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Tras calmar al ruso menor la cuidadora hizo rápidamente la avena junto al jugo que este había pedido antes, dejando los platos en la barra donde se sentaron los tres colocando en el centro al de ojos cielo que comenzó a comer primero el puré de manzana al ser lo menos caliente. La mujer mientras tanto se dedicó a trenzar su cabello de manera sencilla para que no le estorbara, del otro lado el de hoz y martillo tenía su diestra sobre la espalda de su hijo sintiendo cómo en ocasiones le rozaban por casualidad las suaves manos ajenas por lo que solía mirarla de soslayo durante segundos notando que estaba muy concentrada desenredando el  cabello platinado para trenzarlo con precisión.

Durante ese tiempo el niño cambió de plato a la avena y la de ojos cafés acarició su cabello un momento antes de darle un sorbo a su respectivo té, se sonrieron cómplices con levedad y volvieron a comer bajo la vista de URSS que sentía mucha paz al no tener que enviar a su hijo tan lejos.

—Te dijo que huele a manzanas, puede ser puré o.. pastel... –Ucrania tragó en seco parado al final de la escalera junto con su hermana que por inercia dio un paso hacia atrás cuando la gélida mirada del mayor de ellos los visualizó como una puñalada—.

El rojiazul vertical los miró con particular recelo, con su mano izquierda aferrándose al brazo del adulto tratando de retenerlo a su lado sin dejar de observar a los otros dos.

—Buenos días niños, les serviré el desayuno –La castaña cortó el silencio tan tenso levantándose de su lugar ahora atrayendo la mirada de su protegido que hizo ligero amago de querer tomar su mano también, pero se inclinó dejándole un beso en la frente para calmarlo y caminó a la cocina por platos– Hay avena, puré de manzana y jugo de melocotón.

Los nerviosos mellizos asintieron aún desde ahí y se acercaron despacio hacia el final de la barra, sentándose a tres espacios de distancia del de ojos cielo incluyendo el que ocupaba la humana que minutos después volvió con una fuente para dejarles sus platos sin hacer viajes de más.

•   •   •

Luego del tenso desayuno todos se dispersaron a hacer sus labores diarias en casa mientras que el de hoz y martillo arreglaba un estante de la biblioteca con ayuda de la castaña quien al ser la segunda mayor tenía más fuerza para sostener el otro extremo de la madera.

—La pared está horrible, se supone que solo las diplomas y cuadros de honor podían colgarse.. –Ucrania bufó pasando el plumero por los sus títulos enmarcados junto a la escalera, estar en la pared era algo que solo se podía conseguir con esfuerzo—.

—Lo tratan como un niño de tres años con todo y esos dibujos de crayón, si un alto mando viene a casa pensará que tenemos mal gusto. –La otra niña le siguió también en siseos susurrantes para evitar ser oídos por alguien más, sobre todo por el carmesí que ahora parecía ser más cercano al platinado—.

—Seguro Папа lo hace solo para que ya no se comporte como el salvaje que es –El de ojos verdes aún desde su lugar miró con fastidio las fotos adornadas y los dibujos tan infantiles que habían sido pegados a la pared libre, en la que antes habían planeado poner sus títulos de la universidad cuando tuviesen la edad de asistir– Me sorprende que la nueva humana aún no se hayan hartado de él aún, seguro ya no tarda como las otras.

A mitad de la escalera el de suéter azul oscuro permanecía en silencio escuchando cada palabra desde el inicio, aún con su abrigo en la mano pies se suponían que tendría que estar ya afuera barriendo las hojas secas de la entrada para evitar que se congelaran en el suelo.

—Yo solo espero que lo envíen ya al servicio militar, aunque puede que se lo lleven los Nazis, después de todo él andaba siempre detrás de ese hombre feo como un perro –Bielorrusia se cruzó de brazos estando junto a la pared recientemente decorada y luego dio unos pasos para cruzar el espacio de la escalera donde una silueta le llamó la atención por su rabillo del ojo—.

Al congelarse allí con los ojos muy abiertos su mellizo se asomó y quedó de la misma manera durante unos segundos antes de que el mayor de los tres bajara en cuestión de segundos los escalones faltantes y los empujara con fuerza haciéndolos caer al suelo quejándose alertando así a ambos adultos que salieron justo para cuando este comenzó a jalonearse con los rubios

—¡Rusia, no! –Nastya fue la primera en interponerse para abrazar al nombrado intentando retener sus brazos—.

—¡Son unos malditos, los odio! –Gritó colérico el de ojos cielo aún tomando del cabello a los menores, tenía un ojo cerrado ya que alguno de estos se lo había picado con el dedo y le dolía bastante—.

—¡Quieto, ya suéltalos! –El de ushanka marrón empujó al niño más alto para que cayese en los brazos de su cuidadora y a los mellizos los sostuvo de sus abrigos para evitar que volvieran a golpearse de esa manera– ¡Están castigados, a sus habitaciones!

—¡Pero Папа..! –Quiso reclamar el bicolor de ojos verdes tratando de soltarse pues era humillante ser retenido como un perro—.

—¡Ya di una orden! –Los miró con el ceño bastante fruncido, todo lo bien que la había pasado durante la primera parte del desayuno se esfumó en ese momento—.

La mujer tomó la mano de Rusia y lo jaló un poco para que subiesen las escaleras evitando más regaños, el menor quiso quedarse para volver a gritar pero una mirada de ella bastó para que desistiera.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora