17

3.8K 533 112
                                    

Anastasia despertó bostezando y estirando los brazos, sentándose un momento entre más sábanas para despejar el sueño restante antes de ir hacia el baño para ducharse algunos minutos y luego salir a buscar algo cómodo que ponerse ese día, el sol brillaba afuera pero el clima comenzaba a disminuir debido a la cercanía del invierno así que en algunos días más comenzarían a preparar la casa para evitar posibles ingresos de aire helado.

Una vez estuvo lista con pantalones de franela y un suéter cómodo salió de su habitación oyendo un golpeteo en la sala que ignoró para abrir la puerta de la habitación continua que pertenecía a su niño, el cual dormía aferrado al peluche de pato que ganó la tarde anterior así que mostró su mejor sonrisa y se inclinó a su lado comenzando a acariciar su cabello.

—Buenos días Rusia, ya es hora de despertar, ¿Qué deseas desayunar hoy? –Saludó acomodando su cabello, ya luego le preguntaría si quería ayuda para cortarlo o para atarlo—.

—Hola Ana.. –El rojiazul bostezó frotándose los ojos mientras se estiraba un poco, después observándola con atención su – Quiero jugo y avena por favor.

—Por supuesto mi niño, ponte algo abrigado y nos vemos abajo –Con la petición ya hecha se retiró cerrando la puerta con cuidado de no hacer ruido pues sabía que los mellizos aún dormían a esas horas—.

Bajando la escalera le llegó un aroma a manzana dulce por lo que curiosa se apresuró hasta llegar al centro de la sala desde donde se podía ver la cocina, en la cuál estaba el de hoz y martillo moviendo algo en una olla con fuerte olor a canela.

—Buenos días señor –Decidió acercarse anunciando su presencia en el lugar por si importunaba, en el tiempo que llevaba allí nunca lo había visto llevando ropa de hogar por lo que tal vez este no saldría de la casa este día—.

—Buen día señorita Ana –URSS respondió en calmado tono cordial aún devolviendo el contenido a fuego medio cuidando que no se pegoteara o quemara en los bordes– Estoy haciendo puré de manzana, recuerdo que fue la primera comida casi sólida de Rusia cuando era bebé.

—Eso es muy lindo, ¿Desea que lo ayude con algo? –La joven se apoyó en la barra a observar dejándode atraer por el aroma dulzón tan temprano en la mañana—.

—De hecho si, ¿Podría decirme qué tal sabe?, no soy muy bueno con las cosas dulces –Tomando un poco con una cucharita el de piel carmesí sopló un poco para enfriar y luego la acercó a la menor—.

La castaña parpadeó unos segundos antes de abrir un poco la boca y recibir la cucharita que se apoyó en su labio inferior para que el superior estuviera el dulce que saboreó un momento relamiéndose.

—Está muy bueno, la canela está en su punto igual que el azúcar –Le sonrió al mayor, seguramente Rusia iba a comerlo muy feliz junto con su avena y su jugo– Va a gustarle mucho.

En ese momento el aludido bajó la escalera vistiendo shorts cafés, con un suéter azul oscuro y unos calcetines largos de color gris, intentando acomodar su cabello apenas cepillado.

—Sentémonos, nos espera un delicioso desayuno –Se adelantó la de ojos café atrayendo la mirada del niño para que se acercara a la barra, aunque este se quedó quieto al pie de la escalera—.

La expresión de Rusia se desencajó en algo indescifrable en los primeros segundos de silencio, con sus claros ojos pasando de un punto a otro en la pared tratando de saber si realmente estaba viendo bien o sus ojos fallaban con lo que visualizaban.

El lado en la pared de la escalera que había permanecido vacío ahora tenía algunos cuatros que enmarcaban las fotografías que había pitando con anterioridad, los dos dibujos que habían hecho Anastasia y él en la feria la tarde de ayer como distracción mientras comían algo en una larga mesa junto a otras personas, incluso algunas fotografías viejas de sí mismo sentado en el jardín junto el ya fallecido Borzoi que había tenido su abuelo a quien no conoció en persona.

Levantando también su mirada la humana notó con sorpresa las cosas en la pared contraria a la que tenía las diplomas y certificados honoríficos que encabezaban los mellizos, giró un poco su cabeza para ver al mayor que tenía una expresión ansiosa esperando en silencio tras haber pagado el fuego bajo la olla del puré, pero como el platinado tenía problemas para exteriorizar lo que sentía decidió acercarse.

—Le diste colores preciosos a las fotografías, estamos orgullosos de ti, eres muy telentoso.. –Le habló suave, arrodillándose frente a él para mirarlo directamente y acomodar los mechones rebeldes sobre su frente hacia detrás de sus orejas—.

El bicolor en cuestión de un segundo después la abrazó temblando, soltando lágrimas en silencio a lo que ella inmediatamente lo rodeó con sus brazos para hacerlo sentir seguro mientras se preguntaba si estaba todo bien, a un par de metros el más alto apretó un poco la mandíbula teniendo haberlo arruinado todo por no habré preguntado antes de hacer.

—.....¿Soy un buen niño?... –Su mente había asociado inconscientemente el muro con premiaciones, por lo que verse a sí mismo en un lado de este había sido en cierta parte chocante luego de todo lo que se había dicho mentalmente esos años en que jamás recibió ninguna felicitación por su falta de premios ganados—.

—Claro que lo eres dulzura, eres un niño bueno y muy inteligente.. –Nastya hizo un poco de esfuerzo y lo levantó en brazos, acariciando con cuidado su espalda y haciendo el sonido de viento con sus labios, dando también una mirada al dueño del territorio para que se acercara a pasos silenciosos—.

También estoy orgulloso de ti, Rusia.. –Vocalizó el de suéter con botones en tono bajo a la par en que colocaba su gran mano en la espalda del pequeño, sin moverla para decirle que también estaba allí con él en ese momento como no pudo antes cuando no entendía—.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora