Rusia observaba en silencio pero con curiosidad las calles tras la seguridad y calidez de la camioneta conducida por su padre, habían muchos soldados en las calles limpiando la espesa nieve para que los negocios pudiesen abrir a su vez permitiendo el pase de los transeúntes.
—Iremos primero por los sacos de azúcar, arroz y patatas, luego por el resto de la lista finalizando con el pan para el desayuno –El azabache giró con precaución en una esquina y entró en la parte posterior del gran mercado de la ciudad donde estacionó a un lado para apagar el motor—.
—Si –Dándose seguridad a si mismo el niño se quitó el cinturón y abrió la puerta para bajar con cuidado de no resbalar hasta lograr pisar el suelo frío—.
—Vamos –Le tendió la diestra al de ojos cielo que lo observó un momento antes de acercar su propia mano despacio hasta tomarla, entonces lo sujetó bien y comenzó a caminar hacia el interior del gran complejo lleno de personas para surtir su lista—.
El más bajo observó a su alrededor tratando de disimular su asombro por la manera en ha habían allí toneladas de muchas cosas diferentes, el soviético tomó uno de los carritos metálicos de carga y volvió a caminar entre los pasillos mientras que se rato en rato se detenía para comprar ciertas cosas en sacos sobre los que había sentado al rojiazul para que no se cansara de caminar en ese enorme lugar.
Al tener ya listas las legumbres en grano y una gran cantidad de patatas, pasaron por la sección de ropa que debían atravesar para llegar a la de carnes, había gran cantidad de ropa invernal de distintos tipos de entre la que solo una cosa capturó inmediatamente la atención del niño. Un ushanka gris con una estrella roja de cristal que relucía con la luz artificial, pero el más alto siguió de largo hasta llegar a la zona de carnes cortadas, a lo que solo apretó los labios bajando la mirada y volvió a poner atención a su alrededor son decir palabra.
—No te muevas de ahí, iré a comprar conejo un momento –URSS le dijo con la vista puesta en las cosas son tachar de su lista ante de alejarse a paso mediano—.
No conocía el lugar y estaba un poco alto sobre los costales así que solo de quedó allí jugando con sus manos hasta que unos graznidos agudos hicieron que girara a buscar de dónde provenía el sonido hasta dar con ello a su derecha. Una caja con patos pequeños sobre una de las mesas en que cortaban pescado.
—Mami mami, quiero un patito –Un niño pequeño dio algunos saltos señalando entre los pomposos plumíferos amarillos—.
Algunos niños más le siguieron logrando que sus padres les permitieran llevarse a las bonitas aves que costaban tres rublos según oyó del hombre que manejaba el puesto.
—¿No hay más patitos? –Una niña mayor se acercó preguntar directamente al hombre, el cual dejó de cortar cabezas de pescado para mirarla—.
—Queda uno más en la caja –Le indicó este señalando a un pequeño pato negro con plumas verde tornasolado en el cuello que está a quieta en una esquina—.
—Tiene un color oscuro, parece malo, además parece que quiere picotearme –Esta intentó acercar su mano al ave para tocarlo con su índice pero inmediatamente el emplumado agitó las alas graznando con aparente enojo– ¡Pájaro malo!, ya no quiero nada.
—¿Cómo un ave puede ser mala? –Preguntó para sí mismo el pequeño de piel roja son querer siendo oído por los otros dos cercanos—.
—Hay quienes no saben tratar a cierto tipo de seres vivos y piensan que son malos solo por que estos marcan límites –Una mujer de aparición muy mayor y cabello blanco como la nieve acercó con cuidado su diestra al pato, consiguiendo acariciar su pecho por un momento antes de retirar la mano por sí sola– Hay que tener respeto a todo lo que nos rodea muchacho, esa es la clave.
El de cabello platinado quedó en silencio mirando también al animal, decidiendo arriesgarse a acercar su mano con lentitud bajo la mirada del ave oscura, conteniendo el respirar cuando pudo tocar en el mismo lugar que la anciana. Antes de que algo cayese sobre su cabeza nublando su visión haciéndolo sentir momentáneo desesperado a causa de lo inesperado que fue, sus dos manos se levantaron yendo a parar a una cosa afelpada que cubría su cabello por lo que giró si cabeza para verse en el reflejo de una balanza. Tenía la ushanka que vio, colocada sobre su cabeza haciéndolo sentir calidez por el material pero también una gran sorpresa.
—Sigamos adelante, se aproxima una tormenta –El de hoz y martillo habló retomando su listado empujando sin problemas el carrito con una sola mano al tener el papel en la otra—.
El menor mantuvo el silencio recibiendo algunas cosas como cartones de huevos sobre sus piernas para así mantenerlos seguros en el trayecto hasta que media hora después tenían todo lo que necesitaban reabastecer según la lista, volviendo a la camioneta donde tras dejar los huevos en el asiento de copiloto donde iba, ayudó un poco a pasar bolsas con verduras al ser de las cosas que menos pesaban a diferencia del carmesí que colocaba los sacos en el suelo de los asientos de atrás hasta que no quedó nada en el carrito y lo regresó despidiéndose de los camaradas guardias que cuidaban la entrada.
Con cuidado se a cómodo de vuelta en el asiento de copiloto abrazando cuidadosamente los cartones tras ponerse el cinturón y esperó a que el otro encendiera el motor para devolver su vista a las las calles decoradas con enormes paneles de propaganda para unirse al ejército o a la enfermería de la unión.
ESTÁS LEYENDO
Una madre para Rusia ||URSS × Reader||
FanfictionNo tenía tiempo para estar cuidando de un niño problemático, era una super potencia y debía dedicarse enteramente a su trabajo, no a un mocoso que se escapaba todo el tiempo y rompía cosas. Aunque se dignó a darle una oportunidad final; Contrataría...