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Ante el sonido del timbre la humana fue quien se despertó primero bajando en camisón de dormir frotándose en rostro por la soñolencia y bostezó unos segundos antes de abrir la puerta para encontrarse con un hombre uniformado con insignias de la división de mensajería.

—Correspondencia para Anastasia Ivanovna Kozlova, ¿Eres tú, belleza? –El de bigote levantó la carta de sobre negro entre ambos y le dio una indiscriminada mirada lenta a la más baja—.

—Si, Kozlova. –Respondió con sequedad arrebatándole la carta en un rápido movimiento, extrañada al leer que venía directo desde el Kremlin por alguna razón—.

—Bonita casa, ¿Te casaste con algún alto mando o tu padre es importante? –Dando un paso más se acercó a la joven haciendo que ella retrocediera pasó y medio hacía en interior del recibidor mirándolo con desconfianza—.

—Ya entregó lo que debía, por favor abandone la residencia. –Nastya frunció el ceño mirando de soslayo por unos segundos el manojo de llaves colgado en el marco por si debía tomarlo para golpear con este al hombre—.

—¿Ni siquiera me vas a ofrecer un té por tomarme el tiempo de traerte la carta con este frío?, parece que estás sola en casa, vamos, será divertido conocernos un poco –Ignoró las palabras ajenas mientras dar un par de pasos más, distraído mirando su pecho algo remarcado por la tela de su camisón de dormir—.

Debido la distracción de este con el cuerpo contrario y a la atención a cada movimiento del sujeto frente a ella, ninguno de los dos notó cuando el carmesí se colocó justo tras la de ojos cafés dejando su gabardina sobre esta cubriéndola a la par en que su mirada gélida dió contra el mensajero que sudó frío al no siquiera tener idea de quién vivía en ese lugar a pesar de la caseta de control en la entrada.

—..Si tiene mucho tiempo libre para querer meterse en casas ajenas, debería enviarlo a Siberia. –Su voz ronca fue como el gruñido de un lobo y con un movimiento hizo a un lado a la cuidadora con su hombro para ponerse en medio dejando ambas manos en cada extremo del marco apretando un poco la madera—.

El soltado raso tragó en seco con pánico y se alejó inmediatamente de allí casi corriendo, dejando atrás a los otros dos en la entrada, la joven se quitó la gabardina en silencio y la dejó colgada en el perchero sin soltar su sobre con intención de irlo a leer a la cocina mientras hacía el desayuno.

—Tienes una mancha, cuidado. –El mayor colocó nuevamente su gabardina en los hombros ajenos y pasó por su lado entrando a su oficina cerrando la puerta tras él—.

Anastasia se quedó quieta unos segundos y luego se giró para revisarse la ropa, efectivamente tenía una mancha pequeña pero sintió bastante vergüenza de haber salido así de su habitación sin notarlo por lo que subió rápidamente a ducharse para cambiar su ropa a algo de tono más oscuro por si volvía a tener un incidente similar.

Saliendo al rato para volver a la cocina bajó con el sobre en la mano ahora que tenía el tiempo para leerlo mientras hervía agua para el té, en lo que se hacía también la avena lo abrió apoyándose en la encimera y comenzó a leerlo con detenimiento.
Los mellizos bajaron ya perfectamente cambiados como acostumbraban seguidos del de hoz y martillo que salió de la oficina conociendo su horario de desayunar en lo que el foráneo seguía durmiendo en la habían de invitados, la Kozlova sintió su respiración hacerse más lenta a medida que el texto de escritura mecanizada se terminaba, solo saliendo de su trance cuando el aroma a quemado llegó a su nariz enrojecida.

En medio de su descoordinación apagó el fuego e intentó alejar la pequeña olla de la cocina solo tomándola con la mano, por lo que apenas tocó el metal caliente apartó la mano sintiendo el dolor de la quemadura, escapándosele un sollozo que retuvo para alcanzar secador de platos con su otra mano para dejar la olla en el lavadero cruzando mirada con su jefe durante un segundo antes de abrir el agua para dejarla remojando de lo quemado y subir a buscar el botiquín que estaba en el baño de los niños para ver si había alguna pomada o bálsamo que bajara  la irritación en su palma derecha.

Esa mañana Rusia tuvo que bajar incómodo a servirse lo que había hecho para desayunar su progenitor debido a que su cuidadora tenía la mano dominante vendada imposibilitándole hacer las cosas por sí misma sin sentir dolor, además de que estaba muy callada de manera extraña, incluso solo se quedó quieta cuando el anglosajón le dió un abrazo al despedirse pues ya debía de volver a su territorio para seguir su guerra personal con Imperio Japonés. El resto del día fue lo mismo, siendo ahora el de ojos cielo quien cuidadoso subió la bandeja con comida, luego de comer él mismo la hizo acostarse en la cama y ahí se quedaron leyendo un nuevo libro para pasar el rato hasta la hora de dormir.

Cuando finalmente la casa quedó en silencio por los menores dormidos, la castaña bajó a la sala, volviendo a sentarse en el sofá de tres plazas que por su posición era el más alejado de la escalera y por ende habían menos posibilidades de que la oyeran cuando comenzó a llorar cubriéndose la boca con ambas manos.

Su hermano menor había perecido en combate durante la madrugada en las afueras de Kiev que era tomada por los alemanes en esos mismos momentos, Había pasado todo el día aguantándose el horrible dolor en el pecho para no preocupar a Rusia pero ya no podía retenerlo. Su hermano pequeño.. si tan solo hubiese sido lo suficientemente fuerte para seguir en el ejército entonces podría haberlo protegido, el cargo de conciencia le estaba desgarrando el alma mientras trataba de no hacer ruido por más que quisiera echarse a gritar hasta quedarse sin voz.

Oyendo confuso los ruidos ahogados el de mirada hielo abrió silenciosamente la puerta de su oficina, notando entre la oscuridad que la castaña de largo cabello ondeando estaba en uno de los sofás cubriéndose la boca, el brillo del fuego en la chimenea siempre encendida le dejó ver el brillo de sus lágrimas cayendo a montones por su rostro enrojecido por el esfuerzo de silenciarse.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora