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Al volver al centro de la ciudad el mayor ordenó hacer una pausa para así comprar comida, ninguno estaba de humor como les cocinar así que era más simple elegir algo y llevarlo a casa, llegando a esta bajaron del auto sin tardar mucho debido a la nueva nevada que comenzaba esa tarde para probablemente durar hasta la siguiente mañana.

Viendo a su jefe ambos soldados que habían estando custodiando la entrada principal hicieron el respectivo saludo y se retiraron, Rusia entró primero para beber un poco en agua en lo que la castaña suspirando se sentaba desganada en el sofá de antes a donde momentos después también se sentó el carmesí, ella estaba demasiado agotada mentalmente como para pensar así que solo se apoyó en su hombro con su expresión decaída aún en su rostro.

Sintió el brazo rodeando despacio sus hombros así que se destensó, el ruso menor se acercó tímido y también se acomodó sentándose sobre sus piernas para hundirse en su pecho abrazándola a lo que le regresó la acción acunándolo bajo la vista de URSS que se abstuvo de cualquier reacción solo enfocándose en la interacción pacífica y muestra de afecto que se daban con tranquilidad.

El hombre de gran altura acabó por soltar un suspiro profundo moviendo sus brazos para rodear a los menores, nada había ganado con corregir a Rusia, discutir de esa manera con la humana o tratar de cortar el vínculo que habían creado estos dos. Su hijo había encontrado una madre en la mujer que inicialmente llegó para intentar controlarlo como última opción antes de un drástico castigo por su agresividad, nunca antes se habían sentido juntos en el mismo lugar en silencio o menos a charlar antes, de alejar a Ana echaría todo eso a la basura en un momento.

Luego de un rato entre el calor de ambos cuerpos el niño quedó adormilado por la falta de horas de sueño esa mañana, a lo que la castaña lo acomodó sobre algunos cojines y se levantó despacio apreciado la bella quietud de este, a lo que el de mirada hielo se encaminó a la cocina para separar en platos la comida que había comprado antes de que se enfriara. Nastya se acercó un par de minutos después y se adelantó a tomar tazas para hacer un té de acompañamiento a pesar de tener aún la mano vendada, al rato los tres niños se sentaron a comer tranquilos en la barra bocado tras bocado a diferencia de los adultos que se tomaban su tiempo prefiriendo enfocarse en la infusión.

—¿No hay postre? –Ucrania fue el primero en terminar el contenido de su plato como siempre, extrañándose de que aún no hubiese algún aroma dulce emergiendo de algún lugar de la cocina—.

—Hoy no –Soltó el rojiazul vertical en tono lo suficientemente desinteresado como para sonar neutral en ese momento—.

—Puedo hacerles galletas luego de la cena.. –La joven levantó la vista de su plato para ver a los otros tres que seguro se habían acostumbrado a comer algo dulce y se sintió un poco mal por haber descuidado sus obligaciones—.

—Tienes la mano lastimada –Dijo el de gabardina recordándole el estado aún delicado de la piel en su palmarés derecha a causa de la quemadura del día anterior—.

—.....¿Podemos.. hacerlas nosotros?.. –Bielorrusia habló un poco dudosa sobre sus propias palabras, luego apretando los labios cuando tuvo las miradas del resto encima, tal vez debió haber permanecido en silencio—.

—Me parece una buena idea, hacer galletas es una actividad buena para los niños –Sonrió ligeramente la de ojos cafés al notar que su protegido no protestó ante la iniciativa de la pequeña rubia—.

.   .   .

Las manos manchadas con harina del ruso menor amasaron con concentración la masa que contenía canela, avena y trozos de nuez con chocolate para que luego el de ojos verdes tomase el rodillo para aplanarla lo necesario, tomando luego cortadores metálicos de formas con los que fueron quitando parte a parte la masa hasta solo dejar diversas figuras que la Bielorrusia acomodó cuidadosamente en tres fuentes que el más alto metió al horno precalentado. Los tres pasaron buen rato frente a la puerta con cristal del horno atentos a cómo se iban dorando las galletas disminuyendo el tiempo hasta que estuvieron listas y el mayor sacó las fuentes con mucho cuidado para dejarlas sobre la barra.

Nastya las retiró delicadamente con una espátula para ir acomodándolas en dos platos una sobre otra hasta que las fuentes quedaron vacías, dejaron las galletas enfriarse mientras hacían leche tibia con cocoa que sirvieron en tazas siendo la única diferente la del primogénito quien como acostumbraba la había decorado con peces y eso le dio una idea futura a la la humana. Al sentarse en los sofás por guía de la castaña hubo un silencio extraño al estar todos reunidos por primera vez, a lo que el de hoz y martillo optó por encender el tocadiscos a un volumen bajo acordé a música de fondo que hizo sentir un poco más lleno el ambiente que se hizo algo más cómodo para los niños que se sentaron en el sofá tomando galleta tras galleta del plato más cercano a ellos colocado en la mesa baja, los adultos sin notarlo se sentaron juntos para observar a los menores compartir un momento sin malas miradas o palabras crueles, solo como niños que estaban viviendo una vida apartada de la guerra am menos por ahora.

La mujer se inclinó para tomar una galleta del plato cerco y le dio una mordida para masticar lento saboreando cada ingrediente sintiéndose un poco más tranquila allí rodeada de todos ellos sin problema alguno, cerró los ojos exhalando durante un momento hasta sentir una pequeña presión cálida en su espalda que la hizo mirar hacia su izquierda, notando que el carmesí tenía su diestra apoyada en ella mientras con su otra mano le daba un sorbo calmado a su taza con leche.

—Gracias... –Murmuró la Kozlova mirándolo directo a los ojos tras hablar en el tono más bajo que salió de su garganta solo siendo escuchada por el mayor que leyó en su mirada la razón, ella nunca habría tenido la fuerza para asistir sola al funeral de su hermano—.

En respuesta le llegó un movimiento suave de la mano ajena y sintiéndose confortada volvió a apoyar su cabeza en el hombro ajeno dándole otra mordida a su galleta regresando la mirada a los niños.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora