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Al bajar a primer nivel para tomar sus abrigos y botas de la entrada el platinado notó que los mellizos estaban sentados en la barra jugando con la comida en sus platos mientras murmuraban quejándose de algo, a lo que Nastya tomó su mano y le guiñó el ojo con una pequeña sonrisa de complicidad antes de abrir la puerta principal y salir.

Aún tomados de la mano caminaron durante quince minutos hacia el estanque con total tranquilidad disfrutando del aire un poco frío y aún fresco como para no necesitar mucha ropa encima a diferencia de cuando nevaba, los inviernos siempre eran duros y más estando tan cercanos al bosque.

—Las aves ya se están yendo a dormir –Rusia miró a su alrededor centrándose en los trinidos ausentes de las aves, solo podía escuchar algunas cigarras en las lejanías y roedores—.

—Cierto ahora anochece más rápido y el frío las hace preferir quedarse en sus nidos, ciertamente yo también preferiría estar en mi cama pero caminar hace bien –La de ojos cafés se fijó en el cielo que se tornaba un poco gris, esperaba que no lloviera sin aviso puesto a que estaban algo lejos de casa—.

Al llegar al estanque se sentaron en las rocas de antes y entre ambos separaron el pan en pequeños trozos para así ir lanzándolos cada cierto tiempo en diferentes direcciones evitando que los grandes peces se acumularan en un solo lugar.

Pasaron buen rato allí hasta que pequeñas gotas multiplicándose los tomaron por sorpresa, ella inmediatamente se quitó el abrigo para colocarlo sobre la cabeza del menor en inmediatamente comenzaron a caminar de regreso lo más rápido que pudieron mientras reían mucho intentando no resbalar en el trayecto.

—¡Al fin! –Chilló la cuidadora empapada cuando estuvieron en el recibidor donde se quitaron los zapatos llenos de barro tratando de reír menos pues las miradas fastidiadas de los mellizos estaban sobre ellos—.

—¿Estaban afuera con toda la lluvia? –URSS salió de su oficina ante el ruido topándose con la imagen de la humana con el cabello goteando al igual que su ropa pegada al cuerpo—.

—Salimos antes a caminar, pero nos tomó por sorpresa –Le respondido la mujer aún con una gran sonrisa divertida en sus labios rosados, la luz en sus ojos los hacía parecer más brillantes de lo que eran– Secarse todo en un momento, con permiso.

Ella y el ruso menor subieron rápidamente las escaleras entre risas ahogadas bajo las miradas confundidas de los otros tres, minutos después ella bajó vestida con un camisón oscuro similar a los de dormir y pasó a tomar un trapo junto al carmesí que se hacía un té. Secó rápido su camino de gotas salpicadas y limpió también el lodo que habían dejado las suelas de sus botas dejando todo impecable, se apresuró en entrar a la lavandería a enjuagar el trapo junto a sus manos con jabón antes de volver a la cocina para hacer una sopa rápida de verduras con carne para la cena.

—...Huele bien –El de mirada hielo le dio otro sorbo a su taza apoyado en la encimera, observando a la humana hacer todo con destreza y naturalidad—.

—Gracias, espero que se coman todo, porque veo sobras del almuerzo en la basura. –Al mencionar lo último frunció un poco el ceño pues detestaba que la comida fuese desperdiciada de esa manera, si no querían pudieron habérselo dejado a los guardias de la entrada—.

Ninguno de los tres dijo algo así que torció los labios y prefirió ocuparse de revisar que los fideos se cocieran bien antes de servir los platos, separando tres en la fuente con los peces pintados por su protegido que subió hasta su habitación tras hacerle una seña al más alto de que lo esperaba en unos minutos allá.

—Vaya, mira que guapo te ves –Sonrió al ver al rojiazul vistiendo el suéter con figuras de reno que le había comprado en la feria al notar que lo estaba observando más que a las otras cosas– ¡A ver una sonrisa!

Comenzó a hacerle cosquillas al platinado que inmediatamente se soltó a reír retorciéndose mientras se abrazaba a si mismo sobre su cama.

—¡Espe.. Espera, mamá, es mucho! –Sin notarlo Rusia soltó aquél título entre carcajadas aún teniendo los ojos cerrados, aunque por la falta de costumbre en reír tanto comenzó a toser un poco lo que distrajo a la Kozlova de su sorpresa anterior—.

—Respira despacio, ¿Te traigo un vaso con agua, cariño? –Nastya se recompuso haciéndole un poco de aire con sus manos para que respirara mejor—.

—Estoy bien, de verdad –El de ojos cielo sonrió tranquilo y más calmado, notando que en su escritorio estaba la fuente pero había comida extra– ¿Por qué hay tres platos?

—Oh, cierto, el señor URSS va a venir a cenar con nosotros en un momento –Se sentó a su lado para acomodar su cabello revuelto y le sonrió leve, esperaba que con esta charla se pudiesen arreglar más cosas—.

Pero el tiempo pasó, ambos tuvieron que comer en silencio incómodo hasta que llegó la hora de dormir, la sopa estaba ya fría... aún sin rastro del de hoz y martillo. Tuvo que arrullarlo cantándole en voz baja hasta que se quedó bien dormido y tomó la bandeja mirando el plato intacto con el ceño fruncido mientras salía de la habitación cerrando la puerta con cuidado, dejó la fuente en la barra y caminó a la oficina de su jefe, estaba molesta así que abrió la puerta sin tocar.

—¿Por qué no subió? –La humana cortó el silencio colocándose aún de pie frente al escribir sin siquiera haber cerrado la puerta—.

—¿Por qué no tocó la puerta? –URSS la miró con seriedad, dejando en el escritorio los documentos importantes que tenía en las manos momentos atrás—.

—No me responda con otra pregunta, ¿Por qué no subió?, su hijo lo estaba esperando –En ese momento ni siquiera estaba lo suficientemente concentrada como para medirse en cómo le hablaba, su mente la tenía en las múltiples cenas sola por las ausencias de su padre y casi hablaba a través de la herida—.

—¿Ahora sí es mi hijo?, me pareció escuchar claramente cómo él la llamó "Madre" –Él también estaba enojado, no pensó que la cuidadora se estuviese aprovechando de la cercanía a su hijo– Eso no era parte de su contrato, Kozlova.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora