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Ambos caminaban tranquilos disfrutando del clima fresco de ese día, oyendo con atención los cánticos de las aves y el sonido de las hojas moviéndose por la brisa, durante su recorrido ya habían encontrado las setas que necesitaban por lo que ahora se dirigían al estanque con más tranquilidad cargando sus bolsitas.

—Sentémonos, hay algo de lo que me gustaría charlar contigo, pero tienes que prometerme que me vas a oír hasta el final sin importar nada, ¿Cuento con eso? –Inició acomodándose sobre una de las rocas para abrir la bolsa de panes que usarían para alimentar a los grandes peces—.

—..Lo prometo –Luego se unos momentos el niño respondido ligeramente dudoso, ya confiaba más en ella pero sentía algo se nerviosismo por el tema aún desconocido—.

—Yo.. sé que piensas que tú madre te abandonó son importarle, pero no fue así. –Hizo una pausa y respiró preparándose a sí misma para dar tal charla importante y sobre todo altamente delicada– Tu padre me contó lo que realmente sucedió ese día con ustedes..

Rusia se quedó estático por algunos segundos, sintiendo cómo el mundo se le venía encima poco a poco, quiso levantarse y salir corriendo por el temor a oír una verdad que lo lastimara más, pero ya había prometido oír hasta el final así que se forzó a quedarse quieto.

—Tu madre estuvo contigo un año entero desde que se enteró que te esperaba, pero sabes que un country como los de tu familia son muy importantes y a la vez muy perseguidos por personas malas, así que ella tuvo que dejarte en un lugar seguro donde tu padre te encontrara ya que ella no tendría el corazón para mirarlos a los ojos en esas circunstancias.. –La castaña tomó las manos del menor que temblaban mientras este le sostenía la mirada, sintió un dolor en el corazón ante eso así que se apresuró a terminar sus palabras– Dejó una carta explicándole lo que te he contado ahora, tu padre no pensó en decirte acerca de ella ya que cuando estabas por cumplir los cuatro años ella falleció de una enfermedad llamada cáncer, es algo muy malo que nos da a los humanos por distintas razones y muy pocos logran sobrevivir, así que pensó que si no lo supieras vivirás mejor pero está arrepentido de no habértelo dicho antes.

—..¿A ti..... también te puede dar eso?... –Fue lo que salió en un murmullo del menor, al que le temblaba el labio y su respiración era un poco agitada al oír sobre algo tan chocante como la fragilidad humana —.

—No hay antecedentes en mi familia, pero es una enfermedad silenciosa así que no podría saberlo del todo.. –Nastya torció un poco los labios pensando en ello, pero de igual manera habían muchas más cosas por las que un humano podía morir—.

Aquello fue un reconforte con sabor amargo, pero aún así el bicolor asintió tembloroso aferrándose a las manos ajenas de quien luego lo abrazó escondiéndolo entre sus brazos como si lo protegiera del cruel mundo que se encontraba en medio de una guerra sangrienta por quién sabe cuánto tiempo más.

—Todo va a estar bien, Rusia, estoy segura de que ella te está cuidando la espalda desde donde está.. –Dejó un pequeño beso en la coronilla del pequeño y tras un par en caricias en su suave cabello le tendió un pedazo de pan– Vamos a alimentar a los pecesitos y cuando volvamos te haré una tarta de chocolate.

El platinado estuvo de acuerdo y trato de calmar su tristeza mientras volvía el pedazo en migas que arrojaría al agua para ver a los hermosos peces dorados y blancos subir a la superficie para comer haciendo todo un espectáculo.

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Esa tarde en que el de pensativos ojos cielo no se le separó mucho, consiguió que los tres niños comiesen en la barra, incluso si lo hicieron con tres lugares de distancia había sido un avance enorme.

Los mellizos se fueron a sus habitaciones a hacer algo con las pinturas que les había traído su padre la tarde anterior y tanto la humana como el rojiazul vertical se quedaron en la sala sentándose en un sofá para comer la tarta tibia mientras leían.

—...Ana... ¿Tú también te vas a enfermar y me dejarás?.. –La voz frágil y acuosa del menor tomó por sorpresa a su cuidadora, en esas horas desde que se enteró de la enfermedad que se llevó a su madre no paró de pensar en qué podría perder a la contraria en cualquier momento—.

—Yo... Te prometo que voy a comer muy sano para que nada me pase, ¿Si?, no llores dulzura.. –Con el corazón en la mano a mujer soltó su libro sobre filosofía para darle otro abrazo al pequeño, haciendo que se acostaran para poder acariciar despacio su cabello hasta arrullarlo—.

Pero también quedó muy pensativa acerca del complejo de abandono tan fuerte que tenía el ruso, pero a la par en que finalmente había logrado un apego con este para comenzar a ser su punto de apoyo en el cuál confiar cuando necesitase contar algo.

Pasó un rato más leyendo sin alejar su mano izquierda de la espalda del niño inconcientemente como signo de protección, entrada la noche el soviético abrió la puerta principal suspirando mentalizandose en que apenas pusiera un pie en la sala tendría una discusión fuerte con su hijo acerca del tema, pero en lugar de eso solo lo encontró dormido aferrado pacíficamente a la nana que era su última oportunidad de redimirse.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora