Las estrellas verdes de Dinamarca

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7 de febrero 2014.

―La reunión se llevará a cabo a las siete treinta de la noche en el restaurante del hotel Grase, en Verona―leyó el de ojos verdes, mirando de reojo a su jefe caminar de un lado al otro en círculos―Están invitados algunos funcionarios con los que la reina tiene contactos. Usted estará una hora en su presencia, donde se llevará a cabo el término de los detalles para la alianza con los Horan. Después de esos, usted es libre de hacer turismo por la ciudad, pero los siguientes días en sus semanas por Verona, usted deberá...

―Harry―lo detuvo, sonriendo tranquilamente―Lo capto, tendremos días muy ocupados. Entiendo lo que debo hacer y lo que no, ¿Por qué no tomas un descanso, y te preocupas de todo esto mañana que estamos aterrizando en Verona?

El mayor dejó salir el aire, arrugado un poco las hojas de la pequeña agenda donde el horario del principe estaba escrito en rojo y negro.

―Mi deber es velar por su seguridad personal y como figura pública.

―Lo se, pero te preocupas demaciado―bufo―A parte, no hay gran cosa que hacer. No daré problemas, pinky promise.

Pero el problema real para Harry, era la rebeldía del heredero, era muy travieso por su joven edad.

Liam James Payne de Dinamarca, era el único hijo varon de Enrique y Margarita; los reyes. El primero en nacer, y el único que contaba con la suficiente edad para asistir a las importantes reuniones con su madre. Tiene tres hermanas de diez a quince años.

Cuando cumplió sus actuales veinte años, la reina le hizo entrega de la reliquia más valioso para la gente danesa.

Desde que se dio a conocer como príncipe heredero, se espera mucho de él como futuro líder. Cosa que tiene al palacio entero en tensión, misma que el castaño siente e intenta disimular.

―¿Ha preparado sus maletas?―pregunta su asistente y guardaespaldas―¿O debo llamar a una de las chicas para hacerlo?

Liam río, todavía tonteando en el salón, cerca de los enormes ventanales que daban al jardín real.

―Ya lo he hecho yo, Harry.

―Entonces, sería todo por el momento.

Las grandes puerta del salón se abrieron, dejando ver al mayordomo de la reina, en una posición rígida que provocaba la burla de Liam.

―La reina espera de su presencia para tomar el té, mi señor.

―Dile que ya voy.

El hombre hizo una pequeña reverencia y salió nuevamente. Liam miro a Harry, y copio el gesto del mayordomo para provocar la risa de su asistente, cosa que este trato de evitar.

Ambos salieron en búsqueda de la mujer. Harry quedándose a medio camino del encuentro.

La reina Margarita se encontraba a dos pasos de la jardinera que cortaba las malas hierbas en sus rosales. Un sombrero de sol cubría sus rubios cabellos, mientras daba indicaciones entre sonrisas.

-Madre-llamo el joven castaño.

Ella giró a verle y sonrio más, pidiéndole que se acercara a la mesita blanca donde se encontraba el té y las galletitas de mantequilla-Mi amor. Ven, mande a pedir tus galletas favoritas.

Sospechoso, pensó el castaño. Era muy sabido que cuando su madre quería algo de sus hijos o su esposo, mandaba a pedir sus cosas comestibles preferidas.

Aún así, se sentó en una de las sillas frente a ella, empujó el plato con las galletitas y sirvió en tazas la humeante bebida.

-Cariño, ¿Ya has preparado todo para nuestro viaje?

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