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Mas tarde ese día al bajar a servir su propia cena, la castaña se encontró con los otros cuatro comiendo en la barra por lo que intentó pasar desapercibida a pesar de que la misma barra dividía la cocina con el resto del comedor y la sala.

—¡Hey, Nastya! –Inmediatamente saludó el de estrellas apenas giró al sentir su presencia, alertando a los demás que giraron unos segundos—.

—..Buenas noches –No le quedó de otra más que murmurar mientras caminaba hacia la cocina apretando un poco los labios por la extraña mirada seria que me estaba dando el carmesí, no habían vuelto a discutir pero tampoco bajaron la ley de hielo—.

—¿Vas a cenar con nosotros? –América preguntó con una sonrisa similar a la de un niño, su personalidad normalmente era así de despreocupada mientras estaba fuera del campo de batalla—.

—Solo vengo por sopa, Rusia me está esperando arriba –Ella pasó por alto la expresión de su aún jefe al mencionar el nombre del niño mientras servía lo restante de lo que cocinó en la tarde en dos platos sobre la bandeja pintada—.

—Oh cierto, ese es el niño que faltaba –El de traje marrón se desanimó un poco pero inmediatamente soltó un quejido al sentir un pellizco fuerte en su pierna– Communist!, What did my leg do to you for such mistreatment?!

(¡Comunista!, ¡¿Qué te hizo mi pierna para tal maltrato?!)

—Cállate la boca. –URSS masticó entre dientes su advertencia mirándolo de soslayo casi como si fuese el mismísimo fascista contra el que armaban planes—.

La humana torció los labios y salió de allí de vuelva al segundo nivel donde el platinado estaba avanzando un poco más de su segunda escultura con piedritas que está vez era un pez como los del estanque.

—Cenemos y a cepillarnos los dientes para dormir –Dijo apenas cerró la puerta de la habitación redecorada con dibujos de ambos que habían hecho durante ese tiempo, cuando comenzara a acumularse la nieve saldrían a jugar—.

—Pero mать, aún es temprano –Rusia protestó un poco mientras se sentaba a comer, aún quería avanzar un poco más—.

—Ya todo está oscuro, mañana temprano podemos hacer todo lo que quieras con más calma –Acarició su cabello con una mano y recibió un asentimiento a lo que sonrió, comieron tranquilos la sopa caliente para conservar la temperatura en sus cuerpos—.

Al terminar el contenido de sus platos esperó sentada a que el menor lavase bien sus dientes antes de que se acostara en la cama ya con su ropa de dormir puesta.

—Buenas noches, mi pequeño osito artista.. –Le murmuró tras hacerlo dormir abrazando su pato de peluche y salió cerrando la puerta evitando el ruido, yendo hacia la cocina para lavar los platos antes de también irse a dormir—.

El movimiento entre escalones extrañamente la hizo sentir algo incómoda pero prefirió ignorarlo para lavar rápido lo que usaron, el agua estaba un poco fría debido a que en las noches la energía de calefacción se priorizaba para las ventilas que mantenían la casa cálida. Mientras terminaba de secar los cubiertos para guardarlos la sensación de incomodidad aumentó a ser piquetes en el estómago por desgracia conocidos, por lo que suspiró profundamente y sacó una taza para hacerse un té de hierbas esperando que eso disminuyera el dolor que se le avecinaba.

Se quedó buen rato de pie hasta terminarse el contenido de la taza aunque por si las dudas se sentó un rato en el sofá de tres plazas abrazando un cojín para pasar el rato, oyendo minutos después cómo alguien bajaba la escalera, tratándose del americano que llevaba una extraña cosa verde en el rostro y el cabello sujetado con pinzas para que permaneciera en su lugar.

—Hola de nuevo, ¿Todo bien? –Este saludó en voz baja moviendo su mano  mirándola a la par en que caminaba a la encimera para servirse otro pedazo de pastel con su propio permiso—.

—Eh, si.. solo descanso un momento –La castaña se acomodó mejor en el sofá debido a que estaba casi acostada en el espaldar y eso era un poco carente de modales frente a alguien más—.

—Claro, debe ser agotador lidiar a diario con tantos niños y con el gigantón rojo –Teniendo ya un plato en manos de sentó junto a ella a una distancia prudencial para no incomodarla y poder apoyar su cojo derecho en el posa brazos del gran sofá bastante cómodo—.

—En realidad yo solo estoy aquí para cuidar de Rusia.. –Nastya se relamió los labios para acto seguido apretarlos un poco, recordando la discusión pasada de que solo estaba allí para cumplir un contrato específico y nada más—.

—....¿Y si ofrezco el triple de lo que te paga el comunista vendrías conmigo a casa?, es que simplemente no he probado un pastel de manzana tan bueno y sería el hombre más feliz del mundo si me cocinarlas cosas así a diario –El de ojos aguamarina le puso mirada de cachorro abrazando el plato de postre como si fuese un niño con hambre—.

Oyendo tras la puerta de su oficina en el hoz y martillo escuchaba la conversación ajena aún con la diestra en la perilla debido a que se disponía a salir cuando oyó la voz del anglosajón saludando a alguien.

—Lo siento pero tengo que declinar a su amable oferta, soy muy feliz cuidando de Rusia.. él es mi única compañía y yo también soy la suya –Ella le sonrió leve y nostálgica am albino que por suerte asintió comprensivo a sus palabras dejando de lado ese tema para seguir preguntándole otras cosas y charlar un poco más mientras comía—.

Una madre para Rusia ||URSS × Reader||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora