27

3.2K 457 68
                                    

Durante todo el camino en auto el niño se mantuvo aferrado a la Kozlova que lo rodeaba con sus brazos apoyando el mentón sobre su cabeza con los ojos cerrados para mantenerse tranquila, también en el asiento de atrás junto a la puerta derecha el socialista miraba a través de la ventana como iban acercándose cada vez más al cementerio, precisamente a la zona en donde los altos rangos eran enterrados al parecer en combate... ese joven Kozlov había sido un Capitán de tanque de su regimiento con algunas medallas de la Guerra de Invierno hace dos años.

—....¿Por qué hay tanta gente? –El de ojos cielo notó extrañado la acumulación de gente vestida de negro contrastando con el lugar cubierto por blanca nieve incluso sobre las estatuas, era la primera vez que pisaba un cementerio—.

—Todo el regimiento cayó, son sus familiares –Informó con brevedad el de hoz y martillo antes de abrir la puerta de su lado para evitar más preguntas– Bajemos.

El chofer abrió la del lado contrario por donde bajaron la castaña y el niño aferrado a su mano, la nieve había sido quitada del camino así que no se le dificultó caminar con los tacones sobre la tierra dura por congelación, tomó una de las flores blancas que estaban sobre una mesa para todo aquél que llegase al funeral masivo que solo podían permitirse los de altos rangos pues sus cuerpos si eran recuperados debido a la importancia de sus posiciones. Al pie de cada ataúd  había una placa con el nombre del difunto, pasó por varias antes de encontrar el nombre familiar que me hizo un mundo en la garganta pero trató de mantenerse estoica frente a la gran cantidad de desconocidos..

—Anastasia –La voz de una mujer pronunció el nombre de la joven entre el resto de las voces, haciéndola girar para buscar quién la llamaba–.

—...Madre.. –Vocalizó esta en voz baja apenas la reconoció, tras ella estaban un par de sus tías hablando con otras personas tal vez conocidas—.

—Viniste, ¿Cómo.. te enteraste? –La triste mujer de cabello pelirrojo se acercó a su hija mayor, a gran abrigo que tenía la hacía lucir más regordeta y baja—.

—Me llegó una notificación del Kremlin ayer por la mañana –Afinando su garganta reseca ella respondió notando lo ansiosa que estaba la mujer que le dio la vida, así que lentamente levantó su mano izquierda y la colocó sobre su mejilla como solía hacer más joven– ....¿Cómo estás?..

—Cómo podría sentirse una madre por perder a su hijo menor a manos de esos bárbaros fascistas. –Svetlana Kozlova suspiró profundamente exhalando el resentimiento que tenía en su corazón por esa gente– Mi único consuelo es que estás fuera de esa carnicería.

—Madre, yo.. –La más alta se relamió los labios contemplando el contarle lo que había estado haciendo esos últimos años luego de que por su paz mental decidiera dejar su hogar—.

—¿Cómo puedes estar orgullosa de que sea una don nadie?, abandonó su carrera por ser débil –Cortando la conversación apareció el patriarca Kozlov vistiendo su uniforme lleno de condecoraciones, con el ceño fruncido acercándose a pasos firmes entre los murmullos que comenzaban a formarse bajos alrededor—.

—Iván, por favor.. –Su esposa intentó disuadirlo por estar en público pero la voz de su ya única hija fue más rápida que una bala—.

—Ni siquiera frente al cuerpo de Iliusha tienes un gramo de respeto –Nastya frunció un poco su nariz ligeramente enrojecida por la rabia que sentía, su hermano estaba muerto y a su padre solo le importaba el ejército y su poder– Esta tumba no diría Il'ya Kozlov si tuvieses un alma.

—Y aún tienes el descaro de mencionarme a mi hijo, mocosa sinvergüenza, debiste haber.. –Las duras palabras venenosas y llenas de rencor del azabache fueron interrumpidas por una alta figura carmesí colocándose junto a su desheredada primogénita—.

—Le pido cortésmente que deje de soltar palabras así, la gente aquí presente también ha perdido a sus familiares y desean silencio para despedirse. –URSS miró con seriedad al coronel mientras colocaba su diestra sobre el hombro derecho de la de ojos cafés que bajó la mirada—.

Los cercanos se quedaron en silencio ante tal importante representación entre ellos, luego de unos momentos el rojiazul se acercó con algunas flores más en sus brazos para tomar la mano de su cuidadora.

—Te traje flores para que se las des, ¿Está bien si son blancas?.. –Rusia miró a los ojos de la joven que se veía un poco más tranquila apenas se vieron entre sí—.

—Claro que si dulzura, el blanco representa la paz... –Ella se inclinó sonriéndole con levedad pasando a dedicarle toda su atención y lo alzó en brazos dándose la vuelta hacia los ataúdes cerrados sobre los que descansaban banderas de las unión junto a cuadros con fotografías– Ven, voy a presentarte a mi querido hermano..

Los tres restantes y otros curiosos más observaron en silencio a la representación de la República Socialista Soviética de Rusia decirle palabras poco audibles por la lejanía a la fotografía de un joven con ojos igual de brillantes a los de la mujer que con disimulo usaba un pañuelo para secar las lágrimas que se formaban en sus ojos ante el rostro de su hermano.

Pasado el tiempo el niño volvió al lado de su padre y la joven solo se despidió de su madre con un abrazo que duró un rato sin decir palabra, retirándose de la mano del platinado y con la mano del de hoz y martillo sobre su otro hombro hasta abordar un auto negro en el que se alejaron del enorme cementerio en las afueras de Moscú.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora