejarse caer en las manos del guerrero joven.

El castaño sinrio aliviado y acercó al cuervo a su pecho, manteniendole caliente sin importarle ensuciar su vestimenta limpia con la sangre.

Volvió a la aldea y cuido del cuervo por días y noches, usando los días libres de sus entrenamientos para ello. Hasta que aquel último día, cuando el cuervo ya había mejorado completamente, ambos se despidieron y a regañadientes, aquel animal precioso elevó vuelo lejos de aquel humano que le había salvado.

Pero había algo que el guerrero desconocía y que nadie le había explicado; a veces, sólo a veces, un cambia formas desarrolla un lazo divino con quienes ellos que le han salvado la vida o creen es el amor de sus almas.

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-Definitivamente no iran-sentenció Liam.

-Oh, vamos, Liam-lloriqueo su amigo Jack-Nos necesitas. Yo puedo servirte como tercer mano y la pequeña Isay puede cocinar cualquier cosa para todos.

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