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—....Esto no era parte del trato –El de hoz y martillo se dirigió a los tres frente a él, con rostro de estupefacción cuando fue a recibir a los que se supone serían solo la humana y el mayor de los niños—.

Nastya sonrió nerviosa alzando los hombros mientras que ambos menores sostenían cada quien una caja con sonrisas en sus rostros.

—El gato lo entiendo, está bien, ¿Pero qué es esa cosa que me está mirando así? –Habló nuevamente el más alto mirando al ave de extraños y en cierto grado perturbadores ojos ámbar que estaba entre los brazos de su hijo—.

—Aleksei –Le dijo con simpleza acariciando un par de veces la cabeza del animal en tonos grises oscuro, un polluelo bastante grande acorde a su especie—.

—..Ya le pusiste nombre y sigo sin saber qué es –Se rindió URSS suspirando con pesadez, ni siquiera tenía idea de como iban a alimentar al ave y cómo lidiaría esta con el gato que tenía la rubia en una caja—.

—Es un Búho Nival –El platinado tenía un sonrisa indeleble en su rostro, había olvidado por completo su pena a causa de la destrucción de su arte—.

—Bueno niños... vayan a dejarlos descansar en sus habitaciones y lávense las manos para almorzar –Habló la de ojalá cafés aún con su leve sonrisa nerviosa hasta que ambos menores se perdieron al subir la escalera– Cuánto lo siento, Rusia se detuvo a mirar al ave y Bela por el gato, cuando me di cuenta ya lo tenía en el brazo, no tuve corazón para decirle que lo devolviera...

—Sólo espero que sepa lo que hace, esos pájaros tienen garras que le podrían sacar un ojo –Sentándose a la barra recibió la taza con té caliente acercada por la joven que se sentó a su lado con su propia taza—.

—Una mascota puede hacerle bien, incluso si no es convencional.. –Quiso salvar un poco el asunto antes de darle un sorbo a la infusión, realmente hubiese preferido solo al gato pero el ave había generado luz en los ojos del niño mayor—.

—Un oso hubiese sido menos extravagante, yo tenía uno a su edad –El de mirada hielo alzó unos segundos el hombro izquierdo y le dio un largo sorbo a su taza recordando al enorme animal de su patio—.

—¿Un oso?, ¿Usted tuvo un oso de mascota? –Nastya dejó a un lado su taza para verlo con incredulidad y sorpresa por la naturalidad con que el mayor contaba aquello como si se tratara de un perico—.

—Suele ser más normal en Siberia o los Urales, pero me gustaban los animales llamativos, supongo que lo heredó de mi.. –Suspiró visualizando la expresión que tenía su hijo momentos atrás con la fea ave gris en su brazo– ¿Esa cosa siempre se va a ver así de aterradora o va a cambiar son el tiempo?

—.....Espero que cambie, me va a dar un susto cuando entre a la habitación de Rusia y Aleksei me eche esos ojos suyos.. –Sin poder contenerlo más se soltó a reír intentando hacerlo en tono bajo, de todas las aves en el lugar su niño escogió a la más extraña—.

—Si me lo cruzo en la oscuridad lo más seguro es que me oigan maldecir en medio de la madrugada –El de ushanka marrón levantó un poco las comisuras de sus labios antes de seguir bebiendo su té, aún tenía mucho trabajo y solo podía hacer pausas para comer como todo mortal—.

—¡Мать, Alyosha se a quedado dormido en mi cama! –Rusia bajó las escaleras usando por primera vez un tonito agudo, causado por la emoción de ver al pequeño búho acurrucarse entre sus almohadas con toda comodidad—.

—Me alegro mucho dulzura, cuando terminemos de almorzar voy a picarle trozos de pollo para que coma algo –Levantándose de su silla la castaña rodeó la barra hacia la cocina para comenzar a servir los platos de los tres niños al oír más otras puertas abriéndose—.

Ucrania seguía sin mirarlos o hablarles, los adultos esperaban a que siquiera tuviese intenciones de disculparse pero no daba señal alguna de querer hacerlo ni siquiera mintiendo para llevar el ambiente en paz, pero preferían no forzarlos porque podrían desatar un enfrentamiento peor entre los pequeños. La humana dejó los platos en los lugares que ahora ocupaban con más frecuencia y comieron en silencio aunque la de piel verde cuchicheaba consigo misma buscando elegir un nombre para su gata.

—¿No puedes callarte un rato? –El rubio gruñó entre dientes deteniendo la cuchara a cierta distancia de su boca, mirando hacia el frente ocupado por la isla donde estaba el lavadero dividiendo la cocina del resto del ambiente—.

—Déjala en paz y llénate la boca. –La respuesta ácida y simple del rojiazul vertical se adelantó al pequeño silencio de la niña que giró a mirarlo con curiosidad disimulada—.

—Por favor niños, tranquilos –Anastasia interrumpió la respuesta hostil que estaba por dar el otro niño apenas esté tomó aire para hablar, lo que menos quería es que comenzaran a discutir o pelearse a la hora de comer—.

—Ucrania, respeta a tus hermanos y a la comida que tienes en frente porque por comportarte así también estás insultando a Ana, así que cálmate ya o te quedas sin almuerzo –En tono serio el eslavo mayor giró a mirar al nombrado con dureza, no podía permitir que tuviese esas actitudes, no había sabido comprender a Rusia en su tiempo pero este niño lo estaba haciendo solo por molestar al resto—.

El ucraniano una una mueca de enojo y retención, bajando la mirada con disgusto para continuar comiendo el Borsch de su plato dando por finalizado el encuentro de esa tarde, a lo que ambos mayores suspiraron bajo también volviendo a comer, ya con el de ojos celeste casi donado del todo ahora debían lidiar con Ucrania en una escala similar al primer contacto de Nastya con su protegido.

—...Masha –Soltó la menor interrumpiendo el silencio unos segundos, recibiendo un asentimiento distraído del platinado que masticaba carne de la sopa, ese iba a ser el nombre de la peluda gata de tonos café—.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora