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Al no ser parte de su contrato, la castaña normalmente se mantenía al margen respecto a los mellizos y sus actividades extracurriculares, aunque también les dejaba pequeños aperitivos o bebidas mientras estudiaban en sus habitaciones o la biblioteca siendo muy tranquilos y hasta silenciosos a diferencia de cualquier niño de su edad.

—Buenos días Rusia, ¿Qué traes ahí? –El carmesí en la puerta de su oficina tomó por sorpresa al mencionado que iba saliendo de su habitación distraído con las fotografías que había colorizado—.

—Buenos.. días, son fot.. –A la mitad de su tímida respuesta el platinado emocionado internamente de mostrarle su trabajo exitoso a la humana fue interrumpido por el sonido de la puerta principal abriéndose—.

—¡Llegaron las notas del examen nacional! –Ucrania desde el primer nivel chilló agitando los tres sobres azules entregados momentos antes por el encargado de correspondencia—.

Junto a él la bielorrusa di un saltito para arrebatarselos y buscar el que tenía su nombre, normalmente no solían emocionarse así pero se habían preparado mucho para tal examen y estaban muy ansiosos. Atrayendo así la atención del mayor que se distrajo de lo que decía su primogénito para bajar las escaleras en dirección a los de ojos verdes, dejando solo en medio del pasillo al bicolor vertical con las manos semi extendidas sostenimiento lo que iba a finalmente mostrarle.

Rusia se quedó durante unos segundos mirando a la nada antes de fruncir el ceño con fuerza sintiendo sus ojos humedecerse y acabar arrojando al suelo las fotografías para volver a su habitación cerrando de un portazo antes de esconderse dentro de su clóset.

Una confundida castaña escuchó el ruido desde la cocina y se acercó al pie de la escalera, a un par de metros los mellizos abrían sus sobres junto al más alto que sostenía el perteneciente al otro niño aún cerrado, sin notar que su pequeña acción distraída había lastimado una vez más a este.

.   .   .

Para la hora del almuerzo Nastya se extrañó de que el niño ruso no hubiese vuelto a bajar como ya había estado haciendo para comer con ella en la barra luego de que los demás terminaran, así que la terminar de lavar lo que uso para cocinar se acercó a la escalera la cual también el soviético iba a subir.

—¿Rusia aún no ha salido de su habitación? –Preguntó este recordando que desde la mañana no lo había visto en el primer nivel y tampoco haciendo sus deberes de limpieza como los otros dos—.

—Me temo que no, tal vez se distrajo con algo en su habitación, iré a ver cómo está –La más baja disimuló su preocupación recordando el portazo que oyó un par de horas atrás, esperando que el aludido no hubiese salido al bosque solo por alguna razón—.

URSS asintió y apresuró un poco su paso para resolver un par de pendientes en su oficina, extrañándose de encontrar tres fotografías en el suelo, las cuales se agachó para tomar notando que se trataban de capturas de su hijo y la cuidadora que en ese momento pasó junto a él para dar un par de toques a la puerta del niño, recibiendo un sonido similar al toque como afirmación de que tenía permiso de entrar. Quedó sorprendido no solo por ello sino por las sonrisas que plasmaban sus rostros en la instantánea increíblemente colorizada por finas capas de acuarelas, llevándolo a preguntarse en qué momento esos dos habían salido de la propiedad o desde cuándo su hijo tenía tan nivel de confianza con alguien.

La mujer entró a la habitación impecable cerrando despacio para extrañarse de que no estuviese el menor a la vista hasta que un par de ruidos poco audibles en el clóset la hicieron caminar hacia este, abriendo la puerta con cuidado topándose con el buscado hecho ovillo entre la ropa y un par de cajas pegado a la esquina abrazándose a sí mismo con los ojos hinchados aún un poco llorosos.

—¿Estás bien?, ¿Que pasó? –De inmediato se arrodilló a su lado tomando un pañuelo de su bolsillo para secar el rostro ajeno casi hecho puchero—.

Antes de poder preguntar de nuevo por lo sucedido el de piel roja se movió para abrazarla escondiendo el rostro en su pecho así que ella lo abrazó con fuerza para consolarlo aún sin tener idea de la situación, solo se sentó jalando una manta del clóset y lo cubrió con esta antes de acariciar despacio su cabello revuelto durante buen rato en silencio, solo haciendo un ligero sonido rítmico con sus labios imitando al aire como solían hacer con los bebés para calmarlos. El de ojos cielo acomodó su cabeza en el hombro ajeno y se sintió protegido ya calmándose, con la pregunta vagando en su mente de si así se sentía tener una madre que lo priorizara, solo evitó las palabras nuevamente y cerró los ojos permitiéndose descansar entre los brazos de la humana.

Por otro lado, en la oficina del eslavo mayor este continuaba observando las fotografías en sus manos estando sentado en su escritorio olvidando totalmente la razón por la que había subido inicialmente, observando a detalle que la sonrisa más grande y real que había visto en su hijo era en la fotografía donde estaba junto a la cuidadora con comidas coronas de flores mirando hacia la cámara estando en la que parecía una feria por todas las cosas que se apreciaban en el fondo también colorizadas.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora