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—Ya se ve mejor, solo continúa colocándole la pomada y no la cubras al dormir –URSS visualizó un poco más la mano ajena entre las suyas, constatando el estado de mejoría tras la quemadura de calor que sufrió días atrás—.

Al ver la piel enrojecida se le venía a la mente cuando está se quemó con la olla de avena al estar tan distraída intentando retener el dolor por la muerte de su hermano, también sus interminables lágrimas y el sonido que hacía al amordazarse a sí misma para no gritar.

Su mirada se puso directamente sobre las gemas cafés que lo miraban en silencio relajado y atento, el brillo en los ojos ajenos fue hipnotizándolo a medida en que se inclinaba inconscientemente en dirección a la joven que se mantenía quieta igual de pérdida en el hielo contrario. Las respiraciones de ambos chocaron poco a poco hasta mezclarse lo suficiente, antes de ser interrumpidos súbitamente a causa del susto que les provocó el chillido de Aleksei, quién estaba en una caja en la silla de al lado siendo cuidado por la castaña mientras el ruso menor hacía sus labores limpiando el pórtico de la nieve acumulada.

—¡Ah..! –Se quejó la humana sintiendo que el otro le dió un cabezazo haciendo que llevase sus manos a su frente para tratar de aplacar el breve dolor del choque—.

—Maldición, disculpa –Por reflejo el más alto puso sus manos sobre la cabeza contraria dando algunas caricias como había hecho antes con los niños cuando se golpeaban contra algo al gatear por la casa—.

Luego del muy incómodo momento cada quien fue a lo suyo, por su parte la menor se llevó al ave a la cocina para alimentarlo pacientemente con trozos pequeños de pollo hasta que el rojiazul abrió la puesta sacudiéndose la nieve en el recibidor, quitándose el abrigo y el gorro la ushanka para apresurarse en llegar a la cocina.

—¿Está comiendo todo? –Rusia se apoyó contra su cuidadora para ver también al búho acicalandose un poco dentro de la caja en donde lo transportaban de momento—.

—Si, es un pájaro glotón, ¿Quieres un té calentito? –Ofreció ella agachándose para darle un beso en la frente luego recibiendo un asentimiento a lo que se enderezó para buscar un par de tazas y la tetera– Siente de en la barra, no tardo.

Algunos minutos más tarde mientras estaban sentados bebiendo la infusión la puerta se abrió por el de ojos verdes, el cual tenía una parte hinchada de su rostro y el ceño fruncido.

—Ucrania, ¿Quieres té? –Preguntó también la humana viéndolo desde su lugar, veía que tenía la mejilla izquierda un poco resaltante pero al estar lleno de nieve seguramente había resbalado, incluso a Bela le había pasado un par de veces limpiando la nieve de las ventanas en días anteriores—.

El otro niño solo los ignoró manteniendo el semblante de molestia mientras subía la escalera hasta su habitación que cerró casi en un portazo, a la mujer solo le quedó suspirar y darle un sorbo largo a su taza. El platinado prefirió guardar silencio volviendo a centrarse en su ave que picoteaba la caja, ya luego tendría que comprarle una jaula grande donde este podría regresar a dormir tranquilo luego de pasearse por la casa cuando ya pudiese volar.

—Casi me sepulta la nieve del tejado.. –Bielorrusia se apareció tras la ventana de la cocina abriéndola ella misma, su cabeza para estaba llena de nieve al igual que su abrigo rojo y tenía un puchero enojado—.

—Entra ya, te haré un té querida –Esta vez recibió un asentimiento tranquilo y cerrar la ventana antes de bordear la gran casa hasta el pórtico del otro lado mientras que por su parte iba por otra taza para servirle de la tetera—.

Al rato Nastya estaba sentada entre ambos que apoyaban sus cabezas en cada lado de sus hombros mientras bebían té, el frío estaba empeorando y podían sentirlo a pesar de estar en casa con la chimenea encendida todo el tiempo, iban a ser los inviernos más duros de la década. Limpiaron un poco más el interior de la casa entre ellos hasta el anochecer en que el de hoz y martillo salió de su oficina agotado, el rubio bajó de mala gana a cenar y la comida pasó en silencio como era costumbre a excepción de los ocasionales chillidos de Aleksei que comía trozos de pollo en un cuenco puesto en su caja.

.   .   .

—Buenas noches Bela, duerme bien, tú también Masha –Dejó un peso aproximado beso en la frente de la negó y su gato esperando hasta que se acostara bien arropada en su cama para salir cerrando la puerta– Buenas noches, Ucrania.

Intentó nuevamente con el niño que tras salir de cepillarse los dientes en el baño solo siguiente dirección su camino a su habitación y cerró la puerta, por lo menos lo intentó, siguió hasta la de Rusia para sentarse en el borde de su cama a acariciar su cabello un poco más largo. El menor ya totalmente acostumbrado al cariño sonrió leve en lo que se iba quedando dormido, al asegurarse de que su sueño era profundo salió de la habitación para sentarse en la sala con el ave a remendar unos vestido entregados por la niña que había preguntado antes si podían ser arreglados de alguna forma pero no era nada fuera de lo común para que algunos botones zafados de su uniforme de escuela, en Enero retomarían sus clases esta vez sumado el ruso menor.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora