La de ojos café miró satisfecha la fuente de comida en la cocina y comenzó a servir primero el plato para el ruso menor, llenándolo con una porción regular de ensalada cocida y sobre todo trozos del filete de arenque dorado en el sartén.
Cuando estuvo listo lo colocó en la fuente junto con los cubiertos correspondientes, un vaso con agua de manzana fresca y un trozo de tarta de melocotón, todo se veía perfecto así que lo subió con cuidado y le dio dos toques a la puerta antes de alejarse con ligera prisa a servir a los mellizos. Aunque estando casi por terminar de bajar oyó un muy ligero rechinido que le indicaba que el niño mayor había abierto la puerta en ese mismo momento para tomar la comida que le dejó y sintió gusto porque no comería frío esta vez, terminó de arreglar las demás cosas en la amplia isla divisoria entre la cocina y el comedor para así llamar a los restantes acercándose a la puerta entre abierta pues seguro si decía sus nombres en voz alta al otro le daba indigestión de la rabia. Aún no tenía idea porqué los odiaba tanto.
—Niños, vayan a lavarse las manos que el almuerzo está listo –Dijo en tono bajo haciéndoles señas de salir, luego volviendo a la cocina para lavar rápido algunas cosas y así tener menos trabajo cuando terminaran sus platos—.
En su habitación silenciosa, Rusia miró la comida en su escritorio aún considerando si debía comerla, pero el aroma del arenque le abrió el apetito por lo que de permitió tomar el tenedor para tomar un pedazo que luego se llevó a su boca y saboreó.
Estaba rico.
Mucho mejor que el guiso que comió frío ayer, así que su impulso natural de seguir le ganó en ese momento y dió más bocados concentrándose solo en si mismo, disfrutando de la comida preparada en muchos años se subsistir a base de latas de anchoas por su propio capricho que el de hoz y martillo seguía cumpliendo a regañadientes debido a que era lo único que comía.
La comida recién hecha sabía mejor de lo que imaginó, casi daba la misma sensación de cuando salía al sol en las mañanas de verano, había leído algo acerca de eso en algún lado así que sabía que se trataba de un químico producido por su cuerpo para hacerlo sentir la llamada felicidad.
. . .
Para más sorpresas aquella tarde, el carmesí también hizo acto de presencia aunque meramente para aprovechar en buscar algunos documentos sobre el espionaje hecho al territorio germano en 1937.
—Oh, bienvenido señor, ¿Gusta que le sirva un plato? –La humana se acercó tras levantarse de la silla alta al oír la puerta abriéndose, más por cerciorarse de que todo estaba bien que por curiosidad—.
—Así estoy bien, gracias señorita Kozlova –Negó respetuosamente el de ushanka dejando su portafolios en el buró de la entrada, hasta que volteó a ver la isla y notó solo al par de rubios– ¿En dónde está Rusia?, se supone que debe comer abajo también, incluso si es su condenada lata de anchoas.
—No no no, espere por favor, él está tranquilo arriba, déjelo comer.. –Sin pensarlo se puso rápidamente frente al más alto impidiéndole el paso hacia la escalera mientras alzaba sus manos dejando en claro que debía detenerse ahí– Hoy desayunó sin problema en su habitación y también está almorzando lo que preparé hoy, así que por favor no le vaya a gritar..
El ojo intacto del soviético miró fijamente a la más baja procesando lo que dijo, ¿Realmente su hijo comía nuevamente comida casera ajena?, ciertamente él jamás le había cocinado nado nada y los niños solo comieron purés de lata o hechos por las primeras cuidadoras pero su primogénito protestaba por todo menos por la primera lata de anchoas que se encontró cuando tenía hambre una noche.
—..Si cree que puede manejarlo de alguna forma, hacer que coma y no pelee, entonces lo dejo en sus manos... –URRS no era un gruñón y menos un controlador, quería mucho a su hijo, aunque al no ser personas comunes el tiempo de calidad familiar era a lo que menos le ponía prioridad por el bien de millones de personas en juego pero era consciente de que toda su vida descuidó a los tres niños a su cargo—.
—Gracias... Le pondré comida para llevar, no tardo –Más tranquila la joven castaña asintió dispuesta a dejar enfriar un poco su comida para empacar la de su nuevo jefe, así al menos se había asegurado de que descontaba un par de motivos a la lista de cosas por las cual reprendería al niño—.
En el segundo nivel aún inclinado a pesar de haber dejado la bandeja en el suelo, el aludido en todo se quedó quieto tras oír que había obtenido un permiso de su padre, incluso si no fue directamente lo había sorprendido pues siempre discutían porque lo obligaba a comer en la misma mesa que los otros y eso lo hacía rabiar.
Ahora podría quedarse lejos de ellos con la libertad de estar en su ambiente de control y confort, todo por esa cuidadora que abogó por él como le había dicho que haría esa mañana en que si recibió un grito.
Acabó por cerrar la puerta despacio y se acostó en su cama con el estómago lleno y satisfecho como nunca, perdiéndose en sus pensamientos durante un par de horas hasta que se quedó dormido cómodamente entre sus almohadas.
ESTÁS LEYENDO
Una madre para Rusia ||URSS × Reader||
FanfictionNo tenía tiempo para estar cuidando de un niño problemático, era una super potencia y debía dedicarse enteramente a su trabajo, no a un mocoso que se escapaba todo el tiempo y rompía cosas. Aunque se dignó a darle una oportunidad final; Contrataría...