La joya del emperador

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El placer y deseo de un emperador es tan egoísta a los ojos de un pueblo, tan egoísta como el necesitar y anhelar las joyas más hermosas de este mundo solo para si mismo.

Eso era Liam para el emperador Zayn Malik III. La joya más preciada, la más cuidada, la más amada. Aunque a veces ese amor terminará lastimando al hermoso joven.



Algunos guardias y empleados no podían evitar echar un vistazo muy poco disimulados. Todos curiosos por la repentina aparicion que tuvo la concubina real saliendo de sus aposentos privados y caminar con rumbo al comedor del emperador. La belleza que portaba la concubina favorita no pasaba desapercibida para nadie; ni el hermoso tono de piel parecida a la nieve, ni siquiera ese hermoso cabello rizado; tal largo a petición del emperador, hasta esos hermosos ojos que podrían enamorar a quien sea, incluso a la persona más insensible de este mundo. Pero siempre con una mirada triste, una perdida y un anhelo en esas lagunas miel.

Liam Payne era ese algo que volvía débil al emperador. La última y única concubina que se quedó cuando el harem fue disuelto por capricho de la emperatriz; esposa del emperador Zayn Malik.

La historia suena aparentemente normal. Al menos, por las posiciones de cada persona involucrada.

Pero la historia pocos la conocen.

En aquel entonces, el emperador era solo el heredero, un príncipe de veinticuatro años, aprendiendo para convertirse en el sucesor de su padre. Un joven tan apuesto y lleno de tantas cualidades; un hombre perfecto.

Zayn Malik lo tenía todo. Absolutamente todo.

Al menos, eso pensó...

Hasta que lo conoció.

Fue en una tarde habitual de cacería con su grupo abitual de hombres, seguían el rastro de un siervo en el bosque. Zayn Malik; primogénito del emperador Helbert Malik, lideraba la cacería a pie. Pidiendo a sus hombres dividirse para abarcar mayor área.

Sus botas negras altas pisaban las hojas secas, un sonido suave, acompañando el canto de las aves. El atardecer se estaba colocando poco a poco, pronto tendrían que volver para la merienda.

Su camino se vio abruptamente interrumpido, cuando sus ojos se posaron sobre la silueta al otro lado de la pequeña laguna.

Para ese momento, Zayn por fin entendió las historias de amor que su madre solía leerle por las noches en su infancia. Jamás comprendió el sentimiento de amor, de desear, anhelar ser dueño de alguien. Hasta que lo vio a él.

Yaciendo bajo un gran roble, vestido con prendas bastante simples. Sobre su regazo, cuidaba un libro abierto, su respiración era tranquila, bajo un sueño suave que permitió al príncipe apreciar perfectamente cada delicada parte en ese rostro precioso.

Un ángel, eso era ese joven. Un ángel caído del cielo para deleitar a los simples mortales con su belleza.

Tiempo después de ese encuentro, Zayn investigo al joven de identidad desconocida. Y fue como dio con toda la información necesaria.

Liam Payne; hijo único de un matrimonio de clase media. Su madre habia muerto cuando él tenía quince años, su padre era un panadero de cincuenta y cuatro años.
El ángel tenía diecinueve años recién cumplidos. Un niño bien portado, de perfectos modales y delicadeza. Sin embargo, su carácter era un poco arisco. Como un hermoso gatito salvaje.

Zayn se enamoro perdida y obsesivamente. No pudo evitarlo, porque no siquiera lo intento.

Que Liam y Zayn se conocieran en persona no fue una casualidad. Fue algo provocado por el príncipe. Mientras él se encontraba extasiado por tener por fin frente a sí al chico era ya una vida ganada, pero para Liam, quien ni siquiera sabía que era el príncipe, lo tomaba por extraño.

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