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—¡Maldita sea, Rusia, deja de largarte cada vez que se te antoja!, ¡Ya te he dicho mil veces que el bosque está lleno de animales peligrosos! –El de hoz y martillo le dio otro golpe de palma a la mesa que los separaba en medio del comedor donde se toparon antes del desayuno el cual todos se habían perdido a causa de eso—.

—¡Pues no voy a quedarme todo el día en casa!, ¡¿O acaso piensas que soy un ave a la que puedes enjaular?! –Inmediatamente respondió el de ojos cielo resoplando como un potrillo salvaje y moviendo mucho las manos para gesticular con frustración—.

—¡Tú no eres un ave, lo que eres es un mocoso insoportable y malcriado, así que vuelve a tu habitación hasta que te ordene salir! –URSS ahora hizo un ruido fuerte con su puño contra la madera que milagrosamente no se quebró ante su desmedida fuerza natural que a veces no controlaba por el enojo, aún así nunca le había puesto un dedo encima a su hijo por más que a veces quisiera estrangularlo un poco—.

—¡Eres un controlador, te detesto! –Fue lo último que dijo el platinado rabiando antes de correr hacia la escalera ignorando al resto, pero no le importaban un carajo en ese momento—.

—Me da igual, suficiente tengo ya con el Nazi traidor jodiéndome la vida. –El eslavo mayor dijo entre dientes frotándose el rostro hasta que sintió una presencia desconocida y al girar recordó que la agencia le había logrado conseguir otra niñera, la última oportunidad del niño rebelde antes de tomar medidas drásticas ante sus comportamientos pero ya lo creía una causa perdida– Argh ya está aquí, maldición... Lamento el espectáculo.

—..No se preocupe, he venido aquí para ser de ayuda y no para juzgar, mi nombre es Anastasia Ivanovna Kozlova.. –Con fortaleza interna no había temblado por tanto griterío que los dos niños tras ella parecían estar más que acostumbrados a oír, pero eso no era su asunto—.

—Claro, si.. algo leí en la carta de recomendación, en fin, ya no tengo más tiempo por hoy así que tendré que pedirle que haga el desayuno para Bela y Ukrop, aún no se acerque a Rusia o le lanzará el plato. –Explicó rápidamente el de piel carmesí mientras caminaba a la sala para tomar su portafolios y gabardina del perchero– Su habitación es la tercera puerta a la derecha y cualquier cosa que llegue a necesitar seguro está en el almacén, adiós.

—Eh.. bueno –Parpadeó repitiendo las indicaciones ajenas en su mente para comenzar a trabajar pues el otro se fue apenas dijo la última palabra para los presentes, ni siquiera sabía cuánto le iban a pagar pero supuso que luego sabría de todas maneras– Dejaré mi maleta y volveré en seguida.

—Cuidado con el oso –Bielorrusia soltó de manera neutral refiriéndose al platinado en el segundo nivel, cuando estaba enojado siempre dejaba alguna trampa—.

Nastya se reprendió mentalmente por no haber tomado la cruz ortodoxa que la secretaria le dijo, pero rápidamente quitó esas ideas de su mente mientras subía con precaución aunque sin entender mucho porqué, para su suerte el bicolor vertical se había encerrado directamente en su habitación esa vez.

Ella dejó su maleta a un lado de la cama al ubicarse donde le dijeron que dormiría y tras quitarse el abrigo cerró la puerta para bajar a la cocina donde los rubios esperaban sentados en la isla.

—Hum.. ¿Tienen algún tipo de menú diario o hay algo que deseen comer? –Ojeó rápidamente los insumos a la vista y las puertas del refrigerador en busca de alguna nota con indicaciones pero solo habían imanes con formas y un par de dibujos infantiles de la casa por fuera—.

—Queremos omelette con jamón –Estos hablaron al unísono mirándola algo más relajados, cuando su padre no estaba disminuían las probabilidades de tender un enfrentamiento con su hermano mayor que seguramente saldría para la hora de almorzar solo a llevarse algo enlatado de regreso a su habitación mirándolos con molestia—.

—Entendido, salen dos Omelettes con jamón –La joven quiso despejarse de la tensión y buscó divertir un poco a los menores haciendo una voz graciosa pero no pareció funcionar mucho, igual no se rindió—.

Al ser algo fácil no tardó más de diez minutos en total y se sentó a comer con ellos allí, compartir comidas siempre aumentaba la confianza. Ese par era bastante tranquilo y de vez en cuando se daban miradas como si hablasen por un enlace mental, a ella la habían contratado específicamente para vigilar al mayor pero supuso que dentro del plan también estaba asistir a los menores en algunas cosas aparte de hacer las comidas diarias, agradecía que no entrasen cosas como limpiar o demás tareas domésticas pues no era muy buena en ello.

—Oh oh, el oso está por salir de su cueva.. –Ucrania se tensó un poco y al oír el sonido de una puerta abriéndose en el segundo nivel bajaron la mirada por instinto, como si fuesen dos animales de bajo rango evitando problemas con el depredador mencionado—.

—Hm, otra vieja bruja. –Fue lo primero que soltó el de ojos cielo cuando reparó en la presencia de la nueva humana, pero no detuvo su pesado andar hasta las alacenas pues tenía hambre—.

—No lo sé, por mi edad aún no puedo ser considerada vieja pero supongo que lo de bruja todavía lo puedo aprender –La castaña lo miró con toda la tranquilidad del mundo, ya había lidiado antes con niños groseros y usualmente se quedaban callados tras una respuesta burlona, esta no fue la excepción– Si tienes hambre puedo hacerte un omelette con jamón también.

—Preferiría comer tierra. –Soltó como si escupiera su respuesta, algo extrañado de que no le hubiesen dicho que fuese menos grosero o algo similar como siempre, pero no se confiaba—.

—Pero creo que con esa lata de anchoas te puedes conformar, ¿Cierto? –Combatir fuego contra fuego funciona en la mayoría de los casos, aunque las miradas perplejas de advertencia de los mellizos le hicieron pensar en qué tal vez no debía hacerse la graciosa en ese momento—.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora