Hoy el amor necesita amor

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New York 1970.
Hospital General 7:10 a.m.


Apenas salía de su turno nocturno, fichando su salida, y el teléfono fijo de recepción sonó. La enfermera atendió la llamada y rodó los ojos. Ella cubrió la bocina con su palma, uñas perfectamente limpias y cortadas. Sus ojos verdes se posan sobre el joven enfermero qué acomodaba su mochila sobre su hombro. Un escalofrío atravesó su columna, porque, de algún modo, presentía qué esa llamada era para él.

—Es para ti, cariño—confirmo ella, su tono suave y, hasta, divertido.

Zayn Malik suspiro, derrotado. Se acerco al mostrador y tomó el aparato, lo acercó a su oído y con un leve "Diga", el infierno se desato.

—¡Hermano!—gritaron del otro lado. Y por un segundo, casi llora—Ya sabes cuanto te quiero, ¿Verdad?, eres el hombre más bueno y caritativo en toda la maldita...

Sin rodeos, corto la miera verbal
—¿Qué hiciste ahora?

Hubo un silencio prolongado. El enfermero de cabellos oscuros podía imaginar a su hermano menor al otro lado. Quizás mordiendo sus uñas, con un puchero y batiendo sus pestañas rápido. En pocas palabras; no sabia como decirle que la había cagada. Otra vez.

—Necesito que vengas por mi y por Liam a la estación de policía.

—¡Maldita sea, Harry!—su puño impacto en la superficie. Tasha, la enfermera, brinco por el susto. Zayn se disculpo con un leve sonrojo y se alejó un poco—Es la quinta vez en doce dias que terminas arrestado. Y siempre es, o por disturbios, o por exhibición publica.

—¡¿Tengo la culpa de que la sociedad no acepte la sexualidad libre y feliz de los demás ciudadanos?!—aleja el teléfono cuando los chillidos del menor casi rompen sus tímpanos.

El maldito no era que su hermano defendiera su sexualidad, el problema era su tercamente cuando alguien le daba la contra. Lo conocía, y realmente no le sorprendió la segunda vez que lo arrestaron.

—No, pero si tienes la culpa de no saber nunca cuando debes cerrar la boca.

—Vendrás por nosotros, ¿Si o no?

.

Eran alrededor de las ocho en punto, cuando un agitado y transpirado joven ingresaba en la jefatura de policía con la respiración entrecortada y con una mochila bien sujetada.

La secretaria general observo al enfermero intentar recomponerse frente a ella. Él coloco sus palmas sobre la base de madera y trago en seco.

—Buenos días, joven—primeramente, saludo ella—¿En qué puedo ayudarle?

—Buenos dias—apenas audible y seco—Vengo a pagar la multa de mi hermano y su amigo, ¿Podría decirme a cuatro asiende?

Ella asintió, se colocó nuevamente sus anteojos de pasta roja para buscar en los registros—Deme los nombres, por favor.

—Harry Malik y Liam Payne.

La mujer prosiguió a buscar, señalando en un rápido gesto a donde la maquina de agua se encontraba. Zayn fue por un poco en lo que encontraban los nombres de los dos pequeños diablos.

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