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Al llegar a casa dos guardias se acercaron a ayudar con las cosas y las dejaron al interior del recibidor para luego irse tras las gracias del más alto.

URSS cargó un saco de arroz y se adentró a la sala notando de soslayo que la televisión estaba encendida por lo que al salir del depósito se acercó a la sala encontrándose con que la cuidadora estaba durmiendo en el sofá acunando a Bielorrusia entre sus brazos a lo que levantó un poco las comisuras de los labios volviendo a mover las cosas para terminar de hacer el desayuno para todos.

Al ya haber rellenado la azucarera volvió a encender la olla con avena y buscó una de las botellas de leche que dejó cerca para cuando debiera agregarla, mientras tanto se mantuvo de pie frente a la cocina con los brazos cruzados observando el agua hacer ebullición poco a poco, percatándose de que el de ojos celestes se acercó algunos minutos después aunque antes de que pudiese preguntarle si necesitaba algo... este tímidamente lo abrazó escondiendo el rostro en su cintura al ser hasta donde llegaba en altura.

Lo apartó un poco con la mano izquierda, el más bajo inhaló consternado por el rechazo hasta que segundos después se inclinó para alzarlo en brazos como cuando apenas tenía un año, sintiéndolo tensarse pero poco después encogerse colocando el mentón en su hombro también rodeándole despacio el cuello con sus brazos como instinto para sujetarse.

Lo tuvo contra su pecho durante un rato mientras vigilaba que la avena no se quemara hasta sentir que se hacía un poco más pesado, el platinado se había quedado profundamente dormido y podía sentir su respiración tranquila chocando contra su cuello. Cuando la avena estuvo lista apagó el fuego y caminó a paso lento hacia la sala para acostarlo en el sofá de dos plazas.

—Volvieron.. –Nastya soñolienta hizo contacto visual con el más alto que asintió enfocándose en acostar al niño hasta dejarlo bien acomodado, por lo que se levantó despacio para no despertar a la pequeña– Lo ayudaré con el desayuno.

Dijo en voz baja con una sonrisa caminando junto al más alto a la cocina, la avena ya estaba hecha así que ella se ocupó de picar frutas en lo que el otro hacía el té.

—¿Se quedó dormido en el camino? –Habló nuevamente en el mismo tono mientras pelaba un par de melocotones grandes—.

—No... lo tuve cargado mientras hacía la avena –El de mirada hielo estiró su brazo para alcanzar las cinco tazas que ahora usaba, se sentía un poco extraño por la sensación fantasma de aún tener al niño en brazos—.

—Ah eso es maravilloso –Dejándose ganar por la emoción de ese gran avance la mujer tomó la mano ajena, recuperando por un momento el brillo en sus ojos– Bela vino a buscarme hace un rato, se sentó conmigo y luego se quedó dormida en mi hombro mientras veíamos la televisión..

—...Buenas noticias –URSS asintió con tranquilidad, concentrado en esa luz que la humana tenía cada vez que el tema trataba sobre Rusia, haciéndole recordar a cuando oyó que este era única compañía—.

•   •   •

Durante el desayuno Ucrania se sentó primero dejando un espacio de división estando a la izquierda del de hoz y martillo, a la derecha de este el ruso menor junto a la joven y la rubia removía el azúcar en su té sin cruzar mirada con su mellizo.

Todos estaban en silencio pero no se sentía incómodo como en otras ocasiones, solo se dedicaban a comer con paciencia... exceptuando al niño de ojos verdes que masticaba de mala gana ya que únicamente había bajado porque tenía hambre.

Un rato después los platos fueron retirados por el eslavo mayor quien tras lavarlos volvió a su oficina para trabajar un par de horas más antes de tomarse un descanso para dormir en su habitación, Nastya y el de ojos celestes fueron a la biblioteca para buscar un nuevo libro que pudiesen leer al anochecer antes de dormir, los mellizos cada quien su lado se adentraron en sus habitaciones. Aunque Bielorrusia solo se sentó pensativa en su escritorio sintiendo el silencio por primera vez, todo lo que había en su habitación eran libros y afiches de concursos académicos próximos a ganar pues los que ya había ganado los desechaba al no sentir interés ya viendo el premio colgado en la pared, pero sentía una sensación incómoda en el pecho solo de pensar que iba a estar más horas sentada frente a un mismo libro para memorizarlo por completo.

Se levantó jugando con sus manos haciendo muecas ansiosas para luego de un momento salir de su habitación silenciosos pasos rápidos hasta bajar la escalera y caminar algunos metros más para quedar frente a la puerta de la biblioteca en la que había pasado gran parte de su vida, su mano tembló al dar toques suaves a la puerta y recibir una afirmativa con tono de extrañeza emitido por la mujer.

—....¿Puedo... estar aquí con ustedes?.. –Apretó sus labios denotándose nerviosa pues desde hacía mucho que no le hablaba directamente a la cuidadora y menos en presencia de Rusia que se encontraba de espaldas—.

La Kozlova miró de soslayo a su protegido que estaba más ocupado ojeando un libro sobre aves, sin señales de mostrar alguna clara negativa por lo que acabó asintiendo con una pequeña sonrisa. Entonces la niña de largo cabello bien atado cerró la puerta para acercarse tomando un cojín grande en el cual se sentó abrazando sus piernas.

—Estábamos buscando un libro para la noche, pero ya que estás aquí podemos pintar o dibujar un poco –La de ojos cafés acarició el cabello ajeno durante un momento y se alejó a un estante para buscar hojas de papel grueso y la caja con pinturas que también contenía pinceles y otras cosas que podrían usar—.

El ruso detuvo su lectura para mirar de soslayo a la de piel verde, la cual se encogió recordando todo lo que había dicho sobre él en esos años, pero para su sorpresa él solo tenía una expresión de desinterés luego devolviendo su atención a la humana cuando se acercó con las cosas en brazos a la mesita baja de estudio rodeada por cojines.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora