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—Bien señorita Kozlova, puede retirarse, sus servicios ya no son necesarios. –El carmesí terminó de firmar un cheque con la cantidad de su último pago y lo metió en el bolsillo de la nombrada—.

—Pero.. Rusia aún me necesita, si no ha superado su miedo al abandono él.. –Anastasia miró incrédula al mayor que seguía con sus demás papeles como si nada mientras la despedía, esa mañana apenas solo pasó a decirle un guardia mientras recolectaba bayas en el jardín—.

—¿Qué no escuchaste mujer?, dijo que agarres la maleta y salgas ya de nuestra casa –Entró a la oficina bufando el alemán de traje negro haciendo con su mano enguantada un ademán de moverse—.

—¡Ana, Ana no te vayas! —Desde la escalera llegó el niño aludido que fue retenido por los guardias allí, uno de de cada nación, estaban por toda la propiedad mezclados—.

—Señor por favor, Rusia está llorando, él me necesita –Ella volvió a intentar hacerlo entrar en razón mientras veía desesperada a su pequeño forcejear para acercarse y a los mellizos bajar también con expresiones de susto por el ruido—.

—Su contrato ya terminó y no será renovado, por favor retírenla de la propiedad. –Finalizó el de hoz y martillo levantando su diestra unos momentos para señalar la puerta con la vista puesta en los papeles que estaba por firmar—.

—Chao chao. –El ojos azules se sentó en una esquina del escritorio deslizando un contrato de guerra sobre los papeles haciendo que el soviético lo firmara—.

—¡Ana, Ana! –Rusia gritó entre lágrimas mientras los uniformados sacaban a la mujer en brazos al ver que no tenía intenciones de dejar la casa por las buenas– ¡Mamá no me dejes..!

La castaña se despertó de un salto mirando a su alrededor con las manos temblorosas, sintiendo las lágrimas mojando una tras otra sus mejillas debido a la conmoción, todo estaba muy oscuro por lo que probablemente era el medio de la noche aún pero de igual manera de levantó con prisa tal como estaba para ir a la habitación del ruso menor. Tras abrir la puerta y cerciorarse de que estaba tranquilamente dormido entre sus peluches con el búho echado a un lado en el final de la cama en esa posición tan extraña en la que aún dormía.

Ver al niño tan tranquilo la hizo llorar aún más mientras cerraba la puerta con todo el cuidado que podía en ese momento, había ya cuidado a muchos niños... pero nunca se había conectado de alguna forma como lo hizo con Rusia, su lazo con el niño era demasiado fuerte.

A pasos temblorosos fue sin pensar hasta la puerta del de mirada hielo sabiendo que al ser su día de descanso semanal se encontraría ahí, la tocó un par de veces sin hacer mucho ruido hasta que finalmente se abrió dejando ver al más alto con expresión de soñolencia y ropa común de dormir.

—Por favor no me despida –Fue lo primero que salió de sus labios en un balbuceo mirando directamente a su jefe que aún parecía estar medio dormido—.

—¿Qué..? –Soltó este parpadeando confundido por lo que oyó de la nada, ni siquiera habían hablado sobre algo similar en la cena como para que la humana dijese eso—

—Rusia me necesita, aún tiene que saber que es un buen niño, yo lo quiero mucho –Al continuar hablando su voz volvió a tartamudear y un ligero hipo se hizo presente con algunas lágrimas más haciéndola mover su labio inferior—.

—¿Por qué está llorando, pasó algo? –URSS ya más despierto la miró preocupado por su llanto hasta que giró a ver rápidamente al reloj de su habitación que marcaba las cuatro de la madrugada, a lo que su mente llegó más rápido a una conclusión– ¿Una pesadilla?..

Al verla asentir mientras se secaba las lágrimas con las mangas de su camisón suspiró, ladeó un poco la cabeza observándola un poco más y luego la rodeó con sus brazos acariciando su espalda sintiendo cómo apoyaba la cabeza en su pecho.

—....No voy a echarla.. –Murmuró subiendo una mano hasta la cabeza ajena para acariciar también allí como antes calmaba a los niños, apoyando el mentón ligeramente sobre su coronilla– Es la mujer de la casa..

Se quedaron de pie un rato más hasta que la sintió pesar un poco en señal de que estaba a nada de quedarse dormida, por lo que soltó un lento suspiro nasal y la alzó en brazos sosteniéndola como antes lo hizo con Bela, cruzó el pasillo hasta su habitación abriendo la puerta en silencio e hizo a un lado las sábanas removidas para acostarse y cubrirla bien con las mantas, acomodando su cabello suelto y despeinado con la mano derecha para alejarlo de su rostro aún algo angustiado entre nuevos sueños. Se inclinó sentado de lado en la cama acariciando la mejilla contraria y se inclinó poco a poco hasta besar sus labios durante un momento, luego salió de allí para regresar a su habitación y encender un cigarro al menos durante un rato antes de que amaneciera.

Algunas horas después Bielorrusia entró a la habitación donde dormía la humana, tenía el rastro de una gota de sangre en su labio y seguida de su pomposa gata se acercó sosteniendo algo en su mano.

—Ana.. –La de piel verde murmuró su nombre tocándole el hombro un par de veces con la mano izquierda hasta hacer que se removiera sentándose—.

—Bela, ¿Estás bien, qué pasó? –Inmediatamente al ver la sangre en la boca de la niña todo rastro de sueño se disipó de su sistema por si era una emergencia—.

—..Se cayó –Entonces la pequeña rubia abrió su otra mano dejando ver un dientecito mientras había la boca para mostrar también el lugar vacío en su boca con la carne un poco hinchada aún—.

—Oh.. –Nastya parpadeó procesando la edad de la niña y sonrió con levedad saliendo de la cama para tomarla en brazos caminando hasta el baño de su habitación– No te preocupes, te haré un té y en un par de días comenzará a crecerte uno nuevo más fuerte como tú.

Tomó el vaso con el que normalmente se lavaba los dientes y lo llenó con agua para que se enjuagara hasta que el agua finalmente salió limpia y secó cuidadosamente con la toalla de tocador.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora